Así vivieron los gaditanos el «infierno» de la IIGM desde sus balcones: «Nos caían trozos de metralla»
El 24 de septiembre de 1940, 83 bombarderos franceses de Vichy, aliados de Hitler, aparecían por sorpresa sobre Gibraltar y realizaban un «intenso» bombareo que fue presenciado con horror por muchos españoles desde el sur de Cádiz
Aunque Franco se mantuvo neutral, hubo un momento en el que los españoles pudieron ver desde sus balcones los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial , sin necesidad de trasladarse a las zonas de conflicto. Ni tan siquiera encendiendo la radio para seguir el relato de la tragedia. Tan solo tuvieron que asomarse a la ventana de su salón y observar, en vivo y riguroso directo, como las bombas caían a lo lejos sobre Gibraltar , a finales de septiembre de 1940.
Allí estaba ABC para contarlo todo. En Algeciras , junto a los vecinos y a menos de nueve kilómetros de distancia de donde se producían las descargas de las baterías antiaéreas. Muy cerca de donde se caían los edificios y se producían las explosiones, viendo a los aviones franceses sobrevolar al enemigo inglés y soltar sus proyectiles sobre la colonia. «Continúan llegando aparatos sobre Gibraltar que arrojan constantemente gran número de bombas. El bombardeo es incesante. Los aviones llegan en escuadrillas de cinco y, sin haber terminado su descarga, llegan nuevas formaciones que mantienen el bombardeo continuo. En la plaza se han originado muchos incendios. Uno de ellos, a juzgar por la gran columna de humo que despide, era de extraordinaria importancia», escribía el redactor en la edición de este diario del 25 de septiembre de 1940 .
Los bombarderos Loiré y Olivier Leo 45 de los franceses alcanzaron Gibraltar desde distintas bases de Marruecos. No tardaron mucho, puesto que alcanzaban una velocidad de 420 km/h. Una vez sobre el Peñón soltaron las primeras bombas, algunas de más de 1.500 kilos. «Desde Algeciras se aprecian perfectamente las explosiones de los proyectiles, algunos luminosos –contaba EFE desde la localidad gaditana–. El aspecto que ofrecía Gibraltar las pasadas noches, con su magnífico alumbrado visto desde esta ubicación, es hoy muy diferente, ya que solo está alumbrada la parte de la población civil».
«Los aviones no cesan de ir y venir»
En un primer momento aparecieron de madrugada más de ochenta bombarderos galos por sorpresa sobre el cielo de la colonia inglesa. En la jornada del 24 de septiembre cayeron más de cien bombas que dejaron Gibraltar destrozada, a pesar de lo cual los franceses siguieron atacando hasta el día siguiente por la tarde. Era la venganza del mariscal Pétain tras el ataque ordenado por Winston Churchill a traición, tres meses antes, sobre el puerto argelino de Mers el-Kebir. En aquel, hundieron el buque «Terre Neuve» y dañaron seriamente otros cinco navíos en sucesivas oleadas y persecuciones en alta mar, acabando con la vida de 1.297 marinos e hiriendo a 350. Un ataque que fue rápidamente considerado como uno de los mayores errores de Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial, ya que supuso el fin de la neutralidad de la Francia de Vichy y su entrada «indirecta» en el conflicto del lado del Eje.
Los franceses decidieron rápido que aquello no iba a quedar impune y pronto les surgió la idea de bombardear uno de los puntos que más le dolería a Gran Bretaña: Gibraltar. «La impresión dominante es que se trata de aviones franceses», escribía el enviado de ABC desde aquellos ocho kilómetros de distancia, en referencia a lo que ocurría alrededor de las 15.00 horas. Y añadía: «Las cortinas de fuego de los antiaéreos es espesísima, pero ello no impide que los aviones efectúen sus bombardeos con regularidad matemática. El ataque lleva ya dos horas de duración. Sobre Algeciras caen con frecuencia trozos de metralla. Hasta ahora no se ha producido ninguna desgracia».
No era la primera vez que el mariscal Pétain ordenaba bombardear el Peñón. El 18 de julio de 1940 mandó una escuadrilla de 74 aviones que provocaron algunos incendios y daños menores. Este pensó que Inglaterra se daría por enterada y decidiría volver a la vía de la diplomacia, tal y como habían prometido, pero no fue así, como pudieron comprobar después en Argelia y en otro ataque contra una flota francesa en Dakar.
El objetivo de Gibraltar fue elegido después de que este enclave hubiera finalizado la construcción de una base aérea y una pista de aterrizaje donde hasta antes había un hipódromo. Por suerte, 16.700 gibraltareños acababan de ser evacuados a Casablanca, en Marruecos, y de ahí a otros destinos como Londres (12.000) y Madeira y Jamaica (3.000), además de Tánger y España. Una parte de ellos decidieron quedarse en el Peñón.
16.700 gibraltareños evacuados
El ataque del 24 de septiembre de 1940 fue el último bombardeo sufrido por la colonia hasta el día de hoy. El periodista de ABC lo describía con todo detalle: «Se presentó una escuadra formada por seis trimotores que descargaron las primeras bombas sobre la plaza, cayendo cuatro sobre el mar y ocho en la fortaleza. Los antiaéreos llegaron a formar una espesa cortina de fuego, que, sin embargo, no impidió que la segunda escuadra de 16 trimotores dejara caer su carga. Uno de los aparatos fue tocado y se le vio alejarse, perdiendo velocidad y altura. Otro cayó en el mar envuelto en llamas y sus ocupantes se lanzaron en paracaídas: uno cayó junto al aparato, mientras que el otro se sostuvo en el aire durante bastante tiempo, indicando esa circunstancia no llevar peso. Se supone que el aviador cayó también al mar. Mientras tanto, nuevas escuadrillas se sucedían sin interrupción, bombardeando decididamente la plaza y lanzándose algunos aparatos en picado para precisar más los objetivos».
El ataque continuó por la tarde y esa relatado así en las páginas de esta cabecera: «A las dos menos cuarto continúan cayendo las bombas sobre Gibraltar, pero con mucha más intensidad. A cada momento se presentan aviones que descargan y se marchan hacia el Marruecos francés. Hasta ahora solo se han contado once aparatos, que vienen distanciados y se retiran después de la descarga. Un poco más tarde aparecen otros nuevos. Se supone que son unos 22 los que han entrado en acción. Hay momentos en que los disparos de las baterías forman una nube tan intensa que impiden apreciar el resultado de los bombardeos y, aún, el mismo fuego de las baterías de Gibraltar. La población inglesa permanece en los refugios. Los aviones no cesan de ir y venir».
Aunque las diferentes crónicas hablaban de «numerosas víctimas», las bombas finalmente ocasionaron cuatro muertos y decenas de heridos, pero provocaron importantes desperfectos en las infraestructuras del Peñón. El muelle meridional, por ejemplo, fue destrozado, al igual que diferentes edificios, barcos, depósitos de gasolina e instalaciones eléctricas. Incluso dos de aquellas bombas cayeron sobre La Línea. Nunca más la Francia de Vichy bombardeó la colonia. De haber ocurrido, Gibraltar podría haber quedado neutralizada y haber cambiado la situación estratégica para las potencias del Eje.
«El bombardeo convirtió ayer el Peñón en un verdadero infierno, pues las bombas caían por todas partes y las explosiones se oían sin interrupción», podía leerse en ABC, que finalizaba su crónica así : «La alarma duró cuatro horas y cinco minutos. Es el “raid” más largo que ha padecido Gibraltar. Gibraktar se haya cubierto de nubes muy espesas. Las formaciones de aviones enemigos atacaron desde diversas direcciones, arrojando los proyectiles sin distinción de objetivos. Algunas estallaron en el mar y también en el campo neutral que separa la colonia de La Línea».
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