Un mito exagerado: las descomunales mentiras sobre Juana de Arco salen a la luz
Ni fue una combatiente letal, ni tuvo una extensa carrera militar. La medievalista Helen Castor desvela en ‘Juana de Arco’ la verdad tras el mito de la Doncella de Orleans

Acercarse a la figura de un personaje tan popular como Juana de Arco puede dar vértigo. Su historia, mil veces contada, supone una losa para aquel que busque separar el mito de la verdad. Pero el mundo es para los osados. Por ello, ... la medievalista Helen Castor se ha zambullido de lleno en este personaje; para, como ella misma explica a ABC, atravesar su leyenda y ofrecer una visión realista del personaje. El resultado ha sido ‘Juana de Arco’ (Ático de los libros, 2021) , una obra en la que, por vez primera, se pone en contexto su figura, se hace un retrato de la Doncella de Orleans y –vaya que sí–, se destruyen falacias repetidas hasta la saciedad. Porque, querido lector, por más que nos lo hayan metido por el gaznate en películas, series y demás, aquella chiquilla no usó jamás su apellido y no blandió nunca una espada en batalla.

¿Se ha exagerado el papel de Juana de Arco a nivel histórico?
En cierto modo, sí. Su historia es tan conocida, y se ha contado tantas y tantas veces, que ha acabado siendo un mito , completamente separada de su contexto histórico. Durante este proceso, hasta la propia Juana se ha convertido en un icono comodín para todo tipo de causas : nacionalistas, monarquistas, liberales, socialistas, la derecha, la izquierda, católicos, protestantes, tradicionalistas, feministas… Así como una imagen tan reconocible que se usa para vender cualquier cosa, incluso latas de judías y queso francés.
Pero dentro de esta leyenda se encuentra una vida de trascendental importancia. En 1429, jugó un papel crucial que cambiaría el curso de una devastadora guerra civil en Francia, que llevaba décadas disputándose entre dos facciones irremediablemente enfrentadas, una de las cuales contaba con el apoyo de los ingleses invasores. Esa es la historia que quería contar, la de Juana como ser humano y la complejidad del mundo que le tocó vivir.
¿Llegó a combatir en primera línea, o era, en realidad, un icono que daba ánimos a los soldados?
Juana no aprendió a luchar ni blandió ningún arma en la guerra , nunca mató a nadie con sus propias manos. Pero cabalgó a la cabeza de sus tropas portando su estandarte, a las que instaba desde el frente en cada batalla. En el asedio a Orleans le alcanzó una flecha entre el cuello y el hombro. Para sus hombres, verla tambalearse y volver a erguirse fue un momento clave en lo que acabó siendo una victoria extraordinaria.
¿Cuál cree que es la mayor gesta de Juana de Arco?
Juana era excepcionalmente valiente hasta un punto incluso feroz. Y fue así desde el primer momento que pisó la escena pública, pero, personalmente, su mayor heroicidad fue enfrentarse al horror de su ejecución. Durante sus triunfos y su posterior captura y juicio, siempre mantuvo la inquebrantable creencia de que Dios estaba de su parte y que no la dejaría perecer.
El momento en que, atada a un patíbulo con el verdugo al lado, aquel 24 de mayo de 1431, finalmente se dio cuenta de que nada la salvaría es uno de los más desgarradores en toda su historia. Conmocionada y asustada, se retractó de sus afirmaciones y se sometió a los jueces . Cuando estos volvieron a su celda unos días después, confesó que había sido el miedo a ser quemada lo que le había hecho ceder , pero que, como no podía vivir con su retractación, tendría que enfrentarse a la hoguera después de todo.
Incluso abatida, es esta valentía e integridad de Juana, incapaz de negar las voces de su interior aun sabiendo que no la rescatarían de una muerte terrible, lo que hace que el final de su vida resulte tan conmovedor.

¿Y la mayor mentira histórica que ha podido hallar y que todos creemos?
Hay muchas fuentes —incluso en el propio relato de Juana sobre lo sucedido— donde aparecen inconsistencias y contradicciones entre las diferentes versiones de su vida. Por ello, creo que el mayor malentendido es suponer que se trata de una historia simple o lineal.
Creemos estar seguros de que Juana luchó por Francia y contra Inglaterra, pero lo cierto es que se sumó a una guerra civil donde muchos franceses consideraban el bando de Juana el enemigo y a los ingleses aliados. Además, se trata de la única santa católica —que yo sepa— condenada por herejía según el juicio de la propia Iglesia católica, un detalle que explica por qué no fue canonizada hasta 1920.
Su leyenda es extraordinaria pero, quien investiga estas contradicciones, creo que descubre que la verdad sobre su historia es más extraordinaria todavía.
¿Diría, como se ha intentado demostrar en alguna ocasión, que padecía algún tipo de enfermedad mental?
Se han sugerido todo tipo de enfermedades para intentar explicar las visiones y voces: epilepsia , esquizofrenia o incluso tuberculosis bovina (que puede provocar alucinaciones debido a lesiones cerebrales), pero hacer un diagnóstico transcurridos casi setecientos años resulta imposible. Además, su salud física era en general buena, su discurso fue coherente y articulado, y sabemos que tenía una enorme fuerza psicológica y resistencia física.
Cabe recordar que, para Juana y sus contemporáneos, escuchar voces y tener visiones no era necesariamente signo de enfermedad. Creían que era posible que seres del cielo o el infierno se comunicaran con hombres y mujeres en sus cabales. En ese panorama, puedo imaginarme fácilmente que experiencias sensoriales de luz y sonido, enmarcadas dentro de una intensa fe, pudieran ser interpretadas como mensajes de Dios; así es como he acabado interpretando las descripciones de Juana sobre lo que vio y escuchó.
¿Cómo fue su juicio y cuáles fueron los elementos claves que condujeron a este?
Juana hizo milagros por su rey: levantó el asedio de Orleans y le escoltó hasta su coronación en Reims. Pero cuando se acabaron los milagros —cuando la política ‘habitual’ retomó su curso—, era difícil saber qué hacer con ella. Porque en condiciones normales, ¿qué hacía una mujer en el campo de batalla?
Durante un tiempo se le permitió seguir luchando en pequeñas escaramuzas. Hasta que en mayo de 1430, en la ciudad de Compiègne, fue capturada por sus enemigos franceses, quienes negociaron su custodia con los ingleses. Fue juzgada por herejía ante un tribunal de clérigos franceses que reconocían al rey de Inglaterra como el legítimo soberano de Francia. Juana fue la única testigo, y presentó su caso con asombrosa solidez y entereza . Sin embargo, no tenía ninguna posibilidad: no porque los jueces no ejercieran seria e íntegramente, sino porque, en esta guerra, Dios no podía estar en ambos bandos a la vez.
Pero hay un giro en esta historia. Al final, el rey de Juana ganó la guerra, por lo que, 25 años después de su muerte, se celebró otro juicio para anular el veredicto del primero. En esta ocasión, se pidió a sus amigos, familiares y compañeros de armas que testificaran. Las transcripciones de ambos juicios son las fuentes históricas más sorprendentes y difíciles con las que he tenido la suerte de trabajar.

¿Debemos verla como un icono del feminismo?
Sí, o al menos yo lo hago. No por su opinión sobre el papel de la mujer en el mundo, que eran muy tradicional por lo que podemos saber. Cuando una mujer llamada Catherine de la Rochelle afirmó tener visiones de Dios en las que le decía que trajera la paz a Francia, Juana la tachó de fraude y la mandó de vuelta a sus tareas domésticas. Para la Doncella de Orleans, la misión que Dios le había encomendado era única .
Pero Juana logró lo imposible en aquellos tiempos para alguien de su sexo y clase; y lo hizo con una valentía sin igual, fuerza de voluntad y un carisma deslumbrante. Su vida fue excepcional, y para mí, eso significa que la verdadera Juana de Arco —no la leyenda o el mito— sigue siendo icónica.
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete