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El misterio de la película «maldita» de la Guerra Civil que apareció en el Rastro 60 años después

Dos días antes del inicio del conflicto, en el madrileño parque del Retiro comenzaba a rodarse «Carne de fieras», un filme calificado de «rareza» en la historia del cine español, por su extraño y polémico argumento, anunciado con una vedette completamente desnuda por las calles de Madrid, cuyo equipo desapareció sin dejar rastro

Noticia del diario «Crónica» anunciando el espectáculo que el productor Arturo Carballo y el director Armand Guerra rodaron con la intención de llevarla al cine BNE / Vídeo: «Carne de Fieras», la película maldita que tardó 56 años en estrenarse

Israel Viana

Cuando el 18 de julio de 1936 estalló la Guerra Civil con el asalto al cuartel de la Montaña , en España se rodaban 15 películas. Luis Buñuel, por ejemplo, ayudaba a José Luis Sáenz de Heredia con una de sus primeras cintas, «La hija de Juan Simón». Un comunista convencido y el primo del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera, trabajando juntos y tan amigos . El célebre director Benito Perojo estaba filmando «Nuestra Natacha» y Fernando Fernández de Córdoba, el actor que tres años después leería en la radio el último parte del conflicto, estaba protagonizando «El genio alegre».

Tan solo dos días antes, en el madrileño parque del Retiro sonaba también «¡acción!». Comenzaba el rodaje de «Carne de fieras» y el equipo de la película, incluso, se hacía una fotografía para inmortalizar el momento. Entonces, todo saltó por los aires. «Fue como un terremoto en el que la producción privada casi desapareció», contaba hace no mucho a ABC Román Gubern, historiador pionero en los estudios sobre el cine durante la Guerra Civil. «La gente que se dedicaba a ello no se caracterizaba por una militancia política muy activa y aquello les pilló desarbolados», aseguraba a este diario el director y guionista José Luis García Sánchez.

Se ponía fin a la Segunda República y a la época del gran emporio de Cifesa, que había empezado a exportar películas españolas a Latinoamérica y «The New York Times» hasta incluía críticas de estas en sus páginas. En ese momento, Buñuel también estaba produciendo la película de Jean Grémillon, «Centinela alerta», pero tuvo que mandar rápidamente al director francés de vuelta a París y acabar él mismo. Perojo tuvo que interrumpir «Nuestra Natacha» y en la zona nacional ocurrió lo mismo con «Asilo naval» y «El genio alegre» .

La rareza de «Carne de fieras»

De las quince películas que se tiene constancia de estar en pleno rodaje el 18 de julio de 1936, la única que no llegó a estrenarse durante la guerra o en la dictadura fue «Carne de fieras». Un filme que, a menudo, es citado como una «rareza» en el panorama cinematográfico español, no solo de aquellos años, sino de toda la historia de nuestro cine, tanto por su extraño y polémico argumento como por la desaparición de la mayoría de su equipo sin dejar rastro. Desde entonces, estuvo rodeada de un halo de misterio que la convirtió en leyenda.

Como afirma de ella el catedrático de Literatura Española de la Universidad de Alicante, Juan Antonio Ríos, en su artículo «El erotismo bajo las sombras» , «algunas películas están predestinadas a la condición de malditas a su pesar, incluso después de haber sido concebidas como la oportunidad de realizar un buen negocio». La idea surgió del productor Arturo Carballo después de ver una camioneta por el centro de Madrid anunciando, pocos meses antes del inicio de la guerra, un raro espectáculo: una artista denominada Venus Rubia iba a presentarse en el teatro Maravillas y en el Circo Price provista sólo de un diminuto tanga y en top less, dentro de una jaula con cuatro leones.

«Carballo conocía los gustos y los deseos de los españoles. El éxito en Madrid de aquel espectáculo circense protagonizado por el domador de leones Georges Marck y la bailarina Marlène Grey le animó a producir una película que continuara con el éxito comercial de su filme, “Frivolinas”, estrenado en 1926 [...]. Su objetivo era trasladar a las pantallas el erotismo de la sugerente belleza de quien, en el verano de 1935, había sido elegida miss maillot en Trouville-sur-Mer, una turística playa de Normandía», explica Ríos. Como la definió el periodista valenciano Rafael Martínez Gandía en «Crónica» : «Grey se ofrenda como una diosa pagana a los leones, exponiendo su cuerpo escultural ante las enormes bocas abiertas de las fieras». Y ABC anunciaba su espectáculo como «la presentación de la hermosa estrella del cine con sus danzas artísticas entre leones. Precio: 1 peseta. Duración: 40 minutos».

El domador y el Hombre Autómata

Carballo encargó rápidamente la escritura del guión y la dirección de la película a Armand Guerra , un director anarquista valenciano cuyo nombre verdadero era José María Estivalis . Lo primero que hizo este fue ponerse en contacto con la misma bailarina de aires a lo Greta Garbo cuyo exhibicionismo se había convertido en carne para las revistas y periódicos , ya que quería que ella protagonizara el largometraje. Y, después, con su compañero domador y con el Hombre Autómata que les acompañaba en su número. Y todos aceptaron.

El rodaje comenzó el 16 de julio, pero el inicio de la guerra supuso un corte radical para la industria cinematográfica dos días después. Nadie se imaginaba entonces que fuese a ser tan larga y la mayoría de los proyectos se reanudaron, pero con el cine español también dividido en dos bandos . En el nacional se quedaron sin medios técnicos, puesto que los principales estudios y laboratorios se encontraban en Madrid y Barcelona, donde la insurrección había fracasado. Solo contaban con dos equipos de dos películas de ficción que se encontraban filmando en Córdoba y Cádiz cuando fueron ocupadas por los nacionales. En el bando republicano, por el contrario, escasea el capital. Y en medio, «Carne de fieras».

El rodaje continuó en agosto. El director había montado una historia de amor protagonizada por el famoso boxeador Paulino Uzcudum y Marlène Grey. Todo aderezado con los consabidos celos y peleas entre los pretendientes, con toques de humor y un final feliz. Sin embargo, el argumento no era más que una excusa para mostrar los números circenses y la belleza de Grey sin muchos tabús, desde todos los ángulos habidos y por haber.

Milicianos en los fotogramas

La guerra quedó plasmada en algunos fotogramas en los que aparecían milicianos patrullando por las calles de la capital. Por lo demás, el rodaje estuvo plagado de todo tipo de problemas y peligros, tal y como le ocurrió a las otras catorce películas. Todo se hizo a trompicones y deprisa, pero llegó a buen puerto. El problema que tuvo que resolver a continuación resultó, en cualquier caso, infranqueable, ya que no les quedaban medios ni infraestructura para su montaje. Y, además, el estreno de la película resultaba demasiado problemático en aquel otoño de 1936, puesto que las salas de exhibición ya estaban monopolizadas por los sindicatos.

Tras la victoria de Franco, Carballo se encontró con un material tan impúdico para los nuevos baremos de la dictadura —una artista desnuda, un marido divorciado y una mujer adúltera—, que su difusión era imposible. «Su optimismo le llevó a concebir la posibilidad de dibujar a mano un maillot para ocultar la desnudez de Grey, pero el proceso de convertir el tanga dorado en un decoroso modelo de baño era tan complejo como chapucero. Pronto comprendió que la opción adecuada pasaba por el olvido», explica Ríos.

Los protagonistas de «Carne de fieras» habían dejado España antes de acabar 1936. Poco después comenzaron a circular rumores de que uno de los leones había acabado con la vida de Marlène Grey, pero no hay ninguna información ni nota al respecto en las historias generales del circo francés. Otros testimonios aseguran haberla visto en los años 40 actuando en el norte de África, pero ninguno de estos datos se confirmó jamás y nunca se volvió a saber de ella.

El destino de Tina de Jarque

Tina de Jarque, otra de las vedetes contratadas para el filme, cuya fama había rebasado las fronteras de España en los años 20 y 30, fue detenida en Madrid, en noviembre de 1936, por Abel Domínguez, pagador de las milicias de Andalucía y Extremadura de la CNT. Al parecer se había enamorado perdidamente de ella y esta no le correspondió. Fue acusada de espía, quintacolumnista y de ser cómplice del robo de joyas por los anarquistas , pero se desconoce su destino final. Algunas teorías apuntan a que consiguió huir y la mayoría, a que fue fusilada. Pero tampoco hay ninguna huella documental sobre su ejecución.

Según recoge «El enigma de Tina», de Alfonso Domingo, se encuentra enterrada en el cementerio de Valencia. «Su recuerdo se fue diluyendo porque no fue cómoda para ninguno de los dos bandos. La dictadura franquista dejó poco resquicio para el tipo de espectáculo que ella hacía, los anarquistas la afeaban a la hora de reivindicarla y los republicanos le achacaban el dinero y su relación con personajes como el banquero Juan March, de quien fue amante», explicaba el autor a ABC en 2013 .

En lo que respecta al director Armand Guerra, antes de rodar «Carne de fieras» había vivido en Rusia durante la revolución bolchevique y en Alemania en los años de la República de Weimar. Cuando acabó la película el 26 de septiembre, se dirigió al frente a filmar hasta que fue arrestado en 1938. Tras ser puesto en libertad cuatro meses después, se marchó a París a reunirse con su mujer y su hija. Allí, el 10 de marzo de 1939, cayó fulminado por un aneurisma en plena calle y murió. La práctica totalidad de sus películas también se perdieron.

Los rollos y el Rastro

Carballo, por su parte, jamás volvió a producir una película y continúo al frente del cine Doré, sede actual de la Filmoteca española. Allí durmieron los rollos sin montar de «Carne de fieras» durante décadas, hasta que los herederos de Carballo los vendieron y se perdieron. Al parecer pasaron por varias manos, sin que se sepa a ciencia cierta cuáles fueron estas. Se sabe que, finalmente, fueron vendidos a un comerciante anónimo del Rastro y este, a su vez, se los vendió a Raúl Tartaj, un director de cine, representante de artistas y, sobre todo, uno de los mayores coleccionistas de películas de la historia de España, con más de 2.000 títulos en su catálogo.

En 1991, sin saber exactamente qué joyas se iba a encontrar, la Filmoteca de Zaragoza adquirió los fondos de Tartaj y, al hacer el inventario, se llevaron la gran sorpresa: allí estaban los 42 rollos de aquella joya de culto, entre otras del NO-DO, documentales de principios del siglo XX, filmes mudos y otros de distintas nacionalidades de los primeros años del cine sonoro. Muchos de estos se encontraban en soporte de nitrato de celulosa, de fácil inflamación y degradación, pero la Filmoteca decidió estudiarlos, clasificarlos y restaurarlos.

De las insólitas imágenes de «Carne Cruda» se encargaron Ana Marquesán y Ferrán Alberich, que las restauraron y montaron. «Es un caso insólito dentro de la cinematografía española y mundial, según mis datos. Nunca se ha realizado la consecución de una película después de permanecer más de medio siglo guardada en archivos», comentaba este último a ABC tras su estreno en 1992. Desde entonces, el filme ha despertado el interés por conocer la trayectoria de su director, que hasta ese momento había caído en el olvido, incluso, en su propia tierra natal.

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