Alzados contra la Corona, sublevados contra la República: 90 años de la insurrección de Jaca
Tras rastrear el destino de los oficiales procesados en Jaca, el investigador Pedro Corral revela que casi la mitad lucharon seis años después contra el ejército republicano en la Guerra Civil española

El 12 de diciembre de 1930 estalló en Jaca (Huesca) una insurrección militar encabezada por los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández. Su propósito era derribar la Monarquía encarnada por Alfonso XIII y proclamar la República, de acuerdo con las directrices ... del comité revolucionario creado por las fuerzas antimonárquicas del Pacto de San Sebastián, aunque la determinación de Galán hizo que la sublevación se adelantara varios días al plan del comité. En pocas horas, los rebeldes se hicieron con el control de Jaca , haciendo prisionero al gobernador militar, general Urruela, entre otros jefes y oficiales. Se produjo un tiroteo en el cuartel de la Guardia Civil , que se saldó con la muerte de un sargento de la Benemérita, y otro choque en la Comandancia de Carabineros, donde murieron dos números.
Proclamada la República en el Ayuntamiento de Jaca, donde se colocó la bandera tricolor, los insurrectos formaron una columna con 900 efectivos para dirigirse a Huesca. A la altura de Anzánigo, salió al encuentro de la columna el gobernador militar de Huesca, general Manuel Las Heras, acompañado por fuerzas de la Guardia Civil. Allí se produjo un tiroteo en el que resultó herido Las Heras, que fallecería días después, y muertos un capitán y un número de la Benemérita. En la madrugada del día 13 los sublevados llegaron al Santuario de Cillas , donde se encontraron con fuerzas gubernamentales mandadas por el general Ángel Dolla. Galán envió a los capitanes García Hernández y Salinas para instar a las tropas de Dolla a sumarse a la sublevación, pero éstos fueron inmediatamente detenidos. Los disparos de la artillería gubernamental contra las posiciones de los sublevados, que causaron cuatro muertos, provocaron la desbandada de las fuerzas de Galán, que se entregó en Biscarrues.
Los oficiales serían expulsados del Ejército, en el que reingresaron después de la proclamación de la Segunda República, con la que se decretó su amnistía después de estar presos apenas unos días en las prisiones militares de Mahón y Chafarinas.
Al día siguiente, 14 de diciembre, Fermín Galán y García Hernández fueron sometidos en Huesca a consejo de guerra , condenados a muerte y fusilados. La tan ansiada Segunda República, proclamada cuatro meses más tarde, el 14 de abril de 1931, tenía ya sus mártires.
A los capitanes Galán y García Hernández les siguieron en el golpe contra la Monarquía decenas de oficiales y suboficiales que serían también procesados y condenados por rebelión militar. En el consejo de guerra sumarísimo del 14 de diciembre fueron procesados también un capitán, dos tenientes y un alférez. El 13 de marzo de 1931 comenzaría en Jaca la vista de la causa contra otros setenta y siete oficiales y clases de segunda. Los oficiales serían expulsados del Ejército, en el que reingresaron después de la proclamación de la Segunda República , con la que se decretó su amnistía después de estar presos apenas unos días en las prisiones militares de Mahón y Chafarinas.
La investigación sobre sus trayectorias posteriores en los anuarios militares, los diarios oficiales de los Ministerios de Guerra, Defensa Nacional o Ejército y los expedientes del Archivo General e Histórico de Defensa, ofrece la sorprendente revelación de que casi la mitad de los capitanes, tenientes y alféreces implicados en la sublevación de Jaca contra Alfonso XIII se sumaría a las fuerzas de Franco y Mola en el golpe de julio de 1936 contra la República. Toda una prueba de la complejidad de los acontecimientos en la España de los años 30, que se compadece mal con los relatos simplistas de quienes intentan ahormar aquel convulso pasado a una memoria selectiva. De hecho, el Regimiento Galicia 19 , protagonista de la insurrección de 1930 en Jaca, encabezó también el alzamiento militar de 1936 en la ciudad.

De los seis capitanes condenados por la rebelión de Jaca, tres se mantendrían fieles al gobierno y otros tres se sumarían a las fuerzas sublevadas en julio de 1936 . Lo mismo ocurriría con los tenientes: seis se decantaron por el bando gubernamental y seis por el sublevado. En cuanto a los alféreces, siete se mantuvieron leales al gobierno y tres se unieron a los rebeldes. En suma, de los 28 capitanes, tenientes y alféreces condenados en 1930 por la sublevación de Jaca que tomaron partido el 18 de julio de 1936, 16 fueron leales al gobierno del Frente Popular y 12 se unieron al movimiento para derrocarlo.
El capitán Salvador Sediles Moreno , del Batallón de Montaña La Palma 8, fue uno de los sublevados en Jaca con mayor fama en el nuevo régimen republicano. Fue el único de los procesados condenado a la pena capital en la segunda causa por la sublevación de Jaca. Alfonso XIII le conmutó la condena por la de treinta años de prisión. En 1931 fue elegido diputado de las Cortes constituyentes por Barcelona. Cuando estalla la contienda civil, Sediles se convierte, con 39 años, en jefe militar del batallón «Águilas de la libertad», organizado por la CNT, que formó parte de las fuerzas que sitiaron el Alcázar de Toledo. Murió en accidente de automóvil el 28 de septiembre de 1936 cuando se retiraba de la ciudad imperial ante la llegada de los nacionales.
También fue leal al gobierno republicano en 1936 el capitán Carlos Díaz-Merry y Cejuela, uno de los responsables de la columna que partió en tren de Jaca, condenado a 12 años.
Otro capitán destacado en la sublevación de Jaca fue Luis Salinas García. Condenado a cadena perpetua, estaba en situación de retirado en 1936. Reincorporado al Ejército, en enero de 1937 fue nombrado director de la Escuela Popular de Artillería con el grado de comandante. A principios de 1939, ya ascendido a teniente coronel, es nombrado jefe de la base naval de Rosas (Tarragona).
También fue leal al gobierno republicano en 1936 el capitán Carlos Díaz-Merry y Cejuela , uno de los responsables de la columna que partió en tren de Jaca, condenado a 12 años. Estaba en situación de retirado cuando estalla la guerra. Responde al llamamiento del gobierno para presentarse a luchar contra los sublevados, combatiendo en Guadarrama y Barbastro. En marzo de 1937 participa en la batalla de Guadalajara. Será ascendido a mayor y pasará en mayo de 1937 a mandar la 64ª Brigada Mixta , destinada en Teruel. Después será nombrado jefe de Estado Mayor de la 53ª División. Fue condenado por los vencedores en Valencia a 20 años y 1 día de prisión por auxilio a la rebelión. Se le concedió la libertad provisional en mayo de 1945.
«Por Dios y por la Patria»
Por el contrario, se sumará a los sublevados el capitán Antonio Martínez García , destinado en Jaca en el mismo Regimiento Galicia 19 con el que participó en la asonada de 1930, que le valió una condena de dos años de cárcel. Martínez García morirá en combate a los dos meses de comenzada la contienda, el 26 de septiembre de 1936, en el cerco de Estrecho de Quinto (Huesca). Un diario local, «El Pirineo Aragonés» publicará al año siguiente su esquela como caído «por Dios y por la Patria». Los capitanes José Solís Chiclana , condenado a 12 años en 1930, y Enrique García-Argüelles Sánchez, condenado a dos años y 11 meses, desempeñaron también un papel clave en la sublevación contra el gobierno de la República: el primero en Huelva y el segundo en Jaca.

Pero entre los oficiales implicados en la intentona liderada por Galán y García Hernández que se sumarían después al golpe militar de Franco y Mola, destaca sobremanera el teniente Isidro Rubio Paz . Condenado a 6 años de prisión en 1930, formó parte del retén que vigilaba la ciudadela de Jaca. En julio de 1936 estaba destinado en el Batallón Ciclista, en Alcalá de Henares (Madrid), junto con otra figura sobresaliente de la fe republicana: el también capitán Pedro Mohíno Díaz, quien el 14 de abril de 1931 apareció en la madrileña Puerta del Sol vestido con su uniforme del arma de Ingenieros y enarbolando una gran bandera tricolor que plantó en el balcón del Ministerio de Gobernación .
Como he relatado en uno de los capítulos de «Eso no estaba en mi libro de la Guerra Civil» (Almuzara) , Rubio y Mohíno formaron parte de la oficialidad que el 20 de julio de 1936 sublevó sin éxito a las unidades acuarteladas en Alcalá. Conducidos a la cárcel Modelo de Madrid, fueron juzgados y condenados a muerte el día 23 de agosto. En su último alegato ante el tribunal popular, Rubio y Mohíno exhibieron sus convicciones republicanas, pero sin resultado. Fueron fusilados el 24 de agosto en la Ciudad Universitaria.
Otro teniente con una trayectoria destacada fue Cayetano Corbellini Obregón, condenado a 6 meses y 1 día en 1930 por desarmar a las fuerzas de la Benemérita en Jaca. Estaba destinado en el Batallón de Cazadores de Ceuta 7 al comienzo de la Guerra Civil y luchó después como capitán en el Grupo de Regulares de Melilla 2. Fue herido grave en combate en dos ocasiones: el 27 de julio de 1937 y el 24 de marzo de 1938.
Mención especial merece el teniente de artillería Eustaquio Mendoza García-Gallo , condenado a cadena perpetua en 1930, aunque el fiscal pidió la pena capital. Fue hombre de confianza de Galán: sublevó a las fuerzas de artillería y se adueñó de su polvorín. En julio del 36 estaba destinado en el Taller de Precisión de Artillería , donde permaneció buena parte de la contienda. Terminó la guerra con el grado de mayor, con 33 años. Vecinos falangistas de su pueblo, Villatobas (Toledo) , declararon en su procesamiento que fueron protegidos por Mendoza. Algunos de sus subordinados en el Taller de Precisión le calificaron como «persona de orden y derechas». Agentes de la «quinta columna» testificaron que Mendoza había formado parte de la organización, realizando sabotajes. Pese a ello, en junio de 1939 fue condenado a 20 años, pena que en septiembre le fue conmutada por un año. En abril de 1940 fue puesto en libertad.
En su último alegato ante el tribunal popular, Rubio y Mohíno exhibieron sus convicciones republicanas, pero sin resultado.
De los seis tenientes condenados por el golpe de Jaca que se mantuvieron leales a la República en 1936, destaca Manuel Muñiz Izquierdo condenado a cadena perpetua. Se encontraba en situación de disponible en Valencia al estallar la guerra. A finales de 1937 ingresó en el Cuerpo de Seguridad , donde fue jefe de la 10ª Brigada de Asalto. Fue fusilado por los franquistas el 16 de febrero de 1940 en Alicante, con 53 años. Otro teniente condenado a cadena perpetua en el primer juicio por la rebelión de Jaca fue Manuel Fernández Gámez , que ayudó a organizar el convoy ferroviario hacia Ayerbe. En julio de 1936 era capitán del Batallón de la Guardia Presidencial, con 33 años. Se mantendrá leal al gobierno y combatirá en agosto en el Alto del León. Pasará a incorporarse a la 78.ª Brigada Mixta, en el frente de Granada. Entre 1937 y 1938 estuvo de nuevo en el Batallón de la Guardia Presidencial . Se exilió en Francia en febrero de 1939. Regresó a España en 1949 y fue condenado a 20 años de cárcel por adhesión a la rebelión, aunque sería indultado al mes siguiente.
También sobresale el teniente Justo López Mejías , que recibió una sentencia de 20 años de prisión por la rebelión en Jaca. Al año de proclamarse la República, fue destinado al Cuarto Militar del Presidente, entonces Niceto Alcalá-Zamora . En ese destino continuaba cuando estalló la guerra. A finales de 1936 fue nombrado jefe de la 20ª Brigada Mixta, en formación en Murcia. En los primeros meses de 1938 estuvo al frente, como jefe accidental, de las 37ª y 38ª divisiones, y en mayo fue nombrado jefe de la 68ª División, siempre en Extremadura. Fue condenado a muerte por los vencedores en Alicante en septiembre de 1939, aunque varios testigos afirmaron que López Mejías los había liberado de «checas». Dos meses después se le conmutó la pena capital por la de 30 años y 1 día. En 1945 se le concedió la libertad condicional y en 1947 el indulto.
Trayectorias singulares
Otro condenado a 20 años por el golpe de Jaca con una trayectoria singular fue el teniente Francisco Albiac Franc . Formó parte de las fuerzas mandadas por ferrocarril hacia Huesca. En 1934 intervino como teniente de Asalto contra el golpe de Companys en Barcelona, participando en la detención de doscientos «mossos». El estallido de la Guerra Civil le sorprende en el Batallón de la Guardia Presidencial, con 31 años. En los primeros meses de la contienda estuvo destinado en Cercedilla (Madrid) , donde llegó a ser nombrado comandante militar en septiembre, cargo donde, según su declaración a los vencedores, «evité a toda costa el que hubiese ningún acto de violencia, no habiéndose cometido ningún fusilamiento».

Albiac terminó la guerra en el I Cuerpo de Ejército , donde en marzo de 1939 se puso del lado del coronel Casado en su golpe contra Negrín. Encarcelado por los comunistas en Manzanares el Real (Madrid), pudo liberarse y detener al coronel Barceló, uno de los líderes de la revuelta comunista. Fue condenado en 1942 a 30 años de prisión por adhesión a la rebelión a pesar de los numerosos testimonios a su favor como persona de «buen corazón» que protegió a derechistas de la persecución frentepopulista. Fue indultado en diciembre del 45.
Esta es una de las muchas páginas de la historia de nuestros convulsos y trágicos años 30 que quedaban aún por escribir. Los oficiales implicados en la sublevación de Jaca de diciembre de 1930 contra el Rey Alfonso XIII , situada en lo más alto de la mitología del republicanismo español, se dividirían y enfrentarían a muerte solo seis años y medio después en la Guerra Civil . Si en la primera ocasión unieron sus destinos contra la Monarquía, en la segunda se combatieron unos a otros en defensa o en contra de la República gobernada por el Frente Popular. Ante todos los protagonistas de este paradójico capítulo histórico, que los llevó al paredón de fusilamiento o a la muerte en combate, a la cárcel o al exilio entre las ruinas del régimen republicano por el que se habían conjurado en 1930, solo cabe alzar un respetuoso réquiem.
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