Exhibición con poco premio
Increíble. Inaudito. Sin calificativos. El Barcelona empató un partido ante el Arsenal que debió terminar en goleada a favor de los azulgrana. Tiró setenta minutos de exhibición en un despiste de la defensa y en un dudoso penalti de Puyol sobre Cesc. Se dejó ir un partido, que deja abierta la eliminatoria para la vuelta en el Camp Nou. [Narración y estadísticas]
El Barcelona volvió a mostrar, pese al empate, su imagen de todopoderoso, de maltratador de rivales. De amo y señor de esta era. Y que sólo un accidente puede apartarle de tocar la Copa en el Bernabéu. Si alguien dudaba de sus prestaciones que se ponga el vídeo de anoche y examine los primeros setenta minutos. No se puede jugar mejor y su exhibición debió llevar mejor premio.
Salió al campo a lo grande. En plan dominador, casi abusón. Se adueñó del balón y dio un recital. Fueron veinte minutos de obra maestra. De buen juego, de dominio, de asociación, de ocupación de los espacios, de mando, de todo. Un repaso impropio de un cuarto de final. Los aficionados y Wenger se frotaron los ojos buscando una respuesta al soberbio arranque.
Majestuoso el Barcelona, no encontró premio al asedio. En la franja del baile dispuso de hasta diez ocasiones claras de gol. Sí, clarísimas y a bocajarro. Xavi, Keita, Messi, Ibrahimovic... Todos participaron del tiro al pichón, pero incomprensiblemente no encontraron la red. En unas ocasiones Almunia, espectacular en los mano a mano, y en otras los defensas evitaron lo imposible. El gol parecía cantado. Pero no llegó antes del descanso.
Sobre todo por culpa de Ibrahimovic, que falló más que una escopeta de feria. Fue ridícula la primera parte del Arsenal, empequeñecido por culpa de la lección del rival. Pudo estirarse en un par de ocasiones y pese a vivir la mayoría del tiempo en su campo, esforzado en la tarea defensiva, puso en apuros a Valdés en una jugada ilegal. Berdtner acertó con el palo después de una intervención del portero. Punto y final.
El fútbol fue injusto con el Barcelona. Mereció dejar sentenciada la eliminatoria a las primeras de cambio y le tocará remar porque el fútbol es una ciencia inexacta. Guardiola ganó la batalla táctica a Wenger, pero no la del marcador.
Aguantó el chaparrón el Arsenal y en la primera jugada de la reanudación llegó el mazazo. Almunia midió mal una salida e Ibrahimovic se inventó una vaselina. Siguió el vendaval y coló el segundo por la escuadra. Se esperaba la merecida goleada y apareció en el campo Walcott para cambiar el decorado.
Recortó la desventaja y metió a su equipo en el partido. Entonces reculó el Barça y llegó el penalti a Cesc. Para frotarse los ojos. Dilapidada la renta y con uno menos por la expulsión de Puyol, el Barça acabó pidiendo la hora.
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