«El hombre es el más temible de los predadores» Juan Pedro Quiñonero _ Periodista y escritor
POR ANTONIO ASTORGAFOTO: ERNESTO AGUDO-«Andante sostenuto»...-Caína es la ciudad donde Dante entierra a los herederos de Caín. A mí me sirve como parábola de nuestra historia contemporánea. Mis

POR ANTONIO ASTORGA
FOTO: ERNESTO AGUDO
-«Andante sostenuto»...
-Caína es la ciudad donde Dante entierra a los herederos de Caín. A mí me sirve como parábola de nuestra historia contemporánea. Mis modelos son Valle-Inclán, Faulkner, y Juan Benet. A partir de ahí... intento rescatar la memoria de los olvidados y proscritos de todos los bandos. Había ganadores satisfechos y felices con la victoria de su bando. Había perdedores imperiales, confiados en el triunfo mesiánico de Moscú. Mis personajes hablan de quienes fueron perseguidos y exterminados por los lobos de todos los bandos.
-¿El canibalismo moral e ideológico se impone en esa Caína como una nueva forma de horror? -El canibalismo de Caína ha tenido muchos cronistas de genio: Quevedo, Goya, Galdós, Cela. En mi Caína, la moral y la virtud han terminando convirtiéndose en marcas publicitarias. Y la compraventa de las mercancías que llevan esas etiquetas es un negocio floreciente. De ahí que florezcan mafias filantrópicas que pretenden manipular en beneficio propio esos mercados de la moral y la virtud maquilladas.
-¿Por qué el sectarismo, la mala fe y la ignorancia triunfan en una Caína caída de hinojos entre las cenizas de sus demonios?
-Porque el tráfico con mercancías falsas, corrompidas, fraudulentas, se instala en el corazón de la vida pública. Decir mentiras o matar al vecino ocurre en las mejoras familias. La novedad pavorosa, en mi Caína, es que las palabras donde se funda toda moral, «libertad», «justicia», «honradez»... se han privatizado en beneficio de mafias filantrópicas. Y esas mafias filantrópicas introducen nuevas formas de confusión cainita, «excomulgando» o condenando al ostracismo a quienes no pertenezcan a las empresas públicas o privadas que trafican con las palabras del patrimonio común.
-El espíritu de Vilató, Gaya, Bergamín, Feliciano Fidalgo, Lasso de la Vega, Néstor Almendros, Ramón Gómez de la Serna... se pasea por Caína. ¿El homenaje del amigo a la historia nunca escrita de los desterrados irredentos?
-El homenaje es evidente, hacia mis amigos y maestros. Pero también se trata de una manera de contar la historia de Caína. En mi biografía de la escritora imaginaria Celia Jiruña Carón, «La locura de Lázaro», había muchos personajes reales que dialogaban con personajes imaginarios. En esta segunda parte del ciclo los personajes imaginarios también se cruzan por todas partes con personajes bien reales, periodistas, escritores, artistas...
-«Allegro suicida». En Caína la agonía del dictador toca a su fin. Sus herederos se disponían a traicionarlo. ¿Caína se entrega a quienes la seducen con los conjuros hechizados de su retórica parda?
-Caína se dejó engañar y violar, efectivamente, por gobernantes atacados de lincantropía, empresarios venales, héroes descarriados, políticos corruptos, furcias radiofónicas, serpientes ideólogas, distribuidores de basura, mafiosos filantrópicos... que de todo hay en la viña del Ruedo Ibérico.
-«Presto mortal». ¿Caína es, pues, la España tardofranquista cainita del poder, tomado por unas cofradías y mafias filantrópicas con algunas relaciones y sucursales en París y Roma, unidas por el dinero, la corrupción, la política, el sexo y la droga dura de la falsedad ignorante?
-Mi Caína viene del Ruedo Ibérico valleinclanesco, de la Región de Benet, del faulkneriano condado de Yoknapatawpha, de la Colmena de Cela, incluso del Café Gijón de Umbral. A nosotros nos tocó vivir en una España donde se remataba a los terroristas enterrándolos en cal viva. Y tales comportamientos se perpetraban en nombre de la moral democrática. Ese descarrío y corrupción de la moral ocupa una parte central en mi libro.
-«Adagio otoño». Martirologio y calvario en Caína, abrasada por el terrorismo, marasmo de las lenguas, inmoralidad y corrupción que no cesa de sus gobernantes.
-Solo pondré un ejemplo reciente. Cuando la alcaldía de una ciudad histórica paga con una estatua, en una plaza pública, ante una milenaria catedral gótica, al autor de novelas producidas en serie (Ken Follet), para agradecerle los servicios publicitarios prestados, se está cometiendo algo peor que un acto de barbarie interesada: se está profanando la memoria de los constructores de catedrales, se está profanando la memoria de quienes murieron por construir y defender una ciudad libre, ante esa catedral. Mi novela recuerda otros ejemplos bien siniestros para la moral cívica, como el de quienes se enriquecían «privatizando» la seguridad pública.
-¿La humanidad camina sin freno al abismo del averno?
-El hombre ha sido capaz de inventar cosas tan capitales como las palabras amor, paz, justicia, libertad. Y ha sido capaz de morir por defender tales ideas. El hombre también es el más temible de todos los predadores.
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