De inutilidad pública
Hace más daño una Ley mal hecha que la falta de Ley. La injusticia desanima y duele mucho más que el olvido. A ver cómo le explico yo ahora a mi amigo Manolo, un enamorado del ciclismo, mecenas indesmayable de un equipo aficionado, que los 6.000 eurillos anuales que con esfuerzo «distrae» de su bolsillo a costa de su modesto negocio de hostelería (o de carpintería, o de ferretería, o de...) en busca de embriones de Induráin no son desgravables. Y no lo son porque el equipo al que apadrina no es «de interés público y sin fines lucrativos». Justo lo contrario que la federación del ramo, que por cierto nunca le ha perdonado los gastos de inscripción federativa, seguros de accidente y demás gastos de sus corredores. Quizá por la «insocial» labor que realiza fomentando el ciclismo (o el tenis, o la gimnasia, o...).
La Ley de Mecenazgo ya nace viciada. Porque ignora -y además a propósito, lo cual raya el desprecio aunque no sea intencionado- a todos los «Manolos» que hacen del deportista base la base del deporte. Pero no sólo a ellos. También a los «ricos» que se devanan los sesos para sacar a la elite adelante. Porque supedita al no afán de lucro la posibilidad de recibir subvenciones desgravables, cuando lo lógico sería supeditarlo al logro de objetivos deportivos. ¿O es que la inversión que, por ejemplo, hacen los clubes de fútbol en el fomento de las canteras -con las que se nutren todas las selecciones nacionales de las que luego presumen los dirigentes- no es un gasto que se evita la Federación y, por delegación, el Estado? Pero admitamos que no sea políticamente correcto -por más que no fuera injusto- ayudar a quien paga 6 millones de euros a Ronaldo, Kluivert o Aimar. Pero a «mis amigos Manolo»...
Con todo, tranquilos. Que los responsables no tiemblen. Que sus imágenes sonrientes al lado de los campeones, medallistas y demás triunfadores seguirán apareciendo. Porque los «Manolos» no actúan por dinero, sino por amor, y así la salud del deporte, gracias a ellos y a pesar de otros, está garantizada.
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