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Salvar al PNV

En la clausura de un ciclo de conferencias de la Fundación Sabino Arana, entidad

En la clausura de un ciclo de conferencias de la Fundación Sabino Arana, entidad del PNV como no podía ser de otro modo, el diputado general de Vizcaya, José Luís Bilbao, aseguró que la fórmula del «tripartito» (el Gobierno vasco formado por PNV, EA e IU que preside Ibarretxe) está agotada. Bilbao es un peso pesado del PNV en Vizcaya, con el añadido de un presupuesto y un poder político importantes, que pertenece, en la pelea interna que vive su partido al sector, por decirlo de algún modo, más moderado. Cree, en esta tesitura, que el entendimiento para la gobernabilidad de esa comunidad debe ser entre socialistas y nacionalistas y, sin oponerse a ninguna de las reivindicaciones anticonstitucionales del nacionalismo, trata de dilatarlas y ponerlas sordina.

Llama la atención esta declaración, por su protagonista y el marco elegido, pero tampoco es nada nuevo. Arzalluz ya había declarado hace tiempo, antes y durante la última «tregua» de ETA, que en el PNV había quienes querían pactar con el PSOE y quienes deseaban «acumular fuerzas» con otros nacionalistas, incluidos los de Batasuna, para plantear un reto político con un apoyo considerable. Él, Arzalluz, pertenece a este segundo grupo con Egibar y otros dirigentes del partido. Bilbao, y la mayoría de los de Vizcaya (como el dimitido Imaz), estarían en el primero. La primera paradoja es que el PNV es un partido en el que la gran mayoría de sus afiliados están en Vizcaya, que es donde mejor ha resistido por cierto la debacle de las últimas elecciones locales y generales, aunque su compleja estructura interna da un poder desmedido a otros territorios en los que la implantación es menor y los resultados mucho peores. Imaz dimitió porque no pudo imponer su criterio en ese entramado, o evitar el de Ibarrtexe y Egibar, sin el riesgo de grave división.

Como se está viendo estos días, los dos grandes partidos nacionales observan con atención lo que ocurre en el nacionalismo vasco y desean, para el presente y el futuro, unas mejores relaciones. Las tuvieron ambos en el pasado con el PNV y se reformula ahora la buena voluntad. Se ha visto así, aunque Zapatero no haya querido negociar su investidura con el PNV, en la constitución de la Mesa del Congreso y en las palabras del líder socialista en el debate. Ahora, en la redacción de la ponencia política del PP para su congreso, aparecen voces que solicitan una estrategia de acercamiento aunque se mantengan los principios de los conservadores sobre el modelo de Estado. Todos ellos añaden a esos deseos la esperanza de que el PNV resultante de esta crisis sea el de Imaz, o el de Urkullu y Bilbao ahora, y no el de Ibarretxe y Egibar.

Sin embargo, la lógica de estas estrategias no debería ser «salvar» al PNV sin que este partido haga la reflexión pendiente acerca de sus contradicciones. No las internas, sino las que enfrentan a una política etnicista y autodeterminista de Ibarrtexe, sostenida por todos los documentos del PNV, con la democracia y el sistema constitucional. Ni tampoco conseguir parlamentaria y políticamente un apoyo minoritario a cambio de cesiones o paños calientes con quienes no las resuelven. La firmeza, además, debe ser compartida.

Cada declaración como la de Bilbao, que realmente revela un amplio estado de opinión, viene acompañada por el contrapeso ambiguo de algún otro «moderado», como en esta ocasión el propio presidente del PNV. La salida que se propone, además, es siempre una salvaguarda de las propias posiciones anticonstitucionales del nacionalismo vasco. Bilbao ha hablado de un doble fracaso, como si se pudieran comparar: el electoral del acuerdo entre populares y socialistas en 2001 y el del PNV con ETA y Batasuna en el Pacto de Estella. Este último no es un fracaso como aquel (en el que sólo faltaron un puñado de votos), sino una estrategia política antidemocrática (tomar el discurso de ETA y hacerlo triunfar a cambio del cese del terror). En ese panorama intelectual y moralmente desequilibrado se trataría de pactar con el PSOE a cambio de seguir en el poder y conseguir un alto porcentaje de las reivindicaciones de aquel discurso.

El verdadero acercamiento es del PSOE y el PP. Los socialistas fueron tras los populares que gobernaban en 2001 porque tenían una doctrina compartida. Se trata de que la recuperen o reformulen ahora para que el PP vaya detrás del PSOE. Para colocar al PNV ante sus contradicciones y ofrecer una alternativa a tantos años de agobiante gobierno en el País Vasco. No se me ocurre fórmula mejor para salvar al PNV.

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