Mueren dos israelíes y dos palestinos en una emboscada
Tras la muerte de dos soldados y dos milicianos palestinos en el choque más sangriento en la Franja desde que terminó la ofensiva israelí hace 14 meses
Dos soldados israelíes, uno de ellos un oficial de la prestigiosa Brigada Golani, y dos milicianos palestinos han muerto en el choque más sangriento en la Franja de Gaza desde que terminó la última ofensiva israelí hace 14 meses.
El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, anunció que Hamás «pagará un alto precio» por los incidentes. Horas después, cinco blindados y dos bulldozer penetraron en la Franja, mientras cazas y helicópteros Apache bombardeaban varios objetivos cerca de Jan Yunis.
Los enfrentamientos previos se produjeron en las cercanías del paso fronterizo de Kissufim, cuando una patrulla israelí penetró 500 metros en suelo palestino tras haber detectado un grupo que, al parecer, estaba ocultando cargas explosivas próximas a la línea divisoria. El intercambio de fuego fue inmediato. En él perecieron los dos milicianos mientras que el vehículo israelí, según la versión del Ejército, resultó alcanzado por el estallido de una bomba que mató a los dos soldados, cuyos cadáveres fueron evacuados del lugar por sus compañeros.
Alforjas vacías
En contra de lo ocurrido en el último año, en el que Hamás ha velado por mantener un precario alto el fuego o tregua no escrita con Israel, los islamistas han reclamado la autoría de «los disparos» que dieron muerte a los dos soldados. «Fue el resultado de nuestro contraataque en respuesta a fuerzas israelíes que estaban operando dentro de la frontera. Es nuestro trabajo, pero lo hicimos en defensa propia», declaró a Al Aqsa TV el portavoz del movimiento, Abu Obeida.
No obstante, la acción fue reivindicada también por la Yihad Islámica, y aun por una tercera organización hasta ahora desconocida, que dijo llamarse Taliban Falasteeen (Talibanes Palestinos) y estar afiliada a Al Qaida.
La espiral de violencia desencadenada en Gaza en las últimas semanas está coincidiendo con el bloqueo de las expectativas para reactivar el proceso de paz, producido tras la insistencia israelí en seguir construyendo en Jerusalén Este.
Este viernes, recién llegado de Washington donde Barack Obama le exigió limitar ya esa expansión colonizadora, Benjamin Netanyahu reiteró a la cúpula de su Gobierno que las obras judías en los barrios árabes de la Ciudad Santa no se van a detener. Según dijo, esa decisión no obedece a las «presiones» de sus aliados ultraderechistas del Shas o el Israel Beitenu, sino que —dijo— «yo mismo pienso continuar construyendo en Jerusalén como lo hicieron los anteriores primeros ministros. No necesito socios de coalición que me presionen para eso».
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