Devoción entre tambores

CADA rincón de España vive la Semana Santa con un fervor bien diferente. En Teruel, el duelo por la muerte de Cristo se ve interrumpido de manera súbita cada Viernes Santo por el estruendo de los bombos y los tambores. Es su particular forma de expresar la fe. En tierras turolenses, todo el protagonismo recae en el ruido que emerge de los bombos y los tambores, aquí no hay cabida para el silencio. Esta espectacular y ruidosa celebración de la Semana Santa está declarada bien de interés turístico y hace que miles de turistas se acerquen hasta el Bajo Aragón para impregnarse de esta particular forma de vivir la Semana Santa. El sonido de los bombos y los tambores recuerda el estremecimiento que sacudió al mundo en el instante en que Jesucristo falleció en la Cruz.
Así, es en el Bajo Aragón donde esta emblemática manifestación de fe popular adquiere su máxima fuerza. Uno de los mayores atractivos de la provincia es la Ruta del Tambor y del Bombo. La integran nueve municipios turolenses: Albalate del Arzobispo, Alcañíz, Alcorisa, Andorra, Calanda, Híjar, La Puebla de Híjar, Samper de Calanda y Urrea de Gaén. Todos ellos comparten un mismo objetivo: fomentar y cuidar una tradición milenaria. Les une una manera muy particular de entender esta fiesta, y es que todos ellos hacen del ruido su particular duelo.
«La Rompida de la Hora» es el momento cumbre de la Semana Santa en estas localidades, una especie de catarsis colectiva que rompe el silencio del duelo por la muerte de Cristo. Cada una de las localidades que integran la Ruta vive este ritual de forma bien distinta, cada una tiene sus propias marchas y la indumentaria varía dependiendo del lugar. Así, en Albalate del Arzobispo tiene lugar uno de los Vía Crucis más bonitos de Aragón. Los Alabarderos —nombre con el que se conoce a los miembros de su cofradía— son los encargados de marcar con gran vistosidad el paso solemne en las procesiones. Mientras, en Alcorisa escenifican «El Drama de la Cruz», un acto en el que participan más de 500 personas y que revive el momento en el que Cristo fue crucificado.
Aunque sin duda, una de las imágenes más significativas de la Semana Santa del Bajo Aragón se produce cada Viernes Santo en Calanda. A las doce en punto del mediodía, el estruendo y el ruido de los bombos y los tambores inunda la plaza de la iglesia, teñida por el morado de la indumentaria de los cofrades.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete