A merced de la batalla
Festival de Granada. Prokofiev: «Iván el Terrible». Int.: E. Gutiérrez Caba, narrador. A. Gurina, mezzosoprano. J. J. Rodríguez, barítono. Coro Nacional de España. Orquesta Sinfónica de Galicia. Dir.: V. Pablo Pérez. Lugar: Palacio de Carlos V, Granada. Fecha: 20 de junio.
El Festival Internacional de Música y Danza de Granada ha comenzado su quincuagésima segunda edición buscando argumentos. En realidad, eso es lo que trata de hacer toda una programación que, hasta el 6 de julio, reincide en la veterana tradición de encontrar razones a la música. Un año más el Festival de Granada no se conforma con servir las obras en las mejores condiciones posibles, quiere explicar la vinculación entre los sonidos y los recuerdos literarios.
Así vista, la jornada inaugural del viernes ha dejado un estrecho margen para la especulación. El oratorio «Iván el Terrible» compuesto por Prokofiev como ilustración a la película de Einsenstein, y escuchado en Granada en la versión de Michael Lankester, es música que describe lo contado, que intensifica las impresiones de la historia y que, oída en concierto, pone imágenes a lo que no es difícil imaginar. Y aquí, además, penetra en el entorno: la historia del autócrata zar Iván el Terrible prefigura la más oscura de Felipe II o la dominadora del mismo Carlos V quien dejó testimonio de su poder erigiendo el palacio donde ha sonado esta obra.
Todo eso se cuenta en la narración que se ha escuchado por boca de Emilio Gutiérrez Caba en lo que ha resultado una interpretación quebrada, llena de meandros y de una intensidad variable en su doble faceta de zar y narrador. Frente a la contundencia expresiva de que ha hecho gala en el papel protagonista, agria, cínica o reflexiva, pero siempre obvia en su sicología, ha llevado los acentos del relato de manera dispar, tratando de extremar los giros, tal vez poco favorecido por una amplificación sin refinar especialmente en los fragmentos de melólogo. Y es que el vigor dramático de la obra debe mucho al contraste, a momentos de ira reprimida como los de la canción de Efrosinia que Alina Gurina dijo con la aparente naturalidad que le otorga la espesura de una voz que llama la atención, muy bien delineada, no exenta de brillo y dirigida con inteligencia.
Medios y forma en juego en este «Iván el Terrible». Los justos del barítono Juan Jesús Rodríguez y los inestables del Coro Nacional de España: centrado, grandioso en el comienzo y refinado en los pianísimos antes de atisbar el final tropezando en la «letra» y apuntando desafinaciones innecesarias. Es posible que el descanso no hiciera bien en una obra sin pausa, en una narración sin tregua, llena de puntos culminantes que Víctor Pablo ordenó con precisión, imponiendo la limpieza al latido de lo brutal, el sentido de la proporción a la palpitación de lo arrebatado. Aunque los acentos estuvieran ahí, en potencia, gracias a la exactitud instrumental y la cuidada amalgama tímbrica de la Orquesta Sinfónica de Galicia. «Iván el Terrible» y su capacidad para deslumbrar han dejado la impronta de lo elocuente en la inauguración del veterano festival granadino. Música entroncada en el tiempo, ese que ya en nuestro presente, construyen, día a día, gentes como el compositor Tomás Marco y el director de orquesta Arturo Tamayo, representado en Granada por José García Román, a quienes poco antes del concierto la Ministra de Educación y Cultura les entregó los Premios Nacionales.
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