Sonic Youth, eternamente jóvenes... 30 años después
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Muchos aficionados dicen que la música hoy sería distinta sin ellos. ¿Exagerado? Puede… para los que no les viera ayer en Madrid. Thurston Moore , Lee Renaldo , Kim Gordon y Steve Shelley (esta vez sin el recientemente incorporado bajista de Pavement, Mark Ibold) dieron ayer una apabullante lección de rock en La Riviera, ante 2.500 fans, para no presentar su elogiado por la crítica último disco: «The Eternal» (Matador). Y no les hace falta.
« Schizophrenia », « Bull in the heather », « 100% », « Hey Joni », « Kool thing », « Stereo sanctity », « Silver rocket », « Pipeline/kill time »… así, uno tras otro, fueron lanzando a la cara de los asistentes, con la rabia propia de un grupo de veinteañeros recién llegados (cuando en realidad rozan o superan los 55 años), temas con más de dos décadas de antigüedad que, con el paso del tiempo, siguen sonando a futuro.
«Mañana –advertía Kim Gordon a la hora de concierto, con un público absolutamente entregado, sobre el concierto que volverán a repetir hoy en la sala madrileña– tocaremos el nuevo disco». Aplausos entre la audiencia.
Una audiencia fiel que la formación ha ido acumulando durante años, a base de hacer lo que les daba la gana. Como han dicho en más de una ocasión, ellos se consideran artistas y, como tal, podrían haber hecho muchas cosas, pero finalmente montaron una banda de rock.
Eso es Sonic Youth , una banda de rock: casi 30 años sobre los escenarios, con más de una quincena de discos, manteniéndose inalterables en la vanguardia de lo que a creación musical se refiere (…y no sólo musical, como se puede en «Sensational fix: Sonic Youth, etc….», una ambiciosa exposición sobre la comunidad artística que rodea al grupo de Nueva York, que se muestra estos días en el Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles).
Entre Neil Young y Enrique Morente
Sonic Youth son capaces de agrupar entre sus fans a gente tan dispar como Neil Young , David Bowie o Enrique Morente , o llevarse de gira a Nirvana cuando apenas eran unos desconocidos, y atraer, como ocurrió ayer, a más de 2.000 fans (aforo completo desde hace días) que ya habían sido ganados para la causa «noise», como suelen llamarla, hace años.
Fans de los que disfrutan viendo a Moore y Renaldo desplegando toda esa variedad de acordes alternativos, poco comunes en la historia del rock. Y a Gordon tocando el bajo y restregándolo por el micrófono en los momentos más claustróficos y emocionantes. Y a Steve Shelley, ese batería con cara de estudiante de la Universidad de Berkeley, con sus ritmos a veces primitivos, cercanos al «hardcore» más rudo, a veces sutiles, hipnóticos, como cuando Gordon susurra eso de «kiss me in the shadow of doubt».
¿Se echaron de menos los nuevos temas? No, a juzgar por la expresión de los allí presentes al sonar, para cerrar el concierto, una brutal « Expressway to Yr. Skull ». Sí, la música no sería hoy igual sin ellos.
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