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Rocío Jurado lucha contra el cáncer

La cantante de Chipiona viajará hoy, día de su 60 cumpleaños, a Houston para someterse a un tratamiento, tras habérsele extirpado un tumor maligno de la zona de la cabeza del páncreas

Rocío Jurado junto a José Ortega Cano, su marido y su gran apoyo en los días de angustia

Que Rocío Jurado es la más grande ya lo sabíamos. Pero como puso ayer de manifiesto, la grandeza no sólo se demuestra sobre el escenario. Ayer, esta «paloma brava» se armó de coraje y reunió a la prensa en su casa madrileña de La Moraleja para contarle al mundo y en primera persona que tiene cáncer. Además, anunció que hoy mismo viaja a Houston para someterse a un tratamiento.

«No sé cómo empezar», dijo la de Chipiona, después de pedir «dejadme sola», tras posar con los suyos, dispuesta a relatar ante un enjambre de micrófonos el calvario que ha pasado desde que a finales de julio ingresó en la clínica Montepríncipe de Madrid. Durante su hospitalización, y desde que abandonó la clínica el pasado 20 de agosto, empezaron a sucederse las especulaciones sobre la enfermedad que padecía la artista, mientras sus familiares recalcaban que la evolución era favorable.

La Jurado declaró ayer que esas afirmaciones fueron las que la decidieron a convocar la rueda de prensa. «Había prohibido a mi familia que comentara nada, porque aquí la única que tiene que hablar de esto soy yo».

Serena, pero con la emoción contenida, brotándole en los labios y asomándose a sus ojos, lejos de mostrarse abatida, la Jurado estaba radiante: muy delgada, perfectamente maquillada, vestida con un pantalón crudo y un blusón de tonos naranjas y con un rosario blanco colgando de su pecho. Lanzando besos y sin dejar de dar las gracias a los periodistas, «por lo bien que habéis tratado lo de mi enfermedad, habéis estado maravillosos, con mucho respeto», la cantante comenzó su narración ante un auditorio expectante: «He vivido un momento muy malo, tremendo. Desde el primer día, cuando fui en julio a la consulta del doctor Antonio López Cano en Cádiz y me dijo: «Usted no canta en Las Colombinas». «Pero si es pasado mañana», le contesté. «Se va ahora mismo para Madrid». Fue un mazazo muy grande, pero yo pensaba volver a Cádiz esa misma noche. No creía que era tan grave. Ojalá todos los médicos dijeran las cosas como éste, porque me puso en el camino correcto. En Madrid me vio Emilio de Vicente, un médico de los más grandes que hay, y me dijo que tampoco iba a cantar. Le pedí un analgésico, algo que me quitara el dolor abdominal. Y él me dijo: «Tienes un tumor... malo. Tienes un cáncer». Se me dijo desde el primer momento. Había que quitarlo de inmediato porque estaba en una zona que interfiere a todo el aparato digestivo. Eso fue un mazazo muy grande -continuó Rocío Jurado-. No se lo deseo ni a peor enemigo. En ese momento me vi perdida. Me dije, esto se ha acabado. Tenía mucho miedo de entrar en el quirófano, porque tengo muchas alergias, a mí un simple catarro me dura siempre más que a nadie. Era tan gordo, que me dije, de aquí no salgo... Pero me cogieron las mejores manos».

La artista fue clara y reveló que el tumor se encontraba «en una zona a la cabeza del páncreas», que las células cancerígenas se encontraban «en un núcleo que no llegaba a tres centímetros» y que en la intervención «me hicieron una limpieza muy grande, incluso por las zonas de alrededor para evitar que se extendiera». La chipionera aseguró que, según le comentaron los médicos, «la cura ya se hizo en la propia operación», aunque admitió que tiene que someterse «a unas curas, un tratamiento muy ligero, de pastillas, creo, durante cinco o seis semanas, como prevención, y lo voy a hacer en la clínica Anderson de Houston, adonde me voy mañana (por hoy)».

La Jurado, que hoy precisamente cumple 60 años, confesó que está «contenta» y que se va «con mucha esperanza». «Aunque en la clínica Montepríncipe también existe ese tratamiento, creo que allí voy a estar más segura y más tranquila», manifestó, en clara alusión al asedio de la prensa.

«No quiero dar la impresión de que soy una mujer vencida -añadió-. Al contrario, soy una mujer renovada. Voy a seguir luchando por mi vida y por los míos, porque quiero disfrutar al máximo de ellos», declaró la cantante, para señalar después que incluso le han dicho que pronto podrá empezar a cantar. «Quiero desde aquí mandar un mensaje de esperanza para todo aquel que padezca esta enfermedad, que si se coge a tiempo, tiene cura», subrayó. Aunque el cáncer, «sigue siendo una palabra maldita» para la artista, «hay que afrontarlo, luchar contra él, decirle ven «pacá» que aquí estoy yo».

Junto a Rocío se encontraban su marido, José Ortega Cano, su hija mayor, Rocío, y su hermano Amador Mohedano, quienes se han convertido en su mayor apoyo en estos días. «Para José ha sido un golpe muy grande. Él estaba en Yerbabuena cuando me lo dijeron y lo ha llevado muy bien. Ha estado todo el tiempo a mi vera y sigue estándolo. Lo mismo tengo que decir de mi Rocío, que ha estado noche tras noche conmigo, en un sillón, hecha un cuatro; de mi hermano, mi hermana, mis sobrinos... Fidel (el novio de su hija) también se ha portado muy bien, porque él es muy buena gente. Se ha encargado de hacer todas las gestiones con la clínica de Houston».

Sus dos hijos pequeños, José Fernando y Gloria Camila, no conocen, como es lógico, la gravedad de la enfermedad de su madre: «No lo saben, saben que estoy malita y que me duele la barriguita y cosas así». El niño está estudiando este curso en Miami por lo que Rocío y su marido, que la va a acompañar en su estancia en Houston, lo verán, como la cantante ha anunciado, los fines de semana.

Para Rocío Jurado, que desveló que «no sabía lo que era el pánico, pero ahora lo he conocido», la fe, según dijo, ha sido su tabla de salvación en esos días de angustia: «Tengo una fe a prueba de bombas. Mira que hay cosas que me han podido hacer renunciar a ella. Pues yo sigo teniendo muchísima fe».

Por último, reconoció que su sueño ahora mismo es «terminar el tratamiento y empezar a ver canciones». Y se despidió con un consejo: «Es muy importante hacerse chequeos, coger estas cosas a tiempo, que tienen cura. Hay una esperanza tremenda para los enfermos de cáncer». Para quitarse el sombrero.

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