Al menos once muertos y tres desaparecidos en un devastador incendio en Guadalajara
Uno de los trabajadores del retén forestal del que formaban parte las víctimas pudo salvar la vida al haber logrado salir de su camión y esconderse debajo de él
FERNANDO ROJO / JAVIER HERNÁNDEZ
RIBA DE SAELICES. Al menos once muertos es el resultado del devastador incendio declarado el pasado sábado en Riba de Saelices (Guadalajara). Se trata, según los primeros datos ofrecidos en la noche de ayer, de trabajadores de retenes forestales que desde ayer participaban en las labores de extinción.
Una persona más, también miembro del retén y funcionario del Ayuntamiento de Arcos de Jalón, pudo salvar la vida al refugiarse debajo de su camión. No obstante, su estado era grave al cierre de esta edición.
Según relataron a ABC vecinos del pueblo, una pequeña localidad de apenas cien habitantes durante el invierno -en está época es bastante visitada-, en la mañana del pasado sábado un grupo de jóvenes madrileños, al parecer doce, que ayer fueron detenidos por la Guardia Civil, llegaron al merendero situado en el paraje de la Cueva de los Casares, una zona que dispone de una sola barbacoa que es utilizada por los visitantes.
Pese a las advertencias del guarda de esta zona recreativa, que les pidió que no hicieran fuego porque había mucho viento y era peligroso, los recién llegados hicieron caso omiso y prepararon la barbacoa. A primeras horas de la tarde, entre la una y las dos según los distintos testimonios recogidos por ABC, los chicos decidieron darse un baño en uno de los arroyos cercanos sin haber apagado correctamente las brasas.
La alerta, a las tres menos cuarto
No fue hasta que un agricultor pasó por la zona cuando se detectaron las llamas, y a partir de ese momento se dio la voz de alarma. Eran las 14:44 horas cuando el servicio de emergencias 112 recibe el aviso. Diana Hoslet, vecina de la localidad de Ciruelos, a diez kilómetros de Riba, denunció ayer a ABC que «los medios de extinción tardaron cuatro horas en llegar y además fueron insuficientes». En su opinión, «se ha actuado con negligencia y la gestión de la tragedia ha sido pésima». Sin embargo, la Subdelegación del Gobierno asegura que a las 15:17 llegó el primer retén, la patrulla y la autobomba de Mazarete. A las 15:25 llegó el primer helicóptero de extinción.
El sábado por la noche el frente de fuego principal había quedado controlado y las previsiones eran optimistas. La consejera de Medio Ambiente de Castilla-La Mancha, Rosario Arévalo, declaraba ayer por la mañana que se confiaba en que en unas horas se pudiera dar por abortado el riesgo, aunque aún había tres focos activos.
Se pierde el contacto
No obstante, la consejera advertía también de que el viento soplaba con fuerza en la zona y había riesgo de tormentas eléctricas. El caso es que sobre las cinco de la tarde los peores augurios imaginables se hacían realidad. Se perdía todo contacto con uno de los retenes y comenzaba una angustiosa operación de búsqueda.
A las siete de la tarde, Miguel Tamayo, Ricardo Tamayo y Carlos Yuba, vecinos de Riba de Saelices, salieron en su coche en dirección al frente de fuego. Poco después, en el paraje conocido como Otero de Santa María, descubrían horrorizados dos camiones del retén de extinción de incendios, que al parecer procedía de Calatayud (Zaragoza). Estaban en una pista forestal, completamente carbonizados y en su interior yacían los cuerpos sin vida de once guardas forestales. Otro más, sin embargo, había corrido mejor suerte al poder salir de uno de los vehículos y refugiarse en los bajos. No obstante, a pesar de estar aún con vida, sus heridas eran graves.
Los tres vecinos, sin esperar ni un minuto, lo trasladaron al pueblo, donde una UVI móvil lo llevó hasta Arcos de Jalón, de donde procedía. Los cuerpos de las víctimas permanecían a las diez de la noche de ayer en el lugar de los hechos, a la espera de que el juez de guardia ordenara su levantamiento y traslado al depósito para la práctica de la autopsia.
Pero la tragedia aún no había terminado, porque a esas mismas horas aún se temía por la vida de cuatro personas que se encontraban en paradero desconocido. La búsqueda era frenética pero no daba resultados. Su coche apareció en el fondo de un barranco. Todas las localidades afectadas estaban sobrecogidas. El duelo, mezclado con la indignación y el miedo ante unas llamas aún amenazantes, presidía la zona. La superficie afectada alcanzaba ya las 6.000 hectáreas, de alto valor ecológico al estar próximas al Parque Natural del Alto Tajo.
En cuanto a las causas concretas de la muerte de los miembros del retén contraincendios, las fuentes consultadas se inclinan porque las víctimas fueran sorprendidas por un repentino cambio en la dirección del viento. Como consecuencia de ello, los vehículos quedaron atrapados por las llamas.
Antes de la tragedia, la tensión ya era palpable porque se habían tenido que desalojar cuatro poblaciones -Luzón, Santa María del Espino, Ciruelos y Tobillos-, y otras muchas permanecían en vigilia a la espera de recibir órdenes. En Maranchón primero, y luego en Alcolea del Pinar, se montaron centros de gestión de la crisis y se dio cobijo a las personas afectadas.
Rápida propagación
La rápida propagación de las llamas se explica, además de por el viento, por el hecho de que el fuego ha afectado a una importante masa forestal de pino resinero. La resina favorece la extensión del incendio y genera un humo muy intenso, que se veía a 100 kilómetros a la redonda y que obligó a desalojar varias localidades.
A la zona acudieron ayer la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y el presidente castellano-manchego, José María Barreda. Esperanza Aguirre, la presidenta de la Comunidad de Madrid, se puso en contacto con este último para ofrecerle toda la colaboración que fuera necesaria. Un grupo de psicólogos está ya en la zona para ayudar a los familiares de las víctimas.
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