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ABC Cultural

«Sólo diez huesos son seguro de Quevedo»

Sólo diez de los miles de huesos analizados son con toda seguridad de Quevedo. Así se desprende del estudio, presentado ayer, realizado por un grupo de investigadores de la Escuela de Medicina Legal

Sólo diez de los miles de huesos analizados son con toda seguridad de Quevedo. Así se desprende del estudio, presentado ayer, realizado por un grupo de investigadores de la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense de Madrid, que ha demostrado la autenticidad de los restos de Francisco de Quevedo y Villegas exhumados en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), donde el escritor pasó sus últimos días.

Los trabajos de campo comenzaron el pasado mayo, tras un detallado estudio de toda la documentación en la que se describía con relativa precisión la situación real de la tumba del escritor. En un primer momento, los informes apuntaban a que junto a Quevedo reposaban los restos de otras diez personas, pero tras las primeras excavaciones se comprobó que la cripta inicial se había convertido en un osario donde se depositaron sucesivamente los restos de dos centenas de fallecidos (junto con restos de animales), lo que a la postre, hizo que el trabajo se prolongara varios meses más de lo previsto.

Finalmente se determinó que los huesos encontrados en la cripta de Santo Tomás de Villanueva de la iglesia de San Andrés Apóstol corresponden a un número mínimo de 167 personas, pudiendo sobrepasar las dos centenas.

Tras los procedimientos habituales en este tipo de actuaciones (localización y excavación de las tumbas, extracción de los restos y posterior cribado de la tierra -para evitar que el más pequeño hueso, diente o fragmento, se pudiera perder- y limpieza, se procedió a catalogar dichos restos.

A partir de ahí el trabajo se centró en su estudio antropométrico, morfológico, patológico y radiológico: Se logró identificar y clasificar los huesos mediante su estudio anatómico, separar los correspondientes a animales, niños y jóvenes, mujeres y varones adultos, y calcular el número mínimo de individuos.

Una vez llegado a este punto, la investigación se centró en los aspectos personales del ilustre escritor. Quevedo falleció en 1645 a la edad de 65 años, con lo que los investigadores centraron sus esfuerzos en los huesos de individuos masculinos y de edad avanzada. Otro punto fundamental era contar con una descripción lo más exacta posible. El abate italiano Pablo de Tarsia, en 1663, lo describió:

«Los ojos muy vivos»

«Fue Don Francisco de mediana estatura, pelo negro y algo encrespado; la frente, grande; los ojos muy vivos, pero tan corto de vista que llevaba continuamente anteojos; la nariz y demás miembros, proporcionados; y de medio cuerpo arriba fue bien hecho, aunque cojo y lisiado de entrambos pies, que los tenía torcidos hacia dentro; algo abultado, sin que le afease; muy blanco de cara».

Por ello, los restos óseos que se correspondían con adultos varones se trasladaron a la Escuela de Medicina Legal, separando aquellos que de varones de edad aproximada a 65 años, y, que presentaran una patología compatible. De los cientos de huesos examinados se fueron realizando distintas discriminaciones hasta que finalmente quedó un grupo de diez huesos que cumplían todos los criterios en cuanto a edad, sexo y talla necesarios para ser considerados los restos del escritor: fémur derecho y fémur izquierdo, húmero derecho, clavícula derecha y seis vértebras (dos cervicales, dos dorsales y dos lumbares). Hubo dos cráneos que parecieron compatibles hasta que los últimos análisis ofrecieron dudas razonables y los investigadores los descartaron por ello.

Así, el profesor José Antonio Sánchez, director de la Escuela y coordinador del estudio, declaró que «en el fémur derecho se aprecian claramente la torsión y la artrosis que afectaba a este hueso, con lo que, con seguridad se puede afirmar que su dueño era cojo».

Otro grupo de huesos (más amplio que el anterior) no cumplía estrictamente todos los criterios específicos de inclusión, debido a dudas que se plantearon al aplicar los métodos antropológicos, o debido a su deterioro y fragmentación que hicieron imposible su estudio. Por último, el grupo más numeroso de huesos claramente no participaban de las características buscadas o bien su estado de no permitía su estudio.

«La investigación realizada se ha hecho con todos los métodos actuales posibles, sin escatimar ninguno -afirmó el profesor Sánchez-. Tan sólo se ha descartado el estudio de ADN. Para que esta prueba sirva de algo se ha de tener una muestra para cotejar. Y no es el caso».

«Aunque la ciencia médica hoy por hoy no puede asegurar al 100 por 100 que unos restos pertenecen a determinado individuo, ni tan siquiera las pruebas de paternidad lo hacen. sí se puede afirmar que éstos son los restos de Quevedo», continuó. La Real Academia de Medicina ha emitido un informe que certifica los resultados.

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