Toledo pierde por primera vez

Toledo vota mucho, con extrema inclinación hacia los partidos grandes y una trayectoria de lealtad a las fuerzas de derecha. Una lealtad que este 14-M se ha traducido, por primera vez, en que la circunscripción haya apostado por el perdedor de las elecciones
Por primera vez en su historia, Toledo apostó ayer por el perdedor de las elecciones. Con un total de 170.738 papeletas a favor del PP frente a las 167.094 que contabilizó el PSOE, la circunscripción rompió la trayectoria escrita en los anteriores ocho comicios generales de la Demoracia, en los que el voto mayoritario de la provincia siempre fue a parar al partido de la victoria: entre 1977 y 1979, a la UCD de Adolfo Suárez; en el periodo 1982 a 1993, al PSOE de Felipe González, y en las consultas de 1996 y 2000, con un auténtico vuelco hacia el Partido Popular.
El resultado de este 14 de marzo subraya, eso sí, la especial relación de lealtad que Toledo ha mantenido primero con respecto a AP, y después con el PP. Una relación que se concreta en hechos como que esta última formación ha sido la que ha recogido la cosecha record de votos habida nunca en la circunscripción: en la convocatoria de 2000, 173.372 sufragios, un 52,29 por 100 de los emitidos entonces. Junto a ello, es una realidad que en estos partidos, Toledo ha concentrado de forma constante un volumen de apoyo muy superior a la media nacional: entre los 7 puntos por encima de 1982 y los 11,56 de 1996. Como dato significativo, cabe subrayar también que ya en 1977, de los únicos 16 diputados de AP en el Congreso, uno lo era por Toledo, Licinio de la Fuente.
Dentro de esta linea favorable a las fuerzas de la derecha, la única excepción lo constituye la cita de 1979, cuando las siglas de la «Coalición Democrática», que unió a la AP más decadente con el Partido Demócrata Progesista y Acción Ciudadana Liberal, no consiguieron calar en la provincia, donde lograron un exiguo porcentaje de voto, algo inferior a la media: 5,56 frente al 5,80.
Altísima competitividad
Lo que sí revelan las cifras del pasado domingo es la aparición de una altísima competitividad de PP y PSOE en Toledo.
Entendido como el grado de distancia entre los dos principales partidos, este indicador se ha situado en estas elecciones en una diferencia de tan solo 1,01 puntos a favor del PP (3.644 papeletas), sólo comparable a la de 18 centésimas (557 votos) a favor del PSOE que se registró en 1993, el año en que los escándalos de corrupción llevaron a los socialistas a perder la mayoría absoluta.
Esta extremada competitividad ha coincidido en uno y otro año con momentos de máxima crispación social -los atentados del 11-M y la debacle del PSOE anteriormente-, que han desembocado como nunca en la polarización del voto, en una búsqueda desesperada de su «utilidad».
En el caso de una circunscripción electoral como la de Toledo, este fenómeno de concentración del apoyo en los «grandes» es una característica, ya que la inexistencia de partidos regionalistas o nacionalistas de relevancia juega en contra de la diversificación. Este perfil responde al llamado modelo de «comportamiento electoral general», que abarca 13 Comunidades Autónomas y el 60 por ciento del electorado.
En cualquier caso, tal constante favoreció que entre 1977 y 1979 la tarta se repartiera casi exclusivamente entre UCD y PSOE; en la etapa de «sistema de partido predominante» de Felipe González, entre el PSOE y el PP -aunque eso sí, con distancias de uno a otro de 11 y 12 puntos, hasta el acercamiento máximo de 1993- y en los últimos tres comicios generales, entre ambas siglas.
Arena electoral para PP y PSOE
La conclusión primera de la escasa fragmentación de voto que se da en la circunscripción es que la provincia de Toledo es una buena arena electoral para los grandes partidos, que acostumbran a cuajar en ella excelentes resultados. La otra cara de la moneda la representan las formaciones menores, como el caso de IU en este 14 de marzo, que ha obtenido el peor cómputo de su historia: 3,51 por 100 de los votos emitidos, tan lejos del 10, 78 que llegó a alcanzar en los comicios de 1979, con UCD en la cresta de la ola y el PSOE aún por descubrir. Valga también señalar que, en 1982, Toledo respondió a la pulverización de la UCD retirando de golpe todo su apoyo: sólo prestó el 1,87 por 100 de los sufragios frente al 6,68 nacional, trasfiriendo de golpe las papeletas al PSOE y al nuevo fuerte, el PP:
La tendencia de Toledo a depositar el voto a nombre de los más importantes ha cristalizado en estas generales de 2004 en una concentración sin precedentes: nada más y nada menos que 94 de cada 100 papeletas han ido a parar bien al PP, bien al PSOE, un dato que profundiza más si cabe en el de 2000, cuando este indicador del voto se situó en el 92,21. Los números cobran mayor sentido en contraste con las medias del conjunto del país -80,28 y 78,15 respectivamente-, si bien cabe remontarse a 1982 para encontrar en la provincia de Toledo una concentración de hasta 25 puntos superior a la cifra nacional: 78,04 frente a 53,11.
Sobre aquella convocatoria de 1982, cabe recordar que fue en la que la provincia eligió por primera vez a una diputada como representante en el Congreso, que fue Ana María Abascal Calabria, bajo las siglas del PSOE.
Por otro lado, el tránsito de voto entre la fuerza socialista y las que han ocupado el espacio de la derecha, ha funcionado en la circunscripción en la misma dirección que el de la mayoría de los españoles, aunque sí es cierto que con menos intensidad.
En términos técnicos se habla de la «volatilidad» como el indicador que mide los cambios electorales que se producen entre dos elecciones sucesivas debidos a tranferencias individuales de voto, y que, por ejemplo, fueron extraordinarios en 1982, cuando más del 40 por ciento de quienes fueron a las urnas modificaron su voto con respecto a la cita anterior.
En Toledo fue especialmente significativa en 2000, cuando la formación entonces encabezada por Joaquín Almunia perdió en la provincia unos diez mil votos con respecto a los comicios de 1996 y, por el contrario, el Partido Popular engordó su cosecha en más de 9.000 sufragios, hasta alcanzar una cifra de 154.313 que contribuyó a la mayoría absoluta ganada entonces por José María Aznar.
En el resto de las generales, la ventaja obtenida por PSOE o PP ha sido a costa del desplome de las fuerzas menores, cuyo apoyo está siendo en las últimas convocatorias casi testimonial.
El reparto parlamentario
El estrechísimo margen de ventajaque este 14-M ha obtenido el Partido Popular por encima del PSOE -3.644 papeletas según datos provisionales- ha servido a los populares para mantener por tercera legislatura consecutiva 3 de los 5 diputados que representan a Toledo en las Cortes Generales, con lo que el gran terreno que ha ganado el PSOE en términos de voto, no ha tenido ninguna traducción en el ámbito parlamentario.
En resumidas cuentas, el acercamiento ha dejado los escaños idénticos a 1996, cuando la distancia entre uno y otro fue superior a los 20.000 votos, y a 2000, cuando la circunscripción dejó a los socialistas 50.000 papeletas por detrás de la fuerza mayoritaria, el PP.
Atrás quedan los comicios de 1977, las primeras elecciones generales llamadas a elegir las Cortes de naturaleza Constituyente, única ocasión en que la provincia ha estado representada en el Congreso por tres fuerzas distintas: dos diputados de la UCD, 2 del PSOE y uno de Alianza Popular.
En la siguiente cita, 1979, la división se redujo al Partido Socialista y a un miembro de la formación todavía encabezada por Adolfo Suárez, mientras que en lo sucesivo el arco parlamentario que representa a la provincia se ha quedado en un juego PP-PSOE que tiene tintes de eternidad.
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