La princesa Sayako deja la vida imperial

La princesa Sayako, única hija del emperador de Japón, renunció hoy a los privilegios de la vida imperial al casarse con el funcionario del Gobierno de Tokio Yoshiki Kuroda, en una discreta ceremonia.
Después de un año de preparativos y rituales tradicionales prematrimoniales, Sayako, de 36 años, ha abandonado definitivamente los derechos que le corresponden como miembro de la realeza por unirse a un plebeyo, tal y como establece la Ley Imperial.
La "princesa Nori", según el apelativo cariñoso del pueblo japonés, es la tercera de los tres hijos del emperador Akihito y la emperatriz Michiko, y la única que quedaba aún por casarse.
El pasado sábado se despidió de sus padres de manera oficial con el ceremonioso rito "Choken-no-gi", pero hoy lo hizo de facto, con un último paseo por los jardines de palacio nada más levantarse, según la cadena de televisión pública NHK.
Uno de los momentos más emotivos se produjo al subir Sayako al automóvil que le condujo hasta el hotel Imperial, donde se celebró la boda. Los emperadores no separaron la vista de su hija hasta que el vehículo y su escolta motorizada se perdieron en las calles de la ciudad, de acuerdo con la misma fuente.
"Nuestros lazos familiares no cambiarán, por lo que ven a vernos de vez en cuando", a pesar de abandonar la condición imperial, señaló el emperador, según afirmó Sayako en un comunicado.
En el corto trayecto entre el palacio y el hotel, que a pesar de su denominación nada tiene que ver con la institución monárquica, la novia fue arropada por más de cinco mil personas que aplaudían y gritaban "Banzai" (larga vida).
Sayako eligió para la ceremonia religiosa un vestido blanco de seda con tonos plateados, de corte occidental, con las manos cubiertas por unos guantes blancos.
Un collar de perlas, muy parecido al que portaba la emperatriz Michiko, reforzó la imagen de extrema sencillez de las líneas de su traje de novia, mientras que el novio portó un traje de chaqué.
La ceremonia de enlace se celebró en la intimidad, con unos 30 invitados, los miembros más cercanos de ambas familias, sin cámaras de televisión. Los novios intercambiaron sus consentimientos ante un sacerdote sintoísta con el rito "sansankudo", o la ofrenda mutua de copas de sake (licor de arroz).
"Manteniendo presentes los recuerdos de los años que pasé con mi familia, aprenderé nuevas cosas en mi nueva vida como miembro de los Kuroda", afirmó Sayako tras el rito religioso en un encuentro con la prensa.
Yoshiki Kuroda, de 40 años, antiguo banquero y amigo de la infancia del hermano menor de su ahora esposa, Akishino, dio su visión sobre la vida matrimonial que les espera.
"Espero una vida familiar tranquila y relajada, un hogar en el que se respeten las ideas de cada uno. Habrá muchas cosas a las que no estamos acostumbrados, así como sucesos inesperados, pero unidos trataremos de superarlos paso a paso", indicó.
Para el banquete, Sayako Kuroda cambio de traje y vistió un hermoso kimono color crema con brocados dorados de su madre, quien también eligió un vestido tradicional japonés de un color muy similar.
El festín contó con un centenar de invitados más, al unirse a la celebración los amigos íntimos y los compañeros de trabajo de ambos. La boda sorprendió por la inusual combinación de costumbres orientales y occidentales, dado que la novia no usó un kimono para el rito sintoísta, pero en cambio lo empleó para el banquete, cuyo menú era básicamente de comida francesa. El festejo careció de la pompa de un enlace real. No hubo ni mandatarios de otros países, ni personalidades políticas, con la excepción del Gobernador de Tokio, Shintaro Ishihara, que acudió en calidad de superior de Kuroda.
Hacía 45 años que la hija de un emperador reinante no contraía matrimonio con una persona sin orígenes reales. La última fue la princesa Takamado, hija de Hirohito, en 1960, al casarse con un banquero.
Sayako Kuroda se preparó durante el último año para su radical cambio de vida. Se sacó el carné de conducir e incluso, según la prensa japonesa, acudió a clases de cocina y labores del hogar.
Para sus gastos contará con los 152 millones de yenes (1,3 millones de dólares, 1,1 millones de euros) de dote que aprobó el Gobierno japonés la semana pasada.
La antigua princesa tiene una licenciatura en Lengua japonesa y Literatura, pero su amor por la naturaleza le llevó a especializarse en el estudio del martín pescador y trabajó hasta hace unos meses como investigadora en un Instituto de Ornitología.
Sayako tomó contacto con su nueva realidad nada más finalizar el banquete puesto que estaba previsto que los novios pasaran la noche de bodas en el apartamento que han alquilado en el centro de Tokio, y que habitarán hasta que finalice la construcción del que han adquirido.
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