El PAM descubre la Barcelona real
POR À. GUBERNBARCELONA. Definitivamente, Barcelona no ha cambiado tanto. Después de unos años de despiste, en los que el Ayuntamiento parecía convencido de que la agenda de la ciudad era global -los
POR À. GUBERN
BARCELONA. Definitivamente, Barcelona no ha cambiado tanto. Después de unos años de despiste, en los que el Ayuntamiento parecía convencido de que la agenda de la ciudad era global -los años del Fórum, la capital de la paz...-, el proceso de participación abierto para elaborar el Plan de Actuación Municipal (PAM) ha vuelto a demostrar que las preocupaciones ciudadanas van por caminos mucho más trillados: vuelven los clásicos, vaya.
Así, las quejas por la suciedad, el agobio del tráfico o los problemas para acceder a una vivienda ocupan buena parte de los comentarios que pueden leerse en el «blog» abierto en la pagina (www.bcn.cat), uno de los múltiples canales habilitados para recoger la opinión de los barceloneses en la elaboración del PAM. Frente a rimbombantes enunciados y epígrafes vacíos de contenido -sostenibilidad, usos del tiempo, cultura de la paz...-, los ciudadanos que han decidido participar en el blog lo tienen claro: calles limpias y menos coches.
El distanciamiento entre la agenda municipal y los problemas reales le acabó costando el puesto al ex alcalde Joan Clos, y propició un aterrizaje en lo real que, por lo visto en la red -las cartas al director de los periódicos son también un buen termómetro-, no ha sido suficiente.
Sobre esta circunstancia, uno de los internautas, Santiago Vilar, reflexiona «sobre el porcentaje de mensajes que hacen referencia a la limpieza», en contraste con los «grandilocuentes y trascendentes» enunciados que el Ayuntamiento sugiere, donde precisamente el concepto limpieza nunca aparece como tal. El internauta reclama al Consistorio que deje de hacer «brindis al sol con temas políticamente rentables, pero que no dan respuesta a las demandas básicas de los ciudadanos». Otro participante en el blog, Marc Garriga, aplaude la iniciativa de ampliar los canales para que los ciudadanos opinen, pero cuestiona la incidencia real de esta «macroparticipación» y se pregunta si el proceso se hubiese llevado a cabo si el gobierno de la ciudad no estuviese en minoría.
Las cacas de los perros, siempre
Al margen de estas reflexiones genéricas, los participantes van al grano, exponiendo un catálogo de quejas donde por número sobresale, por así decirlo, un clásico entre los clásicos, las cacas de los perros. Lo apunta, entre muchos otros, Víctor Carbonell, con un «post» gráficamente titulado «La ciutat de les tifes». Otro participante, David Tiburcio, introduce una variante y se queja de los «pipis de los perros», que con total impunidad riegan farolas, postes, portales y ruedas de motos. Muchos otros insisten en la degradación de una u otra zona. Es el caso de Naiara García, que señala el punto negro en que se ha convertido la estación de autobuses de Sants.
Mientras que la seguridad y la problemática con los «okupas» no parecen estar entre las preocupaciones ciudadanas -al menos entre las de los «bloggers»-, el ruido, los problemas de tráfico y la demanda de más carriles bici abundan. J. Gabriel Ballart pide mejorar la movilidad en la Bordeta prolongando la línea 91, mientras que Manu Sánchez pide más mantenimiento para las escaleras mecánicas del Carmel y José Álvarez resume con un «moto con tubo de escape trucado= grúa». Son sólo pinceladas de un alud de propuestas con «los pies en el suelo», necesariamente localistas -la FAVB teme una dispersión de peticiones frente a un discurso de ciudad más articulado-, pero que sí son indicativas del sentir ciudadano.
Otras sugerencias escapan a cualquier clasificación. J. M. P., en contra del «ambientalismo municipal de opereta», propone derribar «la torre Agbar y el rascacielos de Gas Natural, dos iconos del tardocapitalismo más chapucero». ¡Viva la participación!
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