Oviedo confronta dos generaciones de la lírica
«The telephone or l´amour a trois». G. Menotti. Intérpretes: M. Martí, E. Baquerizo. «La voix humaine». F. Poulenc. Intérpretes: R. Kabaivanska. Dir. escena: S. Monti. Dir: P. Halffter. Teatro Campoamor. Oviedo. 9 de octubre
El Teatro Campomamor continuó su 54 Temporada de Ópera con dos conocidos del repertorio lírico del siglo XX, «The telephone or l´amour à trois», de Gian Carlo Menotti y «La voix humaine», de Francis Poulenc. Obras diametralmente opuestas, en concepción, sonoridad, objetivos y desarrollo formal, aunque vinculadas por el empleo del teléfono como eje de la acción.
En la doble jornada lírica los elementos comunes los aportó la Orquesta Sinfónica Ciudad de Oviedo, dirigida con talento, eficacia y exquisito cuidado por Pedro Halffter Caro y una escenografía también con nexos de unión entre ambas obras. Aunque dotada de ideas interesantes, sobre todo en la concepción ligera de «The telephone», en una gran bañera al modo de «star hollywoodiense», no tuvo el responsable escénico Stefano Monti, el mismo acierto en «La voix humaine», en la que un inmenso plano inclinado lastraba la acción y la iluminación restaba dramatismo a la escena.
Lo más interesante de la velada vino de la confrontación de dos generaciones de cantantes que ejemplifican perfectamente la evolución que la lírica viene experimentando en las últimas décadas. «The telephone» fue protagonizada por Montserrat Martí y Enrique Baquerizo. Ambos se adaptaron con solvencia al tono ligero de la obra, creando un pequeño vodevil -bien diseñado por el director de escena- que funcionó. Enrique Baquerizo es, en este sentido, un cantante que encuentra buen acomodo en este tipo de roles que exigen al cantante una vis cómica. También Montserrat Martí estuvo especialmente acertada como Lucy, con una interpretación divertida, sin prejuicios. Tiene mucho que decir en este repertorio, en un ámbito que cada vez se frecuenta más.
Con «La voix humaine» llegó el carisma y la fuerza interpretativa de una de las grandes. Raina Kabaivanska trazó magistralmente el desolador paisaje entre dos amantes que Poulenc concibió sobre el texto de Cocteau. Kabaivanska quiso, con esta obra, sellar su despedida de un público que la ha venerado. La retirada le llega a la soprano con un buen nivel de canto. A ello acompaña una interpretación de alta escuela, ortodoxa con la tradición y, a la vez, innovadora. Una vez más dio muestras de su genio. Fue, sin duda, un adiós emotivo y, sobre todo, intenso.
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