Muere el cineasta francés Eric Rohmer a los 89 años

Director de cine, crítico, profesor, germanista, historiador, gran conocedor de Cervantes, Eric Rohmer era uno de los padres de la «Nouvelle Vague» francesa, un maestro solitario, cuyo legado forma parte de la historia del cine.

Rohmer comenzó siendo profesor de literatura y publicando una novela, «Élisabeth» (1946). Pero pronto desembarcó en la crítica cinematográfica, en «Cahiers du Cinema» , junto a los “jóvenes lobos” de la Nouvelle Vague, Jean-Luc Godard, Jacques Rivette, François Truffaut y Claude Chabrol, con quien escribiría un libro canónico sobre Alfred Hitchcock.

Consciente que su obra tendría muy mala salida si no la producía él mismo, Rohmer creó muy pronto (1962) su propia sociedad de producción, en un edificio que le sirvió durante muchos años como refugio y donde se cruzaba con Godard, en la escalera.

Rohmer es uno de los grandes del cine de nuestro tiempo que consagró mucho tiempo y trabajo a realizar cortometrajes, adaptando grandes obras literarias, como «Bérénice» (1954), «La sonata Kreutzer» (1956) o «Nadja en París». Autor de una treintena de largometrajes, varios telefilms y media docena de documentales, Rohmer realizó una obra misteriosa, solitaria, intimista, de una belleza rara y convulsiva, en ocasiones.

«Los Cuentos morales» (1962 – 72), «Ma nuit chez Maud» (1969), «La Genou de Claire» (1970), «L’amour l’après midi» (1972), «La Marquise d’O» (1976) son obras clásicas, bien estudiadas en todas las historias del cine de nuestro tiempo.

Con la madurez y el clasicismo, Rohmer se alejó lentamente del cine gran público, para realizar misteriosas obras maestras, como «L’Anglaise et le Duc (2001) que es una proeza técnica absoluta y trata de un tema político “subversivo”: la historia del Terror revolucionario (1793) devorando a los revolucionarios, con ensangrentada crueldad desalmada. Su última película, «Les amours d’Astrée et de Céladon» (2007) es la adaptación misteriosa de un clásico francés, filmada con una pureza que, en su día, chocó con las mega producciones con muchos efectos especiales.

Con Eric Rohmer desaparece uno de los grandes maestros del cine de la segunda mitad del siglo XX.