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El cenizo de Raúl

Manuel Pellegrini repitió equipo. Una decisión con muchas connotaciones. Volvió a apostar por el centro del campo más creativo, una apuesta que agradecen los puristas y que crea controversia en los sectores del músculo. Una fórmula arriesgada que debería aplicarse por decreto en el Bernabéu aunque el técnico recuerde a los analistas que el Real Madrid ha hecho buenos partidos con Lass.

Otra consideración. La titularidad de Raú l. El capitán sabe que este año le han asignado un papel de actor secundario y que debe aprovechar las escasas ocasiones que le presten. No está obligado a demostrar nada, pero quiere pelear. Entre las bajas por sanción ( Cristiano Ronaldo ), lesión ( Higuaín ) y salidas en el mercado de invierno (Van Nistelrooy), Raúl se encontró en el once de Riazor y anoche.

Nada nuevo sobre el papel. Salvo los acontecimientos. Ante el Deportivo el «7» dispuso de dos ocasiones de gol. Dos situaciones idóneas para su juego. En la primera no llegó a meter la puntera en un centro desde el costado derecho. Raro en él no encontrar al balón. Y una segunda, en un remate a bocajarro que salvó Aranzaubía. Entre el taconazo de Guti y el finiquito del calvario de 18 años sin ganar los errores individuales quedaron solapados.

También la mala suerte del capitán. El sábado tenía ante sí la reválida porque CR ya ha cumplido el castigo y el «Pipa» Higuaín está listo. Pellegrini le mantuvo en el once. El Español era el rival idóneo para recobrar sensaciones. Para volver a cantar un gol. No lo hace desde la jornada siete, cuando marcó dos goles al Valladolid. Ya ha llovido desde entonces. Desde el 17 de octubre. Casi cuatro meses en blanco es mucho para un delantero, aunque es cierto que ha jugado muy poco.

Dispuso de tres ocasiones clarísimas. Dos remates de cabezas en posiciones limpias y un remate dentro del área, a los que respondió de manera soberbia Kameni. Raúl maldijo su mala suerte. Y no dudó en expresarlo. Se desahogó arrodillado con una tunda al césped. Sólo le consoló el abrazo gigante del público es forma de ovación cerrada.

En la segunda parte comenzó la cuenta atrás. Higuaín necesitaba de minutos para recobrar sensaciones después de casi un mes en la nómina de los doctores. El cambio lógico. Otro hándicap para el hambriento. Sin embargo, Pellegrini fue generoso. Quitó a Benzema . Más bonus. Hasta que entró Van der Vaart.

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