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Adiós a Baden-Baden

La Comunidad de Madrid parece dispuesta a desterrar para siempre ese viejo dicho de que la capital, en agosto, es Baden-Baden. El «Plan de dinamización de la actividad estival» presentado por el Ejecutivo madrileño, y en el que está prevista una inversión de 1.200 millones de pesetas, pretende lograr que Madrid atraiga, durante agosto, a medio millón de visitantes (lo que supondría un incremento del 20 por 100 con respecto al año pasado).

Nadie desconoce la importancia de la industria turística en España y su determinante papel en nuestro desarrollo económico durante las últimas décadas. Pero cuando se habla de este sector en nuestro país lo común es relacionarlo con las localidades costeras. El turismo en Madrid, sin embargo, ha experimentado en los últimos años un extraordinario impulso. Según datos del Ministerio de Economía, el crecimiento interanual del turismo madrileño en el mes de agosto pasado fue del 17 por ciento, el mayor de toda España. El sector, además, genera el 6,5 por ciento del PIB regional.

El plan elaborado por el Gobierno de Ruiz-Gallardón no es, por tanto, una mera campaña de imagen o un proyecto fatuo y propagandístico, sino que tiene un incuestionable trasfondo social y económico. Más allá del hecho singular e indudablemente curioso de las subvenciones a los familiares de los madrileños que acudan a la capital en agosto, se encuentra un evidente interés por dinamizar la actividad madrileña durante un mes habitualmente aletargado, y situarlo al nivel de otras capitales de todo el mundo. En este sentido, se trata de un plan absolutamente innovador y pionero en nuestro país, y es un ejemplo de lo que debe ser la gestión autonómica en este importante sector, en contraste con otras Comunidades, habitualmente más preocupadas por reclamar que por hacer.

Puestos los cimientos, al Plan le queda ahora, sin embargo, su edificación. Y para ello hace falta que se impliquen y se comprometan entidades públicas y privadas y que se aúnen los esfuerzos de Comunidad y Ayuntamiento. Y tiene una capital importancia, en este sentido, el sector cultural, uno de los grandes activos (por no decir el mayor) que tiene Madrid para el turismo. De nada sirve lograr que acudan los visitantes si no existe una nutrida actividad cultural (que de nada sirve tampoco, por otro lado, si no se anuncia y promociona suficientemente). Las medidas adoptadas (la apertura del Teatro Real, la creación de un circuito cultural o el fomento de los Veranos de la Villa) han de ser tan sólo un primer paso para lograr que Madrid posea una oferta estival cultural viva y atractiva, a la altura de la que presenta el resto del año.

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