El amigo de los pobres

UN año más y Cipriano González, popularmente «El amigo de los pobres», continúa con su solidaria labor en beneficio de los más necesitados. Es esta una biografía toledana de notable calidad humana, que desde hace bastante tiempo se entrega de forma admirativa para recabar, a través de instituciones y empresas, alimentos principalmente para distribuirlos en fechas indicadas entre todos aquellos que poco tienen para confortar sus estómagos.
En los principios, Cipriano actuaba en solitario, moviéndose de un lado a otro con el mejor espíritu e ilusión para completar bolsas de primeras necesidades, que más tarde entregaba con la sonrisa en los labios a todo el que se acercaba a sus modestas instalaciones, situadas en los aledaños del Puente de San Martín.
Poco a poco, su desempeño desprendido fue abriéndose paso con fuerza en la ciudad y ya era menos complicado distribuir todo lo que garantizaba la oferta de mayoristas del sector agroalimentario y diferentes centros de comercialización. Y porque también se fueron incorporando a la iniciativa un grupo de voluntarios que, siguiendo las instrucciones del «amigo de los pobres», cooperaban para que la obra tomara una mayor dimensión y fueran muchas más las personas que pudieran aprovecharse de ella.
Va siendo hora -la labor dispone de la suficiente transcendencia en nuestra geografía urbana- de que el Ayuntamiento de Toledo distinga con alguna titulación honorífica a esta trayectoria ponderable, que significa un ejemplo de cualificada entrega a los demás, que no descansa y que mantiene alto la antorcha de la solidaridad con la suficiente energía para conquistar todos los objetivos propuestos por difíciles y complejos que sean.
Con Cipriano, sus amigos los pobres saben que pueden arrimar el puchero al fuego, porque estará lleno de los alimentos que nunca fallan en la amplia despensa generosa del benefactor desinteresado. Desde aquí nuestro aplauso y reconocimiento por no desmayar, estimado Cipriano, en tan encomiable sentimiento. Y por muchos años más.
AL mediodía de ayer, el público que paseaba por la plaza de Zocodover, con alta asistencia de turistas, se quedó gratamente sorprendido ante la actuación de un grupo de danzantes de la localidad de Navalcán, que ofrecieron un amplio recital de su rico folclore entre los aplausos de los asistentes.
Las cámaras fotográficas no paraban de recoger el colorido de los trajes típicos, ejecutando estampas bailables, animadas por las voces y los instrumentos de una rondalla que completaban la ocasión con villancicos populares cargados de nostalgia y de entrañable recuerdo. Un espectáculo improvisado que animó el espíritu navideño de estas fechas.
ALFILERITOS
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