India: el país de los mil motines
La India es un país sacudido por tensiones religiosas, independentistas y políticas. Sólo en 2007, murieron 2.500 personas por actos de terrorismo o violencia, lo que lo sitúa como el Estado más sangriento detrás de Irak, Afganistán y Pakistán
A pesar de la imagen de destino espiritual y paraíso del viajero, la India es un país sacudido por tensiones religiosas, independentistas y políticas, que sólo en 2007 costaron la vida a 2.500 personas, lo que la sitúa tras Irak, Afganistán y Pakistán como la nación con más víctimas por actos de terrorismo y violencia.
El conflicto más sangriento es el que enfrenta a la India y Pakistán por la soberanía de Cachemira. El control de esta región ha provocado dos guerras entre ambos países, en 1947, poco después de la partición del subcontinente, y en 1965. Además, colocó a ambas naciones al borde de un enfrentamiento nuclear en 1999 y en 2002. A pesar de que la relación ha mejorado desde entonces, el año pasado cerca de 800 personas murieron a consecuencia de esta vieja rivalidad.
Las tensiones con Pakistán y el trato discriminatorio que reciben los 150 millones de musulmanes de la India han sido la causa de innumerables atentados islámicos. La autoría de los mismos ha correspondido históricamente a grupos del país vecino e incluso instigados por él, pero en 2007 apareció por primera vez el grupo local de los Mujahidines indios, que este año ha reivindicado la responsabilidad de atentados en Jaipur, Bangalore, Nueva Delhi, Surat y Ahmedabad, que costaron la vida a más de 300 personas.
Conflictos a discreción
Menos conocida, pero cada vez más letal es la insurgencia naxalita, de corte maoísta, descrita por el primer ministro indio, Manmohan Singh, como «el mayor desafío interno al que se ha enfrentado nuestro país jamás». En 2007 este conflicto superó a Cachemira en número de fallecidos con 850 víctimas.
Su origen se remonta a 1967 cuando un grupo de activistas se escindió del Partido Comunista Indio. Pero no fue hasta 2004 cuando comenzó a ser una amenaza real para el país con la creación de un nuevo Partido Comunista formado por diferentes facciones marxistas y maoístas. Según el Gobierno, el grupo tiene presencia en 11 de los 28 estados del país, cuenta con entre 10.000 y 20.000 guerrilleros y el apoyo de 50.000 personas. Las grandes diferencias provocadas por el crecimiento económico de la India alimentan las filas de los insurgentes, cuyo objetivo es establecer un Estado comunista.
La aparición de un grupo paramilitar, el Salwa Judum (Misión de Paz), alentado por el Gobierno para luchar contra los insurgentes, ha empeorado la situación.
Otra fuente de conflictos se encuentra en el radicalismo nacionalista hindú. En 1993 y 2002, Bombay y el estado de Gujarat fueron testigos de unos progromos contra los musulmanes, que en ambos casos se cobraron la vida de 2.000 personas. Sin embargo, hasta comienzos de este mes no se conocía la etiqueta del «terrorismo hindú» o «terrorismo azafrán» a consecuencia del atentado del 29 de septiembre en la ciudad de mayoría musulmana Malegaon, en el estado de Maharastra, que se cobró la vida de 40 personas. Una sacerdotisa hindú, Sadhwi Pragya Singh Thakur, fue detenida junto con miembros del poco conocido grupo Abhinav Bharat (Joven India) tras la investigación de los hechos.
La comunidad cristiana tampoco se libra de los excesos hindúes. En el estado de Orissa al menos 500 personas de esta religión fueron asesinadas entre agosto y septiembre de este año. La conversión de hindúes y miembros de diversas tribus al cristianismo fue la principal causa de estos ataques.
Finalmente, las aspiraciones independentistas de la región de Asan, que actualmente engloba ocho estados indios, se cobraron la vida de 80 personas en varios atentados en octubre. El pasado año fueron 400 las víctimas de los grupos que operan en esta zona de la India.
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