El barrio de los «fantasmas»
A pesar del espectacular descenso de la delincuencia registrado en los últimos ocho meses en el barrio residencial de Aravaca, sus vecinos siguen reclamando mayor presencia policial. Muchos confiesan no estar a gusto en sus casas ante el temor de ser asaltados. La Policía dice que se trata de un temor psicológico propiciado por las propias características urbanísiticas de la zona

MADRID. El asesinato, en 1992, de la dominicana Lucrecia Pérez, el primero de índole racista de que se tiene constancia en Madrid, trajo a un primer plano al barrio de Aravaca. Desde entonces, esta zona residencial, junto a otras del norte de Madrid, como Pozuelo, Majadahonda o Las Rozas, cada cierto tiempo es noticia por las frecuentes denuncias de inseguridad de unos vecinos que reclaman más Policía ante el temor de ver allanadas sus casas -mayoritariamente unifamiliares- por bandas organizadas -de nacionalidad rumana- o sus comercios, asaltados.
El momento de desprotección máxima en la zona se produjo durante los dos primeros meses de 2002, especialmente febrero, cuando una serie de robos -a dos colegios, varios domicilios y una agencia de mensajería- llevó a las asociaciones de vecinos a renovar su petición de auxilio tanto a la Delegación del Gobierno como al Ayuntamiento de Madrid. Casi un año después, los índices delictivos que se registran en Aravaca y en colonias adyacentes (Valdemarín o El Plantío), han descendido de forma espectacular. Aravaca fue una de las primeras áreas de la ciudad en la que se implantaron agentes de barrio de la Policía Municipal tras la remodelación del Cuerpo. Los datos de actuación tanto de los agentes locales como de la Policía Nacional evidencian que los niveles de tranquilidad ciudadana en la zona han sido restituidos. Los números revelan algo tan obvio como que, hoy, Aravaca no es el centro de Madrid. Nunca lo ha sido. De hecho, en los últimos tres meses, en el distrito de Moncloa-Aravaca, los detenidos por la Policía Municipal no han superado la treintena.
Comparaciones odiosas
La estimación del Cuerpo Nacional de Policía, que tiene en Aravaca una oficina mixta de denuncias, es que las labores de vigilancia y prevención del delito están cubiertas con los agentes de proximidad destinados en este barrio. Pero, para los vecinos, no es suficiente. Las Asociaciones consultadas coinciden en que «la sensación de desprotección entre la gente es constante porque no se ve ni un policía en la calle. Además de la distancia geográfica con Madrid, sentimos que existe también una distancia psicológica: no nos pueden conformar diciéndonos que las estadísticas demuestran que la delincuencia aquí es menor que en otras zonas de la ciudad, porque este barrio tiene unas características muy peculiares y no se puede comparar con el resto de Madrid».
Las características a que se refieren los vecinos se resumen en que una presencia abrumadora de chalés y viviendas de tipo unifamiliar, en la consecuente intermitencia urbanística y en el escaso número de comercios existentes. En definitiva, que Aravaca es un barrio residencial en el que no se hace «vida» de barrio.
Comisaría propia
Los vecinos, además de protestar, han cursado solicitudes concretas, como una comisaría propia con más efectivos que la oficina de denuncias de que disponen actualmente.
Pero la lectura de las fuerzas policiales sobre el problema de Aravaca tiene poco que ver con la de los residentes. Precisamente son estas peculiaridades las que propician un temor infundado, una sensación ficticia de inseguridad entre los vecinos, unos fantasmas interiores que «no se van a disipar con más policías en las calles». Algunos residentes dicen que este miedo es superior a la comodidad de vivir sin ruidos y rodeado de zonas verdes, y manifiestan que «algunos han optado por vender sus casas» para irse a vivir a puntos de la capital donde sí hay «vida» de barrio.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete