OPINIONES
El Clavel: «¡Que no sea por huevos!»
«Lo más parecido a una Casa de Comidas y lo más alejado a tonterías gastronómicas»

La Pañoleta tiene una de esas concentraciones de establecimientos que tanto se daban en Sevilla y que poco a poco están desapareciendo. En pocos metros te puedes encontrar El Ocho , uno de los bares que más temprano da de desayunar en Sevilla -perdón, en Camas-, desde las 4 de la mañana; uno de los sitios donde mejor se desayuna «distinto», La Mundana ; uno de los mejores hornos de Sevilla para asados castellanos- el Azafrán -; una bodega con tanta historia y tan buenas chacinas como San Rafael y, cómo no, el bar que viene hoy a nuestras páginas, que siendo de difícil definición se le podría catalogar como Casa de Comidas . Y a eso se viene aquí, a comer y muy bien. Todo lo demás son tonterías y distraen.
Fundado a mediados del siglo pasado, observa el tiempo pasar desde la rotonda de Camas, sin ninguna intención de cambiar lo que son y sin ninguna otra idea que dar bien, y a muy buen precio, de comer. Lo habitual aquí es un menú de primero, segundo y postre , que no llega a diez euros. Y todo casero. No hay otro secreto. Bueno sí, hay otro. Que la carta cambia, no es estática, y parece que se divierten haciéndolo.
Entre los primeros platos siempre hay cuchareo : lentejas como las de casa de toda la vida, cocido con pringá que te deja casi sin fuerzas para el segundo plato, sopa de tomate o sopa de picadillo de esas que reviven a un muerto.
Pero también están los imprescindibles huevos fritos con puntillita y papas, santo y seña de la casa, y de lo que no se puede hacer mejor. A veces puedes pedir ese mismo huevo frito con espinacas y garbanzos o con un delicioso y suave pisto. ¡Será por huevos!
Entre los segundos , los pimientos rellenos, la cola de toro, los fantásticos higaditos de pollo, las albóndigas en salsa o los magníficos chipirones a plancha con salsa tártara. El pollo en salsa, la carne con tomate o el lomo al whisky son otras buenas alternativas.
Eso sí, siempre con patatas recién cortadas y perfectamente fritas -salvo que prefiera una guarnición de ensalada, pero no sabría usted lo que se pierde-. De postre siempre nos inclinamos por sus naranjas con miel .
Manteles de papel, grandes ventanales, clientes de toda la vida, cocineras que te preguntan con verdadero interés por lo que has comido, pan de bollo, autoservicio según el día … en fin, todo lo que uno puede soñar.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete