Todo sobre… El Pimpi Florida, el bar más ‘incómodo’ y querido de Málaga
Es pequeño y encontrar aparcamiento cerca de esta modesta marisquería –situada en la barriada del Palo – puede llegar a ser misión imposible. Es difícil encontrar sitio para sentarse y lo normal es tomarse unos vinos codo con codo con otros desconocidos. No tiene terraza, pese a estar muy cerca del mar, por lo que en verano podría apetecerte ir a cualquier otro lugar para echar un rato con los amigos. Su carta es reducida –pero no se queda corta, ¿eh?– y se suele beber cerveza o vino. Otra cosa sería delito en un establecimiento como este… Nada de charlar con tranquilidad con tu acompañante. A veces hay que alzar la voz para que os podáis escuchar. ¿Cómo puede ser que, aún así, haya personas que llegan a hacer cola durante hora e incluso hora y media para encontrar un rincón dentro del bar?
Pequeño pero matón. Así es este modesto bar de la barriada del Palo (M. Sánchez).
Todo eso, y mucho más, hacen del Pimpi Florida un sitio un tanto incómodo. Y lo decimos sabiendo que a Pablo López, el propietario del local, no le va a importar que así lo califiquemos. De hecho, él mismo define así a su restaurante, un negocio ‘heredado’ de su abuelo, Gregorio López, que pasó por las manos de su padre, Jesús López, y que a día de hoy dirige y trabaja con pasión y absoluta devoción. “Empecé aquí con apenas 15 o 16 años. No era bueno con los estudios así que mi familia me trajo para ver si espabilaba”, explica Pablo.
Jose, Pablo, Rosa Mari y Sora, el equipo del Pimpi Florida al completo (M. Sánchez).
Lo que sucedió es que, dos décadas después, él está al frente del Pimpi Florida en Málaga , que ha sabido defender como nadie este barecito pequeño pero lleno de encanto. López ha conseguido que la esencia con la que nació el establecimiento siga intacta y eso los malagueños lo aprecian. Como apuntábamos al comienzo, es una marisquería muy chica, de apenas 30 metros cuadrados, alargado y estrecho, lo que facilita el contacto de los clientes. Cuando el vino –Don Condado, D.O. Condado de Huelva– o la cerveza empieza a entrar, la verborrea de los allí presentes sale con más alegría, como si no costara nada entablar una animada conversación con el de al lado, aunque sea la primera vez que lo ves en tu vida… E igual ni vuelvas a encontrártelo de nuevo.
El Pimpi Florida enamora por su desparpajo y sencillez , te gana cuando ves cómo cuelgan de sus paredes recortes de periódicos antiguos donde se habla de un local que lleva operativo más de medio siglo. Entre estos se encuentran también fotografías de folclóricas y artistas de otros tiempos mientras escuchamos música tan dispar como Rafaela Carrá y Marifé de Triana, Marisol, Alfredo Kraus, Rocío Dúrcal o Rafael. Todo tiene cabida en este variopinto lugar en el que no solo se bebe, se charla, se ríe –y mucho– y se canta. La gastronomía es parte fundamental del éxito del negocio de Pablo López.
Palo López, juventud y experiencia al frente del Pimpi Florida (M. Sánchez).
¿Qué encontramos en la cocina del Pimpi Florida ? Para empezar, el buen hacer y la simpatía de Rosa Mari López, tía de Pablo, que es la que manda en los fogones, junto con Sora. Preparan unas gambas al pil pil que “quitan el sentío”, como nos dicen Carmen y Benicia, dos de las clientas que han acudido este miércoles –el día elegido para acercarnos hasta aquí a hacer el reportaje. A esta especialidad de la casa hay que sumar el calamar a la plancha, que solo con probarlo se evidencia que es pescado fresco, traído del cercano mercado, a apenas unos metros del Pimpi. La tortilla de patatas –poco hecha, muy jugosa–, las gambas y las almejas de Málaga, las huevas aliñadas, la rosada, los mejillones, los carabineros … ¡Nada de la carta tiene desperdicio! Y para terminar, los gambones a la plancha , que es otro de los ‘best sellers’ del restaurante.
Gambas, gambones, carabineros… Marisco siempre fresco en el bar (M. Sánchez).
Todo esto conforma un cóctel explosivo, con un ambiente de alegría contagiosa que aleja las preocupaciones y el estrés en apenas unos minutos. Vamos, que debería estar recetado por el médico para casos de ansiedad o agobio por la vida.
Caras sonrientes y muchas ganas de pasarlo bien. Así son los clientes del Pimpi Florida (M. Sánchez).
La música, su gente, los camareros –Pablo y Jose–, la cocina –esas manos de Rosa Mari y Sora–… Hay que ir, hay que ir. Y querrás volver . Siempre vas a querer volver. Pimpi Florida, uno de esos rincones de Málaga por los que merece la pena pasar para disfrutar de un buen rato.
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