Suscribete a
ABC Premium

Crítica

Gafiq Gastronómico de Belalcázar: Horizontes lejanos

La prioridad la marcan sus asiduos comensales que consumen su rico y variado menú diario

Vicente Sánchez

La entrada a Belalcázar viene precedida por la visión del imponente castillo de los Sotomayor que manifiesta con poderío la protección que pudo significar en tiempos pasados.

Enseguida, al entrar en el pueblo, nos encontramos con el edificio del que fue el restaurante La Bolera donde ofició el chef Dani Martín, quizás el más prometedor de la nueva hornada de jóvenes cocineros que metieron en la vanguardia a la gastronomía cordobesa. Por desgracia, para los comilones, abandonó los fogones, a los pocos años, para dedicarse por entero a predicar sus ideales religiosos.

Tras movernos por sus estrechas e intrincadas calles, guiados siempre por las precisas indicaciones de sus afables parroquianos, llegamos a la plaza de la Constitución donde preside el Ayuntamiento; a su vera se encuentra el restaurante Gafiq, nombre en árabe, que fue, de este pueblo serrano.

Nos encontramos, en este caso, con un restaurante peculiar e irrepetible, instalado en lo que fue la antigua iglesia de San Antonio de finales del siglo XIV. Suelo rústico, arcos de piedra para sustentar su bóveda, sobre la que se cobijan mesas camillas con braseros de picón. Todo ornamentado con objetos dispares sacados del fondo del armario de un chamarilero que terminan por diseñar este lugar, agradable y genuino, plácidamente anclado en el tiempo.

El cartel de la entrada, proclamando el menú del día a 11 euros , es toda una declaración de intenciones: no esperen ningún efectismo aquí, el mérito es que se guisa con normalidad, y algo de chispa, dando importancia a los platos tradicionales e intentando rescatar el códice de las experiencias, sabores y creencias culinarias de esta comunidad. Aunque como decía Ernesto Sábato «nada de lo que fue vuelve a ser».

A veces los críticos gastronómicos piensan que los restaurantes se han de fundamentar en sus opiniones. A menudo intentan que los cánones que se derivan de sus análisis conformen lo cocinado, cuando lo cierto es que todo establecimiento, de modo irremediable, «se debe a su público» como solían apostillar Isabel Pantoja y Rocío Jurado.

Y es así como, en este lugar, la prioridad la marcan sus asiduos comensales que consumen su rico y variado menú diario: puede ser un generoso plato de judías, una refrescante ensalada, unas tersas pijotas o unos filetes de lomo de cerdo de estas tierras, que los tienen y buenos.

Se ha de probar, en esta casa, su jamón de cerdo ibérico que lidera los entrantes. En su carta destaca también un rico cabrito al horno acompañado de unas irresistibles patatas fritas. Es muy atractivo su carpaccio de ternera, cuyo fuerte aderezo es bien soportado por una estupenda carne de vacuno.

Para terminar un vistoso y tradicional postre denominado 'flor de almendra' de las hermanas Clarisas cuyo convento, de paso, merece ser visitado. Y como diría Alejandro Dumas: «la verdad, la pura y simple verdad», la verdad desnuda es que visitar Belalcázar y comer en Gafiq puede resultar una experiencia muy gratificante.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación