Taramara

Tras el éxito de Latasia, los hermanos Sergio y Roberto Hernández abrieron este segundo restaurante en línea con el anterior, aunque en un local mucho más lucido. Propuestas asiáticas y americanas con ingredientes españoles que responden a una cocina de fusión bien ejecutada. Los siete años que Roberto Hernández pasó en Singapur se dejan notar en elaboraciones, de potente sabor, muy auténticas y frescas, en las que no se teme al picante cuando este es necesario. En este nuevo local, la diferencia la marca una amplia barra que cuenta con carta propia donde se puede picar a cualquier hora de manera informal. Por ejemplo, unos soldaditos de Pavía en tempura de cerveza negra francamente buenos.

Ya en la mesa, probamos un logrado tartar de zamburiña y gambas, con un aliño en su justo punto de picante. No nos convence, sin embargo, un ceviche falto de la intensidad que cabe esperar de este plato. Nada que ver con un sam de panceta con miel de miso y chipotle que enlaza con la mejor tradición de cocina callejera asiática, en la que la potencia de los sabores es elemento fundamental. En esa misma línea está muy logrado el dim sum de gambas y curry rojo tai, buena masa y mejor contenido, con un agradable punto picante.

Nos gusta ver que los hermanos Hernández apuestan por recuperar la raya. Hacen con ella un “sudao” peruano acevichado al que añaden berberechos. El resultado es muy bueno con el pescado en su punto y mucho sabor. Como carne probamos el mogote de cerdo ibérico, un corte poco habitual, la cabezada del lomo, que aquí preparan con un arroz chaufa, enlazando la tradición peruana con el producto español. Sabor y perfecta integración de cocinas. Más flojo el postre que nos recomiendan, un mochi de galleta y cacao sin mayor interés. Se completa todo con una más que correcta carta de vinos.

Cierra domingos noche y lunes. Barra.