Sa Brisa
5.5 /10- Precio medio
- 55€
- Dirección
- Menéndez Pelayo,15
- Teléfono
- 910 22 45 40 Llamar

Sa Brisa trae a Madrid aires ibicencos, nada habituales por estas latitudes. Enfrente del Retiro, con una pequeña terraza, una amplia barra interior y un agradable comedor con la cocina vista, este restaurante ofrece dos líneas diferenciadas. Por un lado, una más “internacional” y en cierto modo creativa, y otra más enraizada en la isla balear, donde se encuentra la casa madre. Sin duda mucho más interesante esta segunda, con platos que encajan en la tradición ibicenca y con productos que sus propietarios, Esther Bonet y Pere Vendrell, traen directamente desde allí, desde pescados y gambas rojas hasta las carnes y embutidos de “porc negre”, pasando por el aceite o la sal.
No se entiende bien el tema del pan. Hay que pedirlo expresamente y lo traen casi racionado, apenas una rebanada por persona, acompañado por sobrasada, alioli y aceite de oliva ibicenco. Es como si se considerara un aperitivo, lo ponen al principio y una vez acabado ya no ofrecen más. Sorprende porque muchos de los platos principales lo necesitan. Sobra además un cierto efectismo en algunas presentaciones, por ejemplo esas grandes cabezas con cresta en las que se sirve una de las entradas, la llamada “Nuestras locuras” (12 €), una serie de snacks un tanto irregulares. Mucho mejor el “Bodegón payés” (16), una tabla de productos caseros que combina embutido de cuello de cerdo negro, queso de cabra de Ses Cabretes, paté de conejo, manteca de cerdo con hierbas ibicencas, tomate rallado y pan de trigo “xeixa”. No ayuda a controlar el colesterol, pero está muy bueno y nos acerca a la tradición popular de la isla pitiusa. Probamos también el tartar de tomate confitado (10) con pescado seco de Formentera y un puré de patata que le quita protagonismo al resto.
De los principales, anodino el canelón de jícama relleno de cangrejo de cáscara blanda (10), y simplemente correcto un ceviche de pescados mediterráneos (16) al que le falta algo de alegría. Sin embargo están muy bien el resto de platos que pedimos. Rico el bullit de peix (25), muy sabroso, con el pescado en su punto, aunque con la patata algo cruda. Se acompaña con un arroz a banda, en fina capa, con buen fondo y su correspondiente socarrat. Lástima que llegue un tanto pasado. Por el contrario está muy bueno otro arroz, este de matanza (18), con un fondo intenso. Notables también el conejo a la robata con patata ibicenca y salsa de anticucho (17), y la costilla de black angus (19), que se presenta limpia y loncheada muy fina, como si fuera un roast beef. Se sirve con pasta casera y consomé de cochinillo. Fuera de carta nos ofrecen unos raors, peces lorito, que como son pequeños tomamos fritos. Buen detalle el de cantar su precio (30 € los 100 gramos) para evitar malentendidos.
Los postres flojean y se echa en falta alguno tradicional ibicenco. El de mango y helado de yogur (7) es absolutamente prescindible. Algo mejor la peculiar versión de la torrija (6,50), desvirtuada en parte por un helado de queso de cabra. Y bueno el chocolate con sal y aceite de Ibiza (7). Carta de vinos muy correcta y un equipo de sala, dirigido por el propietario, amable pero con algunos despistes.
No cierra. Barra. Terraza.