Así es Yoko, la esposa de Haruki Murakami: 50 años de amor y la decisión de no tener hijos
El escritor comparte su vida desde hace casi cinco décadas con su discreta mujer, con la que se casó cuando apenas tenía 22 años
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Haruki Murakami conoce muy bien lo que es el éxito en primera persona. No es de extrañar, pues desde más de tres décadas es considerado uno de los grandes escritores a nivel internacional, eterno aspirante a un Premio Nobel de Literatura que aún no posee. El novelista japonés, de 74 años, ha publicado más de una treintena de libros desde que en 1979 se diera a conocer gracias al éxito de su primera novela, 'Escucha la canción del viento', algo que le ha valido para hacerse con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2023.
Sin embargo, el plano profesional no es el único en el que arrasa el autor, que puede presumir de un amor que dura ya más de 50 años. Yoko Murakami, su mujer desde 1971, le ha acompañado durante casi toda su vida, desde el estallido de la fama hasta en sus peores momentos, cuando la pareja estaba casi arruinada y apenas podían pagar las deudas que casi les hunden.
Siempre discreta y en un segundo plano que no ha querido abandonar nunca, Yoko ha sido el gran apoyo de su marido en todas sus afrentas: estuvo allí cuando Murakami montó su bar y también cuando publicó su primera novela, como fiel primera lectora.
Yoko y Haruki Murakami: amor universitario y boda con 22 años
La historia de amor de Haruki Murakami y Yoko Takahashi comenzó como la de muchas otras parejas, en la universidad. Ambos se conocieron en un curso de Arte Dramático mientras estudiaban en Waseda en 1969, y el japonés ni siquiera se planteaba la posibilidad de novelista: quería ser guionista de cine. Rápidamente, la pareja fue gestando su amor y ya no se volvió a separar.
En mitad del estallido de su amor, Murakami trabajaba en una tienda de discos en Shinjukuy para poder salir adelante, a la vez que se dejaba caer por los bares de jazz en Kabukicho. De allí fue sacando algunas experiencias que servirían para ambientar algunas de sus más exitosas novelas.
A pesar de esta difícil situación económica, en 1971 Murakami no dudó en casarse con Yoko, tan solo dos años después de haberse conocido. Acababan de cumplir 22 años y, para poder mantenerse, dejaron los estudios y se pusieron a trabajar en empleos temporales, algo que no gustó nada a la familia del escritor: querían que fuera operador de Mitsubishi.
«El problema era que cuando nos casamos todavía no teníamos dinero. Los tres primeros años mi mujer y yo trabajamos como esclavos, con frecuencia en varios trabajos simultáneos para ahorrar todo lo que pudimos», confesaba en una entrevista el novelista, que atravesó multitud de problemas económicos tras su matrimonio.
Un bar de jazz que casi les arruina
Los años de ahorro y los préstamos de familiares y amigos permitieron que Yoko y Haruki cumplieran un sueño conjunto: abrir un local de jazz en Tokio. Le dieron el nombre de Peter Cat (el gato Peter) en honor a la mascota del escritor, que siempre estaba presente en todos lados.
Aunque para ellos era un sueño, lo cierto es que el local no era más que un sitio destartalado y casi sin ventilación, siempre lleno de humo. A pesar de esto, para muchos melómanos de la ciudad de Kokubunji se convirtió en un sitio con mucho encanto que visitaban habitualmente. Se mantuvo abierto durante cinco años, aunque esto solo hizo que sus problemas económicos se vieran empeorados.
No fue una época fácil para Haruki y su esposa, que luchaban constantemente para hacer frente a las deudas que les ocasionaba: «Aunque hacíamos lo que nos gustaba, pagar nuestras deudas era una lucha constante. Le debíamos dinero al banco y a la gente que nos había apoyado. En una ocasión, mientras estábamos atrapados por nuestro pago mensual al banco, mi esposa y yo caminábamos con la cabeza gacha a altas horas de la noche cuando tropezamos con algo de dinero tirado en la calle. No sé si fue sincronicidad o algún tipo de intercesión divina, pero la cantidad era exactamente la que necesitábamos», reveló el japonés, que se quedó el dinero para poder hacer frente a estos problemas.
La decisión de los Murakami de no tener hijos
Otra de las grandes decisiones que ha marcado la vida de los Murakami ha sido la de no tener descendencia. Así lo justificaba el propio escritor en 1984, según un artículo del diario The Telegraph: «No puedo tener hijos. No confío, como hizo la generación de mis padres, en que el mundo vaya a mejorar». «El matrimonio es donde aposté. Tenía 20 ó 21 años. No sabía nada del mundo. Era estúpido. Inocente. Fue una especie de apuesta, con mi vida, pero de todas formas sobreviví», explicó en una entrevista para The Guardian en 2011.
Esto no les ha pasado factura, pues más de 50 años después de conocerse en aquellas clases, la pareja se muestra más firme que nunca. Yoko sigue siendo a día de hoy la primera lectora de los manuscritos de Murakami, marcando el criterio a seguir en muchas de sus novelas: «Seguimos siendo amigos, hablamos mucho y ella me ayuda mucho. Respeto su opinión y a veces peleamos porque en ocasiones es muy dura», declaró hace nueve años en The Guardian.
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