Tamara: «Si alguien necesita paz, se la paso. Tengo de sobra»
La 'reina del bolero', que protagoniza con Francisco la gira 'Únicos', recuerda su infancia y nos habla del amor por su marido y sus hijos, de su carácter y sus sueños cumplidos
Tamara relata su infierno por culpa de la depresión
Para Tamara el año ha comenzado con un proyecto que llevaba tiempo esperando: «Francisco y yo deseábamos trabajar juntos en un proyecto que nos permitiera cantar los grandes éxitos con bonitos duetos para darlo todo, con mucha complicidad, algo que se transmite al público. Lo cerramos hace unos meses y así ha nacido 'Únicos', una gira dedicada a los amantes de la canciones melódicas y románticas que todos conocemos». Además, el próximo 14 de febrero, el día de los enamorados, lanza el primer tema de su disco de su 25 aniversario. El bolero es el género en el que ella reina: «hay que saber cantarlo, interpretarlo, emocionar mientras se cuenta una historia. Es decirlo, sentirlo. Es realmente íntimo. Y es difícil, porque le cantas al desamor».
Tamara es una soñadora nata: «Sueño en mi vida personal, en mi profesión. Sueño con realismo y me pongo a trabajar para que se haga realidad. La suerte que tengo es que mis grandes sueños se han cumplido. Llevo un cuarto de siglo de carrera, tengo cuatro hijos maravillosos, el amor de mi vida, la gente noble que me quiere. Solo puedo pedir salud». Cuando está en casa, mantiene un orden: «Las cosas del día a día me aburren, pero lo he tenido que trabajar por mi familia. Yo soy defensora de la espontaneidad, de vivir el ahora, sin tanta rutina». Más que aventurera, se considera «una bohemia.» Y se confiesa una auténtica detallista: «No se me olvidan las fechas, me gusta estar pendiente de la gente que quiero y no necesito que sea un día especial para hacer un regalo o dar un abrazo». Para su carrera tiene la cabeza fría, en la vida personal se deja llevar por un corazón ardiente: «tengo un punto romántico y soy muy pasional. Soy muy intensa, me entrego al 100%, no lo puedo evitar. Es algo bueno, sobre todo en los escenarios, pero entiendo que puedo agobiar a los demás».
Siempre quiso ser madre y formar una familia numerosa: «la maternidad es algo maravilloso y difícil, pero hay que vivirlo. Soy muy 'madrera', me gustan los niños, aunque la conciliación ha sido dura y he tenido que viajar con ellos en las giras». No puede evitar sentirse orgullosa de su prole: «Los cuatro se están convirtiendo en buenas personas. Les he criado para que sean independientes, que digan lo que piensan y respeten a los demás». Y ha tenido a su lado siempre al mismo hombre: «es mi gran amor. Y lo mejor que tiene es que es un gran padre. Ama mucho a sus hijos».
Cuando se le pregunta por aquello que le da paz, Tamara no duda un segundo: «todo, porque tengo paz interior desde niña. Estoy bien conmigo misma y me siento fantástica a mis 40. Si alguien necesita paz, se la paso. Tengo de sobra». Pocas cosas la alteran: «Cuanto mayor me hago, menos me afectan. Tal vez, cosas como la impuntualidad o la falta de seriedad. Soy muy disciplinada». Por todo esto, si tuviera que definirse, lo haría con dos conceptos: «La positividad y la paciencia. Siempre he sido así, tranquila, relajada, nunca me enfado. Ahora bien, si lo hago soy como una olla exprés. Pero estoy trabajando para controlarlo».
La foto: la 'niña del bolero' que no se perdía una fiesta
Antes de ir la Feria («yo soy de la Macareno», apunta), su madre la llevaba a un estudio fotográfico para inmortalizar el momento. En esta foto, Tamara tiene apenas cuatro años y posa junto a su hermano Jesús, «que siempre ha sido como un amigo, porque la diferencia de edad era poca, no como la que hay con mis tres hermanos pequeños, que al final los he cuidado casi como una madre y no como una hermana mayor». Se recuerda como «una niña buena, nada traviesa, pizpireta, sensible, risueña, siempre sonriendo y feliz como un cascabel, como decía mi madre». Se crió en el seno de una familia artista que abría su hogar a toda la familia: «La casa de mi madre era de puertas abiertas. Venían todos y celebraban unas fiestas maravillosas. Yo aguantaba hasta el final y si me daba el punto, me arrancaba a cantar». Era buena estudiante, pero tenía «un punto introvertido que mi profesión me ha ido quitando con los años». Y era fiel a sus amigas del alma: «siempre he sido de tener pocas pero buenas amigas».
A los 11 años, el programa 'Lluvia de estrellas' le marcó el camino hacia el éxito, lanzando su primer disco a los 14 : «Me convertí en mujer en poco tiempo. Daba entrevistas, cumplía con los conciertos, tenía una gran responsabilidad. No viví la adolescencia como las demás, tampoco me arrepiento porque los trenes pasan una vez en la vida y no quise perder el mío». Y mientras sus amigas vivía sus primeros romances, ella cantaba ajena a la revolución hormonal: «Mi primer amor fue la música. Y mi primer novio se convirtió en mi marido. Lo de ir enamorándose así tampoco va con mi carácter. Yo estudiaba y cantaba, no pensaba en ningún chico. Me metí de lleno en la música y luego surgió el amor».
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