Silvia Marsó: «La ludopatía de mi padre destrozó mi familia»
La actriz estrena la obra 'La Florida', inicia la gira del espectáculo 'Blues&Roots' y nos habla de su familia y de una vida marcada por la lucha
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Silvia Marsó: «En España anuncias lejía y eres famoso, pero si haces «Hamlet»...»
![Silvia Marsó.](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gente/2022/12/10/marso1-k0bF-RHsYcJleGCLPSWQ8rYxkxaM-1200x840@abc.jpg)
Nadie podrá llamar cobarde a Silvia Marsó (59 años). Como actriz, acaba de estrenar la función 'La Florida' en las Naves del Matadero, en Madrid, en la que da vida a Lola, «una cantante que se hizo famosa en los tiempos en que los señores con puro mandaban en este país, pero tomó una decisión que la hundió y vive frustrada desde entonces». Como Lola, Silvia también tomó una decisión arriesgada: en su caso, dejar la fama y la fortuna por el teatro. «Es en lo único en que nos parecemo», pero lejos de equivocarse, construyó una carrera marcada por retos apasionantes.
«Ser famosa es algo peligroso para encarnar a ciertos personajes porque, al final, los espectadores ven al famoso y no a ti. La fama se come a los personajes y para ser creíble tienes que ser una persona de carne y hueso, no un estereotipo». Además, se estrena como cantante, dramaturga y compositora con el 'show' 'Blues&Roots' en el que conviven la música negra con la poesía de García Lorca: «Es un triple salto mortal que me tiene entusiasmada». La idea de cantar en directo se la debe a 'Tu cara me suena', donde interpretó a una rockera Luz Casal que despertó el gusanillo. En ambos casos, la Marsó produce con una profesionalidad que merece destacarse: es sábado, pero la actriz accede a charlar con ABC porque es el único día que tiene un rato libre.
Apellido artístico
Silvia es también una mujer decidida que no se rinde con facilidad. Nada como un ejemplo para entenderlo: cuando su clase de teatro acudió a París para asistir a una clase magistral del mejor mimo del mundo, Marcel Marceau, pero ella no pudo viajar y se quedó con las ganas. «Que no pudiera verle no quiere decir que no pudiera tenerlo, así que decidí tomar su apellido para mi nombre artístico. Más que una decisión fue una promesa que ya lleva 42 años dándome alegrías». Cuando le conoció en el Festival de Otoño, le pidió un autógrafo y le contó la anécdota: «Le hizo mucha gracia».
En casa, Silvia tiene a su mejor consejero, su hijo, David Marco (23 años): «Es maravilloso, honesto, coherente. Él no entra en la parte artística porque no ejerce de crítico teatral, pero sabe darme los mejores consejos en todo lo demás. Al fin y al cabo, me conoce como nadie». A Silvia le gusta cocinar, en sus redes presume de sus mejores platos, como su arroz caldoso: «Soy un poco abuela para eso, soy de hacer comilonas y de cebar a mis invitados». También le gusta la naturaleza, la familia, los amigos y los viajes que le permitan disfrutar de planes como la historia, la arqueología, la música… «Soy una activista cultural, todo lo que aporte me fascina». Reconoce que lo que más paz le produce es «tener contentos a mis seres queridos» y que lo único que le altera es la violencia, la injusticia, la guerra: «Por eso creo que hay que comprometerse con la paz, con la defensa de los más débiles».
Se siente feliz con 'Blues&Roots' y su versión en español de 'Strange Fruit', un himno de los derechos civiles que le costó la carrera a Billie Holiday. «Es la primera canción protesta de los afroamericanos y es la primera vez que se escucha en castellano. Y con Federico García Lorca al piano». En eso consiste la magia del teatro, en crear pequeños grandes milagros.
La foto: Amor de madre
Hace más de un año, cuando le propusimos la entrevista, Silvia había elegido una simpática foto con su hijo en la que ambos lucían nariz de payaso. Pero la vida se detuvo para Silvia con la enfermedad de su madre, con su muerte y con un largo duelo que todavía duele: «Menos mal que tengo el teatro, que es mi refugio».
Emocionada, decide cambiar la foto por la primera instantánea junto a su madre: «Ella se merece todos los homenajes. Mi madre significa todo. Me ha acompañado toda la vida, es mi referente. Ahora que no está, siento que me falta algo fundamental. Es la persona que más tiempo he querido, que más tiempo me ha querido. Y ha sido un amor puro, verdadero».
La infancia de Silvia no fue fácil: «La ludopatía de mi padre destrozó mi familia. Es una enfermedad terrible que arrasa con todo, con quien la padece y con quienes le rodean. Yo vi sufrir a mi madre, que llegó a padecer una depresión. Ahora es distinto porque hay tratamiento, pero en aquellos años fue muy duro». Decidida a salir adelante, Silvia comenzó a trabajar a los 16 años. Primero, porque le apasionaba su profesión; segundo, porque necesitaba el dinero
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