La Princesa Kalina de Bulgaria: el antes y el después de un físico que impresiona en redes

«Quiero la rutina de la princesa de Bulgaria», fue solo uno de los miles de comentarios que suscitó en redes el aspecto físico de Kalina de Bulgaria a sus 52 años tras su última aparición pública, en la que además de su peculiar rostro mostró unos brazos y unas piernas extremadamente musculados.

De estas cosas también sabe el popular colaborador de televisión Kiko Matamoros, quien al ver a la royal desfilando con semejante porte –por decirlo de alguna manera- tampoco pudo evitar lanzar una de sus habituales chinitas en redes: «Huele a esteroides a 1 kilómetro».

Kalina de Bulgaria y su marido, Kitín Muñoz, acudieron la semana pasada al entierro del Rey Fernando y particularmente la princesa no dejó indiferente a nadie. Qué brazos, qué piernas, qué todo… Normal que inmediatamente esa fotografía recorriera las redes como un ciclón.

Es cierto que la royal búlgara es muy conocida por su pasión por el deporte. De hecho, ha confesado que se dedica al entrenamiento con cargas de pesas y a cultivar la salud de su cuerpo con rutinas realmente exigentes.

Su afición al deporte se remonta a su etapa como amazona profesional, donde compitió durante 15 años en Marruecos representando a Bulgaria. «La primera vez que vi la bandera de Bulgaria en una competición, porque yo era la única amazona búlgara, me llenó de orgullo», ha explicado en una reciente entrevista a 'LOC'.

Antonio José Muñoz y Valcárcel, más conocido como Kitín Muñoz, es su marido y también es fanático del deporte. Es navegante, explorador científico y sociológico, aventurero un decidido defensor de los derechos de los aborígenes de todo el mundo. Llevan casados 22 años. «Con Kalina es fácil ser feliz. No tiene mérito por mi parte», dice no sin orgulloso.

Fue en 2018 cuando el aspecto de Kalina de Bulgaria llamó la atención de todo el mundo al mostrar una nariz 'poco natural'. Y fue el propio Kitín Muños quien, a través de la revista '¡Hola!', se vio obligado a saltar a escena para aclarar qué había pasado.

«Cuando tenía ocho años, en el colegio se partió las dos paletas de los dientes. En el 1999, estudiando arte en Londres, fue a un dentista para ponerse fundas con la mala suerte de que el dentista perforó demasiado la base del hueso. Esto le causó serios problemas, una infección y una nueva intervención. Durante mi expedición en el año 2000 (…) estando en mi campamento recién llegada de Londres, se le reprodujo la infección. Nadie le dio importancia, pues al principio parecía un pequeño problema (…) . Pasaron días a pesar de tener dolores y molestias, los combatió, con antibiótico y anti doloroso», era el comienzo de su relato.

Kitín Muñoz proseguía: «En esos días comenzó la expedición y nos fuimos al mar, ella iba en un barco de apoyo. La imposibilidad de ir a un hospital y las condiciones en el mar provocaron que la infección avanzara y se agravara, afectando a parte del ojo. Tuvimos que evacuarla de urgencia y fue operada, también de urgencia, dando prioridad a limpiar la infección y causando daños de tipo estético, que no tenían importancia en ese momento pues lo vital era salvar el ojo y la nariz de la infección».

Y concluía: «Todas las absurdas teorías de las diferentes operaciones y tratamientos estéticos de Kalina no son otra cosa que desinformación. Estamos cansados de ver cómo se frivoliza con un tema tan serio de salud».

Lo cierto es que Kalina de Bulgaria es un verso suelto dentro de la realeza europea y sus estilismos nunca pasan inadvertidos para nadie. Desde sus populares turbantes a sus extravagantes estilismos. Algo que justifica así: «Elijo en función de mi estado de ánimo».

Pero lo que ahora ha llamado la atención es la musculatura de su cuerpo. Está claro que nadie se puede atrever a cuestionarle cara a cara. No obstante, y a pesar de lo que pueda sugerir su aspecto, quienes la conocen aseguran que posee un carácter extremadamente bondadoso. Menos mal.