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La primera ministra finlandesa, Sanna Marin, pide respeto tras anunciar su divorcio

La socialdemócrata comparte una hija con su ya expareja, Markus Räikkönen

Sanna Marin, la 'JFK' finlandesa que fue objetivo del espionaje ruso

Sanna Marin gtres

F. B.

Madrid

Ayer miércoles 10 de mayo, la primera ministra finlandesa Sanna Marin (34 años) anunció el divorcio de su marido Markus Räikkönen de mutuo acuerdo tras 19 años de relación.

Ha sido a través de su perfil oficial de redes sociales donde la socialdemócrata ha realizado el anuncio además de pedir que se respete su privacidad en estos momentos de vulnerabilidad. «Hemos solicitado juntos el divorcio. Estamos agradecidos por los 19 años que hemos compartido y por nuestra querida hija. Todavía somos mejores amigos, cercanos el uno al otro y padres amorosos. Seguiremos pasando tiempo juntos como familia y el uno con el otro», ha escrito en Instagram.

Marin, quien en 2019 se convirtió en 2019 en la primera ministra más joven del mundo, es con gran diferencia la política más mediática de la historia del país.

Ella y su marido se conocieron cuando acababan de cumplir la mayoría de edad, mientras cursaban sus estudios universitarios en la ciudad de Tampere (al norte de Helsinki). Fruto de su relación nació su hija, Emma Amalia, de cinco años. La pareja contrajo matrimonio en agosto de 2020 en Kesäranta, la residencia oficial del jefe de Gobierno finlandés.

Solo un jefe de Gobierno en todo el mundo ha colgado fotos en Instagram dando el pecho a su hija o comparte recetas de salsa para pasta a través de Facebook. «Quiero ser yo misma, es más fácil así», justifica su política de comunicación la primera ministra de Finlandia, que el pasado mes de abril fue desbancada por los conservadores en las elecciones generales, donde su partido, los socialdemócratas, quedaron terceros.

Marin siempre ha defendido la naturalidad y a la transparencia. Sin embargo, desde muy niña ha sabido mostrar solamente aquello que considera conveniente, al igual que ocultar, incluso mentir acerca de los detalles más vergonzosos. Su padre era alcohólico y vivían de la ayuda social. Después del divorcio, su madre rehizo su vida, esta vez con una mujer, en un tiempo en el que incluso en Finlandia la homosexualidad femenina suponía un tabú. Sanna Marin ocultó eficazmente durante años a sus compañeros de colegio y también a sus profesores todas estas circunstancias.

Ella misma ha reconocido sus esfuerzos, durante su adolescencia, para ocultar las particularidades de su hogar. «Me sentía invisible», ha dicho, por no ser capaz de hablar abiertamente con nadie de su situación, lo que implicó crecer sin verdaderos amigos.

Aunque seguramente la mayor ausencia de su infancia y juventud fue la de su padre. «No tengo padre», declaró a la revista 'Vogue' en una entrevista concedida en 2020. «Si me preguntas si siento que tengo padre, te diría que no he crecido con él, así que no, no tengo padre». Su progenitor se marchó de casa siendo ella demasiado pequeña y ella ni siquiera acudió a su entierro.

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