FOTOMATÓN
Miley Cyrus, musa de la vida sana
Se trata de una chica mona que saca mucho la lengua, sin claro criterio. Tiene hechuras de lolita, eso sí, pero su provocación no es tal, sino un cruce de mercadotecnia y entrenamiento
Miley Cyrus no volverá a hacer conciertos multitudinarios: «No hay conexión»

Miley Cyrus es la chica del panorama, cuya lema vital ahora es flores, calma y deporte. Cómo cambia la vida, o sea, cómo cambian los artistas. A mí estos propósitos de la buena vida, en Miley, me traen enseguida los recuerdos de la mala ... vida, que en ella han sido ejercicio de la pura juventud, según ha dicho en algún momento. Quiero decir que Miley Cyrus iba, hace años, de tutú de Disney y luego le dio por sacar la lengua sin ningún criterio. Hasta hace poco, vivía subida a la copa de cualquier portada, porque va de rubia desabrochada, o bien saca un pitillo de marihuana en la entrega de los MTV.
Yo no sé si, en rigor, a Miley le va mucho o poco el vicio, pero a la afición sí le va. La chavala es un trueno en las redes, y cada vez que hay movida con escenario de lo musical va y triunfa, pero porque en ella lo musical es aleatorio. Las portadas la vienen titulando «la nueva reina del escándalo», porque es un cruce de Madonna y Britney Spears, sólo que con menos discografía y, sobre todo, menos años, que es como decir con morbo renovado. Las otras son ya dos antigüedades.
Los que llevan ahora la carrera de Miley han descubierto lo de siempre: que una chica tirando a alegremente salidilla igual vende. En alguna ceremonia de premios, en Amsterdam, Miley posó, previamente, con una versión del traje de lumiasca de Julia Roberts, en 'Pretty Woman'. O sea, botas de amazona del pecado y un pasamontañas en uso de minifalda. No voy a decir ahora que la chavala no tiene una foto, pero, esencialmente, estamos ante una solista de lo hortera. Da la impresión de que a la chica la desvisten entre varios, y no acaba de aclararse, aunque a lo mejor sí, porque los asesores o promotores no van con rodeos. Está en el podio del sexypop, pero yo sospecho que la celebran antes los erotómanos que los melómanos.
En la red ya digo que es un oscuro objeto de deseo, o no tan oscuro, porque lo que vende Miley es la desinhibición gestual y los pocos años de atleta de sacar mucho la lengua. A veces la comparan con Madonna, y eso beneficia mucho a Miley, yo creo, porque tiene más de animadora que de artista. A mí Miley me aburre, si me pongo serio, como el porno americano. A su rollo lo han rebautizado bajo el título de «pornodisney», que no sabemos muy bien lo que es, aunque sí. Se trata de una chica mona que saca mucho la lengua, sin claro criterio, después de hacer carrera como Hanna Montana. Tiene hechuras de lolita, eso sí, pero su provocación no es tal, sino un cruce de mercadotecnia y entrenamiento.
El día que salga a recoger un premio con vestido no sólo de harapo será noticia, por novedad insólita. Lo digo porque al paso en que vamos, con el alegrón de su imagen, ya queda poca tela que cortarle al repertorio. Estamos ante lo de siempre, pero un poco más: un ángel con fondo de armario de buscona. El triunfo es seguro. En algún momento, yo pensé que Miley Cyrus no pasaba de ser un video de mucha posturita, pero resulta que no, que la chavala existe, y hasta da conciertos que son un brinco de dos horas de criatura contenta. Ahora se ha pasado a la vida contemplativa y a la lujuria del deporte. Falta que lo creamos.
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