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La Mari de Chambao: «Hace muchos años que no tengo una relación de pareja»

La cantante malagueña, que vuelve con más ganas que nunca, nos presenta su nuevo disco

La Mari: «Si te dicen una y otra vez que eres mala, al final te lo crees»

La Mari de Chambao EFE

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Veinte años de experiencia y un disco completo en lugar de canciones sueltas. Así regresa La Mari de Chambao con 'En la cresta del ahora' donde vuelve a recuperar la mejor esencia de su sello de identidad. Una mujer madura, que ha pasado por casi todo y que se quiere más que nunca es la que te envuelve no sólo con su arte sino con esos ojos entre verdes y grises que reflejan la limpieza que hoy tiene en el alma. Bien por La Mari.

—Su piel morena salpicada de tatuajes, su melena natural y suelta y su mirada limpia reflejan que se encuentra en plena forma. ¿Es así?

—Estoy feliz de poder mostrar el «bebé» después de ocho años y tranquila porque es el disco que quería hacer desde la honestidad de mis doce experiencias vividas y con la música que me gusta. Hay trabajo y esfuerzo al igual que ilusión, emoción y creatividad y reconozco que este disco me ha llenado de vida.

—Todo tiene un principio. ¿Cuál fue el suyo?

—He madurado emociones, hábitos y creencias antiguas de vivir. Arranca hace un año que es cuando entiendo que tengo que cuidarme, sin prisas, y cuando entendí que lo más importante de esta vida es conocerse uno mismo. Es difícil porque no hay un manual pero no es imposible. Se trata de darte tiempo. Me voy conociendo conforme voy siendo.

—¿Y se gusta?

—Hoy sí me gusto. Madurar es haberme desgarrado y comido todas esas partes que no me gustaban de mí. En mi propio desarrollo estudie coaching, interés emocional y PNL (programación neurolingüística) y ahí sigo. Me sirve para comunicarme conmigo sin atropellarme. Me ayuda también con la gente que tengo cerca a la hora de relacionarme. En la actualidad estoy escribiendo un libro sobre toda esta de experiencia personal y cómo cuidarse. Somos un envoltorio y debemos tenerlo bien.

—Publicó un libro a raíz de sufrir un cáncer de mama y desde entonces es un referente para muchas mujeres.

—Cuando me dijeron que tenía cáncer de mama lo primero que pregunté fue si me iba a morir y mi ginecólogo me contestó que del cáncer no. En ese instante mi preocupación era que mis padres no se hundieran y eso me ayudó a quitarle hierro. Tenía 30 años cuando me lo diagnosticaron pero yo era una niña, y mi energía fue en animar a mi familia y subir esa escalera. Me siguen llegando mensajes de chicas jóvenes que les detectan el cáncer y me cuentan que están con mi libro.

Es un camino personal porque no hay dos mujeres que lo vivan igual pero sí se sienten más comprendidas. El primer impacto es un palo. Yo nunca había tenido un problema de salud en mi vida y eso de golpe fue un shock. Hoy puedo hablarlo sabiendo que han pasado diecisiete años de aquel día y hoy el cáncer ha sido una enfermedad maestra con la que me paro a hablar y saber como estoy. Me sigo revisando cada año (ahora tengo mis pechos) e intento hacer todo que esté en mi mano para hacer las cosas bien.

—Una enfermedad tan joven le marca la salud a la hora de cuidarse siempre.

—A mis 48 años tengo tres maestras en mi vida, una fue el cáncer, otra mi profesión que a diario me da lecciones de honestidad y humildad y la tercera son las adicciones tanto de comida como de ego o alcohol y drogas. A las tres les presto gran atención. No me arrepiento de haber pasado por las tres (tampoco estoy orgullosa) pero me enseñan la persona que quiero ser. Es una elección diaria. Como con el alcohol, que la vida gira en torno a que bebamos.

—¿Hace cuanto no prueba el alcohol?

—Lo dejé hace dos años. Era otra persona. El alcohol aporta agresividad y hubo un día que dije hasta aquí. Puse la fecha en el calendario con la palabra «rota» y empecé a volver a mí. Mis padres siempre han estado a mi lado. Les agradezco todo lo que han hecho y eso que vienen de otra generación muy diferente. Mi madre con nueve hermanos no podría reflexionar sobre cómo era su vida ya que su único objetivo era encontrar comida para todos.

—¿Le quedaron ganas de tener su propia familia?

—En su momento sí pero ya no. Me gusta la familia tradicional. Tener una pareja y que vengan los hijos. El cáncer jugó un papel determinante porque el ser hormonal ya me avisó el ginecólogo que de ser madre tendría que tener cuidado. En ese año no se hacía lo de congelar el óvulo. En su día intenté quedarme embarazada pero no lo logré. Tampoco me metí en tratamientos ni nada especial. Al final he entendido que yo he venido para otra cosa en esta vida. En este disco reflejo cómo ha sido mi evolución y crecimiento. Me gusta más ser aprendiz que maestro, pero con los años voy adquiriendo sabiduría interior y buena intuición.

—¿Cómo es su día a día en su casa de Benalmádena?

—Muy sencilla. Como a mi me gusta. Vivo en una casa al final de una urbanización desde donde puedo ver el mar. Hago caso a Mario Alonso Puig cuando recomienda dormir temprano para tener sueños puros y limpios en el descanso. Antes tenía una vida que hoy no me gusta. Bendita equivocación la mía porque antes estaba insatisfecha sin buena autoestima y hoy en cambio me encanta.

Me levanto y bendigo la vida, beso a mis perros que están en su última etapa y disfruto paseando y con mis ejercicios físicos. Me encanta el desayuno y siempre pienso en lo beneficioso para mi cuerpo. Hago mis gestiones, tengo siesta, escribo mi libro que entrego en octubre y socializo algo en los paseos, pero no mucho.

—¿No le interesa la gente?

—La verdad es que no me interesa mucho el ser humano. Se que suena fatal pero estoy en una etapa de mi madurez que ahora me rio de las cosas que antes me molestaban.

—¿Gestiona bien la soledad?

—Muy bien. Echo de menos la piel de un abrazo, incluso una relación de pareja que hace muchos años que no tengo. El amor romántico si lo añoro pero estoy tan bien conmigo que hoy puedo decir que ya no es mi prioridad encontrar alguien. Me he dado cuenta que siempre ha estado en mi cabeza la idea de tener pareja, es algo que va en mi educación desde niña, y aunque hay cosas que echas de menos en este momento lo veo de otra manera. Mi listón está muy alto. No me vale nadie que se drogue o se pegue mucho. Si tuviera una relación con un hombre tendría que ser algo de una manera más independiente. Sin necesidad de vivir juntos.

Al menos es lo que pienso. Hoy valoro mi espacio y aunque me sobra casa no creo que sea necesario estar todo el día juntos y mucho menos que tenga que acompañarse en mi trabajo. Valoro mi soledad y aunque no soy una loba defendiendo mi espacio sí veo necesario que hay que hablar más y conocerse mejor. Eso de tener sexo del tirón sin saber nada más no me funciona. El sexo me flipa pero prefiero hablar y conocer antes.

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