Adiós a los muñecos de Mari Carmen

A ella y a su camarilla, cuyos nombres parecen un secreto de estado, porque deben de estar debajo de las alfombras, que no han amenazado levantar, porque al fin y al cabo lo que habrá es mucha suciedad, acumulada por todos estos años de ejercer el poder. Aunque ya se sabe que la culpa es siempre de la pandemia, del volcán de la Palma y de la guerra de Ucrania, pero en ningún caso de una gestión clara, limpia, eficiente y de éxito. En resumen, a Irene la han defenestrado del podio al patíbulo.

Le diría a Nadia que tuviera cuidado, no vaya a ser que le pase lo mismo que a los defenestrados válidos. Algunas veces las declaraciones las carga el diablo. No le ha faltado esta semana mas que hacer una declaración de amor a su jefe. Tanto almibaramiento, tanta desmedida admiración y tanto colegueo resultan cursis para una alta y especializada funcionaria que vino de Europa con la independencia personal por bandera. Tampoco defiende a Irene. Aquí no ha habido enamoramiento platónico en el sentido más ingenuo del concepto. María Jesús Montero se va sin conseguir imponer el impuesto a las grandes fortunas, porque a punto ha estado ese impuesto de convertirse en un boomerang y colapsar la recaudación prevista.

Desesperaditas están todas o casi todas las políticas que nos han dado la matraca durante estos últimos años. Quieren que las coloquen, desean una parcela de poder fuera de sus casas y no pasar al anonimato por culpa de unos retrógrados que no las hemos entendido.

La declaración de Shakira ante el juez es fascinante. Intentó demostrar que ella no residía en Barcelona. Solo fueron visitas esporádicas por amor. Incluso un día le dijo al piloto de su avión que descendiera y aterrizara en Barcelona para darle un abrazo y un beso a su Piqué de su alma por el que entonces « bebía los vientos». Una historia de amor que no terminó bien. Y todavía no se ha escrito el final de esta historia.

Se ha muerto Mari Carmen y, con ella también han desaparecido sus entrañables muñecos, que tantos años nos han divertido con sus cosas. Nicol, Daisy, Doña Rogelia, el león Rodolfo. Desde los años 80 que la contraté para una fiesta en el Joy Eslava de Pedro Trapote, nos unió una amistad grande. Se lamentaba del olvido de las televisiones hacia ella y sus personajes. Era una artista en lo suyo con una rapidez mental inmensa, que repartió muchos momentos de felicidad a todos los que la admiramos, tuvo gran popularidad, pero nunca fue una estrella.

Atentos tenemos que estar para que los políticos no designen, nombren y repartan cargos entre sus novias, familiares, amantes e incluso colaboradoras fracasadas para asegurarles un futuro mejor. Aquí estaremos para denunciarlo. Y sé lo que digo y por qué lo digo. (Continuará).