Luján Argüelles: «No busco un príncipe, quiero un alma que me aporte serenidad»
La presentadora de 'QQCCMH' y 'El rival más débil' recuerda su infancia y nos habla del amor, de su hija, de su carácter y sus sueños
Luján Argüelles: «En ocasiones tenemos que sufrir dolor para reaccionar»
![Luján Argüelles: «No busco un príncipe, quiero un alma que me aporte serenidad»](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gente/2024/10/18/lujan-arguelles_20241018162034-Rz7WDO8ROICLEZTWbAwdhBK-1200x840@diario_abc.jpg)
Luján Argüelles ha vuelto a Mediaset a lo grande, con un programa cada una de las dos grandes cadenas del grupo: «Es mi casa, en cierto modo nunca la había abandonado, así que disfruto mucho porque me siento cómoda». En 'El rival más débil' se divierte al ver «cómo nadie quiere se vea que no sabe algo y los concursantes se ponen nerviosos a un nivel atómico. Es un juego que los pone al límite». Y está agradecida a los tróspidos que aceptan el delirio de 'Quien quiere casarse con mi hijo': «Entran al trapo en el juego, se sienten libres, no se reprimen. No somos un formato normativo, buscamos la originalidad, que nos sorprendan, reírnos de todo».
Resulta curioso verla ejercer de maestra de ceremonias de un 'dating' cuando, como reconoce, ella misma necesitaría encontrar novio: «Pero yo no busco un príncipe, quiero un alma que me aporte serenidad». Y es que Luján se confiesa una mujer muy romántica: «Pero asumiendo que el amor y lo que le acompaña cambia con los años. De joven buscaba mariposas en el estómago. Ahora aspiro a tener conmigo alguien que me aporte y me calme. Antes vivía en la urgencia, ya no, soy más consciente de que así se vive mejor. Por eso en el amor ahora busco más paz que revoluciones». Y es que se encuentra en un momento de madurez que la lleva a declararse «fan del crecimiento personal. Tienes que mirarte, sentirte, reconocerte, vivir sin estar en modo automático».
Es posible que esa etapa de su vida comenzara con la maternidad. Su hija, Miranda, llegó para cambiarlo todo: «Durante el embarazo lo pasé mal, fue un tiempo oscuro en el que me sentí perdida. Pero al dar a luz llegó la responsabilidad y fue el inicio de un viaje juntas. Volvió el entusiasmo de la adolescencia. A los 30 era un robot, pero ser madre me hizo recapacitar».
Si hay un rasgo de su personalidad que la define es la perseverancia: «Me encanta la escucha activa para saber qué piensan los demás y, después, decidirme a actuar. Una vez que he tomado una decisión, voy a por ello con todo». Así se explica que, aun siendo una soñadora, tenga claro que hay que luchar por lo que se quiere: «Los sueños, sin constancia, no se cumplen y solo son caprichos. Un deseo ardiente se trabaja». Pero no aspira al perfeccionismo: «Creo que hay que soltar, porque si no puede ser una condena eso de estar pendiente de que todo esté siempre bien. Ya tomé la decisión de ver qué cosas no me gustan de mí para cambiarlas».
Cuando está en el papel de presentadora es muy detallista: «Observo mucho para obtener información». En las relaciones, también, «aunque de otro modo. Procuro estar pendiente de las necesidades del otro porque creo que hay que responder a ellas. Al menos, con mi hija, eso lo hago muchísimo».
Aunque en sus comienzos, en la radio, fue un ave nocturna, ahora ha descubierto «la magia de la madrugar». Una vez más, por la maternidad: «Al final decidí seguir el ritmo de mi hija. Ahora, cuando me levanto a las seis, aprecio el silencio y me siento con la cabeza más despejada». Así puede enfrentarse a las obligaciones de cada día: «Me gustan las rutinas claras para no olvidarme de nada. Hago ejercicio, cuido una alimentación sana, medito… Lo hago porque el ajetreo al final te puede arrasar. Pero tampoco soy cuadriculada, me gusta dejar espacio a la improvisación, que la vida me sorprenda».
A Luján le da paz el silencio, «aunque pueda parecer cursi. Antes no soportaba la soledad, ahora la busco». Por eso le altera el ruido, aunque lo que realmente no soporta es la deslealtad: «Lo he heredado de mi padre, que era carnicero y a veces compraba terneros sin dinero, solo dando su palabra para cerrar el trato. La palabra no te la puede quitar nadie. El dinero, la salud, todo se va, pero tu palabra, no».
![Luján Argüelles de niña](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gente/2024/10/18/lujan-nina-U80423733885YAY-760x900@diario_abc.jpg)
Una hija del matriarcado asturiano
La pequeña Luján y su hermana Sheila eran inseparables. Lo siguen siendo. De hecho, fue la ginecóloga que atendió a la presentadora durante su parto. No es casual: «Soy heredera del matriarcado. Mi familia está marcada por mujeres de carácter, como mi abuela, mi madre, mi hermana. Tenemos una fuerte conexión entre todas. Eso sí, mi madre era muy estricta y estaba empeñada en que yo cumpliera sus expectativas». Era una buena niña: «Risueña, entusiasta, muy hacia fuera, muy sociable». Acompañaba siempre a su hermana mayor, con la que salía de fiesta, así que se acostumbró a que sus amigas le sacaran unos años.
«En el colegio era muy estudiosa, tenía buenas notas», recuerda, al tiempo que recibía clases de música. Aquellos años felices transcurrían en un pueblo asturiano, Salas, «en el que salía a jugar a la plaza, iba al cole andando y me sentía libre». Siempre que regresa recupera esa sensación, que ha contagiado a su hija. Si pudiera encontrarse con aquella niña, Luján siente que le daría algún consejo: «Que esté más presente, porque con el tiempo perderá la inocencia y la libertad. Que mire a su alrededor y sea feliz».
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