Fotomatón
Lady Diana, musa del verano
Hemos vivido ya más de dos décadas sin Diana, y ahí se han avivado tantas novedades que no recordamos novedad alguna
El emotivo gesto con el que el príncipe Harry mantiene el legado de Lady Di
Diana de Gales
Enseguida asomarán reportajes y documentales sobre Lady Di, porque se fue Diana en verano, allá en 1997, para no irse ya nunca. Toda noticia póstuma, en Lady Di, no es otra que su propia resurrección, que se cumple en julio y agosto, preferiblemente. De modo que estoy hablando de una musa del verano.
A Diana le caen, al año, un par de libros muy amenos de embustes. Eso, si los hijos faltan a la labor de completarle la biografía a la madre ilustre, que cayó contando poco o nada de sí misma. Lady Di murió para quedar más viva que nunca, porque se ha convertido en camiseta pop, y porque toca homenajearla de cuando en cuando, más de veinte años después de aquello.
Lady Di tuvo en Londres un funeral party, digamos, con más de un millón de peatones, bajo el embeleso del paso del cortejo, y luego una mecha de amigos enlutecidos, donde aún recordamos a Tom Cruise, Nicole Kidman, Steven Spielberg, Tom Hanks, o George Michael. También estaban Margaret Thatcher, Nelson Mandela, o Karl Lagerfeld, más la familia propiamente dicha, con la corbata anudada como un susto. Todo aquello tuvo la elegancia de los funerales planetarios, que es una variación de la lentitud, aunque lo dé sin prisas la tele, como fue el caso.
Fue un funeral entre la teleserie y la lástima. Elton John echó a volar, a bordo de un piano, la canción 'Candle in the wind', en honor de la difunta célebre, una canción cuyas ventas nunca han sido superadas, todavía, en el Reino Unido. Estamos lejos, y estamos cerca, de aquel acontecimiento, la muerte de una princesa que no se muere nunca, porque era joven, trágica y hermosa. Eso, y que su muerte viene dando para que la resuciten a cada rato cuatro vivos a cuenta de su accidente mortal en París, del que siempre hay pendiente una última novedad de alta fantasía.
Funeral de Lady Di
Hace no tanto, Scotland Yard se puso a investigar 'la relevancia y credibilidad' de nuevas pistas últimas sobre la muerte de Lady Di. Lo de siempre, pero de otra manera. Las pistas procedían de las palabras de un ex soldado, que arriesgó que pudiera haber implicación del ejército en aquel accidente, donde también murió Dodi al Fayed. A uno aquel arreón de sinceridad del soldado, en medio de fechas semejantes a éstas, le mosqueaba un poco. O un mucho. Naturalmente, Scotland Yard no reabrió al respecto ninguna nueva investigación policial. Obvio. Obvio y previsible.
Como que ya se celebraron dos investigaciones de mucho despliegue, en su día, para remachar que la muerte de Lady Di fue un accidente de mucho mercedes y poco chófer, porque el chófer iba bebido. De Lady Di recordamos muchas cosas, desde su carita de cónyuge desangelada a la sastrería de estilo. Pero, sobre todo, recordamos un funeral que no ha superado ni el de Michael Jackson, si miramos las cifras de share. Y el dato no lo traigo como frivolidad de bulto sino como garantía de popularidad. Hemos vivido ya más de dos décadas sin Diana, y ahí se han avivado tantas novedades que no recordamos novedad alguna. Lo que no obsta para que enseguida le hagan un par de documentales de conjetura, en la tele de fábulas, bajo la antigua primicia de siempre: «Sombras de sospecha sobre la muerte de Lady Di». Estas cosas pasan incluso en invierno. Pero Diana es musa de verano. De este, y de todos.
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