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Kurt Cobain ya sería abuelo: su hija Frances Bean da a luz a su primer bebé con Riley Hawk, hijo del mítico 'skater' Tony Hawk

La pareja se casó en octubre de 2023 pero el embarazo se ha mantenido en secreto

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Riley Hawk, con el bebé que ha tenido con Frances Bean Cobain instagram

Nacho Serrano

Ronin Walker Cobain Hawk. Así se llama el nieto de dos de las mayores leyendas de la cultura pop de los noventa, Kurt Cobain y Tony Hawk. El niño, primer hijo de Frances Bean Cobain y Riley Hawk, nació el 17 de septiembre pero la pareja lo anunció el pasado sábado con un post en Instagram con tres imágenes en blanco y negro (en una el bebé aparece junto a las manos de la madre y en otra sale el padre sosteniéndolo en brazos) acompañadas de un escueto mensaje que dice: «Bienvenido al mundo, hijo más hermoso del mundo. Te queremos más que a nada». El primer comentario lo hizo el abuelo «skater», Tony Hawk: «¡Mi nieto favorito!».

La pareja se casó hace ahora justo un año, en una ceremonia oficiada por el cantante de REM, Michael Stipe (quien además es padrino de Frances Bean, junto a Drew Barrymore), pero se desconocía que estuviesen esperando un bebé, motivo por el cual la noticia ha sido una auténtica sorpresa para los fans y los medios de comunicación.

Hudson Riley Hawk es patinador profesional, igual que lo fue su padre Tony, considerado el mejor «skater» de la historia. Frances Bean Cobain, hija del fallecido Kurt Cobain (el pasado abril se cumplieron 30 años de su muerte) y de la músico y actriz Courtney Love, tiene 32 años y es artista visual, además de poseedora de los derechos publicitarios del nombre y la imagen de su padre. También ha sido modelo e hizo sus pinitos en la música. Anteriormente estuvo casada con el músico Isaiah Jones Silva entre 2014 y 2016, a quien solo se recuerda porque un juez le concedió la propiedad de la guitarra que Kurt Cobain tocó en el famoso 'Unplugged' de Nueva York, que Silva aseguró que era un regalo de boda de Frances, para luego venderla en una subasta por 6 millones de dólares en 2020.

Estando embarazada, ahora sabemos que de un par de meses, Frances Bean publicó una emotiva carta en la que se sinceró a sobre sus sentimientos acerca de la muerte de su padre, quien se suicidó de un disparo en abril de 1994. «Hace 30 años se acabó la vida de mi padre. Su madre, Wendy, a menudo apretaba mis manos contra sus mejillas y decía, con una tristeza adormecedora: 'tienes sus manos'. Respiraba sobre ellas como si fuera su única oportunidad de tenerlo un poco más cerca, congelado en el tiempo. Espero que tenga sus manos dondequiera que estén. Durante los últimos 30 años mis ideas sobre la pérdida han estado en un constante estado de metamorfosis. La mayor lección aprendida a través del duelo durante casi tanto tiempo como he sido consciente es que sirve para algo. La dualidad de la vida y la muerte, el dolor y la alegría, el yin y el yang, tienen que coexistir; de lo contrario, nada tendría sentido. Es la naturaleza temporal de la existencia humana la que nos arroja a las profundidades de nuestra vida más auténtica. Aparentemente, no hay mayor motivación para inclinarse hacia la conciencia amorosa que saber que todo termina».

El texto de la hija de Kurt se torna aún más estremecedor cuando confiesa sus sentimientos al haberle perdido cuando ella sólo tenía poco más de año y medio. «Ojalá hubiera conocido a mi padre. Ojalá hubiera sabido la cadencia de su voz, cómo le gustaba el café o cómo sentía que nos arropáramos después de un cuento. Siempre me pregunté si se llevaría renacuajos conmigo durante los bochornosos veranos de Washington, o si olía a Camel Lights y a Nesquik de fresa (sus favoritos, me han dicho). Pero también hay una profunda sabiduría que va por buen camino para comprender lo preciosa que es la vida. Me dio una lección sobre la muerte que sólo puede venir a través de la experiencia vivida de perder a alguien. Es el regalo de saber con certeza que cuando nos amamos a nosotros mismos y a los que nos rodean con compasión, con apertura, con gracia, nuestro tiempo aquí cobra todo su sentido intrínseco».

Frances termina su cara revelando que Kurt le escribió otra antes de que ella naciera. «La última línea dice: «Vayas donde vayas o vaya yo donde vaya, siempre estaré contigo». Cumplió esta promesa porque está presente de muchas maneras. Ya sea escuchando una canción o a través de las manos que nos unen, en esos momentos puedo pasar tiempo con mi padre y se siente trascendente. A todos los que se han preguntado cómo sería vivir junto a las personas que han perdido, hoy están en mis pensamientos. El significado de nuestro dolor es el mismo».

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