Kiko Rivera, el juguete roto de una familia desestructurada
Gran parte de la vida del hijo de Isabel Pantoja ha estado marcada por las adicciones, los fracasos y las batallas familiares
Isabel Pantoja muy preocupada por el estado de salud de Kiko Rivera
A sus 38 años, Kiko Rivera ha tocado fondo. Tras haber hecho de los conflictos familiares su 'modus vivendi' de los últimos años, el primogénito de Isabel Pantoja ingresaba en la madrugada del viernes, en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, aquejado de un ictus. Este ha sido el último varapalo de una etapa vivida entre insultos, el intento de desahucio de su madre, adicciones e infidelidades reconocidas, conflictos con sus hermanos y el fracaso en una carrera musical que nunca termina de despegar.
En esta ocasión, como en tantas anteriores, la familia ha optado por guardar silencio y adoptar el mismo papel que ha encarnado durante todos estos años. Los miembros del clan Pantoja saben a la perfección cuándo, dónde y cómo tienen que abordar las polémicas que giran en torno a ellos, incluso en una situación tan delicada como la que atraviesa el hijo de Paquirri en estos momentos. Tan solo hay que ver cómo han actuado todos y cada uno de ellos en sus apariciones públicas después de que trascendiera la noticia.
El primero en romper el silencio ha sido Cayetano Rivera. Correcto, como siempre, el torero, que se encontraba en El Jaral de la Mira, en Madrid, donde tenía previsto acudir a la segunda edición del 'Un encuentro por la cultura en libertad', evento organizado por la Cátedra de Vargas Llosa, manifestó que «ahora mismo está bien» y que «la cosa está estable». «Es muy joven y no nos esperábamos esto. Esperamos que evolucione favorablemente», añadió mientras aseguraba que «en cuanto pueda bajo a verle».
Tan solo unos minutos después, Irene Rosales atendió a los medios de comunicación para informar sobre el estado de salud de su marido. «Está bien. Todo ha sido un susto. Estoy tranquila porque sé que va a salir bien», expresó con optimismo. Además, ante la pregunta de si Isabel Pantoja estaba al tanto de lo ocurrido, la sevillana declaró que «él no puede estar con el teléfono, pero todo el mundo está informado y avisado». Su comunicado fue escueto. La televisiva no quiso explicar cómo habían acaecido los hechos, aunque según fuentes cercanas, Kiko Rivera llegó a Urgencias con problemas en el habla y con una pierna y una parte de la cara sin sensibilidad. Queda por ver si los detalles que se desconocen llegarán al público previo paso por caja.
Anabel Pantoja participaba en un evento en el que dejó que Antonio Abad, peluquero de su tía Isabel, le cortara dos milímetros de cabellera. Con el pelo se le fue la fuerza para hablar, negándose a explicar cómo se había enterado de lo sucedido con su primo al considerar que «eso es información secundaria». Por su parte, Isa Pantoja enterró el hacha de guerra, olvidó la deuda de 5.000 euros y decidió acudir al centro hospitalario, eso sí, evitando a los múltiples medios de comunicación que esperaban en la puerta principal accediendo junto a Asraf por una de las puertas laterales.
Pero la verdadera protagonista del día, con permiso del enfermo, fue Isabel Pantoja. Desde primera hora se especuló sobre si estaba al tanto de lo ocurrido, de si se desplazaría hasta el hospital y, sobre todo, si esta delicada situación iba a derivar en una reconciliación entre madre e hijo. Una vez más, el misterio que rodea a la tonadillera impidió despejar muchas de las incógnitas que surgieron a lo largo de la jornada. Irene Rosales confirmó que su suegra estaba informada.
Adicciones, fracasos y guerra familiar
A las dos enfermedades que ha hecho públicas -diabetes y gota- se la suma su adicción a las drogas, que reconoció públicamente hace unos años. «Consumía hachís y marihuana todos los días, y también cocaína. Para mí ir a trabajar era pegarme una fiesta, no rendía en mi trabajo, no daba lo que tenía que dar», narró durante su participación en 'GH DÚO'. Y añadió que pese a que ya estaba totalmente desintoxicado, «lo pasé muy mal, todos los bajones que tuve en mi vida pensaba que podrían solucionarse con las drogas».
Por si fuera poco, su estado anímico también podría verse afectado por su decepcionante trayectoria musical. Tras más de una década dedicado íntegramente a su faceta como cantante y DJ, su carrera no termina de despegar. Y no solo eso. Son varias las actuaciones en la que la polémica ha destacado por encima de la música, llegando a pegar una patada a una de las fans que se encontraba entre las primeras filas de uno de sus conciertos.
Todo esto sumado a la nefasta relación que mantiene con gran parte de los miembros de su familia, deriva en una desoladora situación que motiva que no levante cabeza. Sin embargo, todas estas rencillas no impiden que sus familiares estén preocupados por Kiko Rivera y deseando su pronta recuperación.
Huérfano de padre, con una madre ausente, Kiko ha demostrado una inmadurez que le ha llevado a rodearse de amigos sospechosos de los que ha aprendido lo peor de la picaresca callejera. No es mal chico, pero ha estado mal asesorado. Se ha buscado la vida jugando las peores bazas cuando tenía en sus manos mejores cartas para ganar la partida, cayendo en el dinero fácil de las exclusivas, los 'realities' y una popularidad mal entendida, muy alejada de la fama basada en el esfuerzo. Este golpe marcará un antes y un después en su vida. Tomando por buenas las palabras de Friedrich Nietzsche, «cómo podrías renacer sin antes haber quedado reducido a ceniza».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete