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Isabel Preysler quiso romper con Vargas Llosa, hace dos años pero le dio pena por su avanzada edad

La madre de Tamara Falcó no tomó la decisión porque le preocupaba que no estuviera bien cuidado y optó por seguir haciéndolo ella

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Isabel Preysler junto a Mario Vargas Llosa en la presentación del libro 'Tiempos recios' GTRES
Pilar Vidal

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Sonaban campanadas de boda. Han sido innumerables las ocasiones en las que la prensa del corazón ha fantaseado con Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa dándose el 'sí, quiero'. Aunque fruto de su experiencia, la madre de Tamara Falcó no cedió ante los intentos del Nobel por contraer matrimonio. «Estamos muy bien como estamos, para qué vamos a estropearlo», llegó a explicar a los periodistas que le preguntaban recurrentemente sobre esta cuestión. Palabras con las que hacía parecer que era una decisión consensuada por los dos cuando en verdad era ella la que no estaba por la labor.

El escritor buscó resolver su divorcio de Patricia Llosa con la mayor brevedad posible. Tanto que accedió a las pretensiones de su exmujer, quién antepuso la fortuna a esos sentimientos que decía sentir por su entonces marido. Después hubo que buscar un papel en Perú que le costó la gestión de dos personas cercanas pero al que al final logró. No obstante, Preysler no quería dar un paso más en su relación y afianzarla con una boda.

Con el transcurso del tiempo el enamoramiento y la pasión de los comienzos pasó al respeto, el cariño y la compañía. Y todo eso llevó a una monotonía por la que la relación pendió de un hilo. Y es que, según ella comentó a personas de su círculo, Isabel estuvo a punto de romper con Vargas Llosa, hace dos años. Aunque la determinación no la llegó a tomar porque le daba pena abandonarle. A Preysler le preocupaba tanto que no estuviera bien cuidado que optó por seguir haciéndolo ella.

Dos idas sin previo aviso

Las tornas cambiaron cuando el pasado mes de julio, el Nobel, acostumbrado a hacerlo toda su vida, decidió irse del domicilio familiar, sin ningún tipo de aviso, y se instaló, durante unos días, en el inmueble que tiene en propiedad en la calle Flora. Allí estuvo y un día antes de la presentación de su libro homenaje a Galdós le pidió a Isabel, vía telefónica, que le acompañase para darle su soporte. Tanto ella como él sabían que la presencia de la segunda era un reclamo para los medios de comunicación que nada tienen que ver con el mundo cultural.

Preysler se desplazó hasta el Ateneo de Madrid para acompañarle en este día tan importante. Y esa misma noche, Vargas Llosa regresó a Puerta de Hierro. No obstante, su soberbia, según dicen, le impidió disculparse por irse sin previo aviso durante varios días. Una incómoda situación que se repitió el día después de la ya célebre fiesta de Moet&Chandon a la que Isabel acudió acompañada por su hija Ana Boyer. A su regreso y con dos testigos de por medio, el Nobel la acusó de «tomarse demasiadas libertades» pese a saber que se trataba de un compromiso profesional. Como antaño, decidió poner rumbo a su vivienda del centro de la capital española sin avisar. Es más, Preysler se enteró por la noche gracias al chófer. No recibió ninguna llamada ni una explicación por parte de Mario. Actitud que ya no perdonó la 'socialité' y por la que rompió la relación.

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