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Ingrid de Noruega, primeras imágenes de uniforme militar en mitad de la polémica

La hija de los Príncipes Haakon y Mette-Marit cumple con el servicio militar obligatorio desde enero

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Ingrid de Noruega, sus primeras imágenes de uniforme militar efe
Rosalía Sánchez

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Con motivo del Día Nacional de Noruega, la Princesa Ingrid Alexandra participó del tradicional saludo familiar desde el balcón del Palacio Real de Oslo ataviada con el uniforme militar de tipo 3, con la insignia del departamento de la Brigada Norte y los símbolos que indican su pertenencia al batallón de ingenieros. Para lucir este uniforme de desfile, el único que permite las gafas de sol con las que se protegió de los rayos que caían frontalmente contra la residencia real, solicitó la pertinente autorización previa del Jefe del Ejército. Bordado sobre la solapa de su chaqueta, ya que los miembros de la familia real noruega no tienen apellidos, la nieta de Harald y Sonia lucía su segundo nombre, Alexandra, bordado sobre el uniforme. Sus mandos se dirigen a ella habitualmente como «recluta Alexandra».

Solamnete en una ocasión y en traje de faena militar, había posado para unas fotografías mientras desmontaba y limpiaba las piezas, antes de volver a montar, un fusil automático HK416. «No señor, no me arrepiento», contestó cuando el comandante le preguntó ante los periodistas si lamentaba haberse unido al Batallón de Ingenieros. A pesar de que está cumpliendo con el servicio militar obligatorio desde el pasado mes de enero, estas eran las primeras fotografías públicas de uniforme y han causado gran impacto, no sólo en su país, sino también en toda Centroeuropa, donde actualmente varios países debaten la conveniencia de retomar la mili.

El mensaje era claro: en Noruega ni siquiera las princesas están exentas de servir. Noruega ejerce así una presión indirecta sobre Alemania, donde el gobierno se está resistiendo a la insistencia del Ministerio de Defensa, que pide con urgencia algún tipo de soldados de reemplazo que permitan a su ejército convertirse en una fuerza verdaderamente operativa.

Ingrid Alexandra, de 20 años, junto con sus padres, el Príncipe heredero Haakon y la Princesa heredera Mette-Marit, así como el Rey Harald V y la Reina Sonja, saludó sonriente a la multitud de más de medio millón de personas que habían acudido a la explanada frente al Skaugum. No agitaba la mano, como en años anteriores, sino que rindió al pueblo el saludo militar propio de su servicio, consistente en llevar con aire marcial la mano derecha con los dedos juntos hacia la sein. Su hermano, el Príncipe Sverre Magnus, de 18 años, no estaba sin embargo presente. Se graduará este año en la escuela y pasó la fiesta nacional con sus compañeros de clase.

El pasado mes de enero, coincidiendo con su 20º cumpleaños, la princesa comenzó su entrenamiento militar de doce meses de duración en el batallón de ingenieros en Øverbygd y actualmente se encuentra el campamento de Skjold en Indre Troms. Tras este período de instrucción, la princesa tendrá un puesto de servicio y completará su formación militar con un período de educación específica, seguido de una fase final de capacitación y práctica. «Yo mismo tengo experiencia en defensa, he aprendido mucho de ello, y creo que ha sido una buena experiencia, así que espero que sea lo mismo para ella», ha declarado el príncipe Haakon sobre el hecho de que su hija cumpla el servicio militar en un momento en el que hay guerra en Europa, «sí, creo que es un recordatorio de que estamos dispuestos a defender los valores que hemos construido en la sociedad y que queremos preservar».

Esta no es la primera vez, en todo caso, que la princesa tiene contacto con el ejército. Según ha informado la Casa Real noruega, con motivo de su Confirmación recibió como regalo una visita a la Tropa Jaeger, la uferza de operaciones especiales escandinava, compuesta por soldados de élite y a la que se encomiendan las misiones más arriesgadas. Cuando cumplió 18 años, pasó también tres días en las Fuerzas Armadas, uno con el Ejército, otro con la Armada y el tercero con la Fuerza Aérea. Disfrutó de un salto en paracaídas y de un vuelo en un caza F-16.

Como cualquier joven de su edad en Noruega, Ingrid Alejandra ha abandonado ya la residencia familiar de Skaugum en Asker, a 19 kilómetros de la capital del país, y se ha ido a vivir a un piso en Oslo, situado en el centro de Somoroy, extremo oriental de la capital noruega, en el distrito de Grünerlokka, uno de los barrios más modernos y alternativos, referente del ocio nocturno, con tiendas de segunda mano, antigüedades y un sinfín de locales para escuchar música en directo a orillas del río Akerselva. Allí ha llevado hasta su incoroporación a filas una vida relativamente tranquila y anónima que ha compaginado con su primer empleo fijo como profesora asistente de Medio Ambiente en la Escuela Uranienborg.

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