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Federico y María de Dinamarca, un matrimonio fuerte a prueba de escándalos

Durante su discurso de Navidad, la Reina Margarita anunció que el próximo 14 de enero abdicará en favor de su hijo

María de Dinamarca habla por primera vez de su depresión

Los Príncipes Federico y María de Dinamarca gtres
Rocío F. de Buján

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«Cincuenta y dos años después de suceder a mi amado padre, renunciaré como Reina. Dejaré el trono a mi hijo, el Príncipe heredero Federico». Con estas palabras, Margarita II de Dinamarca anunció el pasado domingo, durante su tradicional discurso de Año Nuevo, que abdicará el próximo 14 de enero, y lo anunciará en el Consejo de Estado previsto para ese día. A continuación, la primera ministra, Mette Frederiksen, proclamará a Federico como rey y saldrá al balcón de Christianborg para saludar al pueblo.

De esta forma, la monarca con más años de reinado en la historia de su país, muestra su apoyo y confianza a su hijo, en uno de sus peores momentos tras la polémica provocada por la publicación de unas fotografías con Genoveva Casanova, durante un encuentro secreto en Madrid, que terminó con el Príncipe durmiendo en casa de la mexicana.

Margarita II, 'mujer de hierro', tomó como propio el pensamiento de la fallecida Reina Isabel II de Inglaterra: «Never complain, never explain» («Nunca quejarse, jamás explicarse»), con el propósito de no dar pábulo a la polémica y evitar que se dañe a la familia real.

El Príncipe Federico junto a su madre, la Reina Margarita I de Dinamarca gtres

Se entiende así, en medios políticos y sociales daneses, que la repentina, y en parte inesperada, decisión de la Reina de abdicar trata de proteger a su hijo, salpicado por distintos escándalos en su vida privada, que han afectado gravemente la imagen de la institución. En esta situación, resulta paradójico que, en los últimos años, sea María, y no su marido, el valor más seguro para la continuidad de monarquía danesa. Ejemplo de ello fue cuando el pasado mes de octubre, la Reina Margarita nombró a su nuera como regente, convirtiéndose en la primera persona sin lazos consanguíneos con la dinastía, que podría ejercer de soberana, en caso de que estos estuvieran fuera del país o incapacitados por enfermedad.

Huida

El pasado 6 de diciembre María, agobiada por la fuerte presión mediática, adelantó sus vacaciones navideñas y viajó a su casa en Australia para protegerse rodeada de su familia. Llegó acompañada de sus hijos pequeños, los mellizos Vincent y Josephine. Un viaje que puso en máxima alerta al país. Después de casi diez días de separación, el Príncipe Federico aterrizó junto con su hija Isabella en Queenstown, ciudad de residencia del padre de María. Desde entonces no se la volvió a ver en público.

Quedaban pocas horas para la celebración de la Nochebuena y los daneses desconocían si María había regresado de Australia para celebrarla. La expectación era máxima en la sociedad. Finalmente, la familia al completo se dejó ver en la tradicional ceremonia religiosa en la catedral de Aarhus, donde Federico y María aparecieron cogidos de la mano.

Poco después se supo que había sido la Reina la que exigió que la Familia Real danesa al completo se reuniese, por primera vez en cuatro años, para celebrar juntos la festividad natalicia. Una prueba con la que se trataba de demostrar la unión familiar.

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