Don Omar y su dura batalla con el cáncer: «Lo que más agradezco es estar vivo»
El reguetonero puertorriqueño ha revelado a 'People' cómo un tumor del riñón cambió su vida
Atribuye a Dios que no haya muerto todavía y ahora se declara fiel devoto
Última hora sobre el estado de salud de Don Omar tras ser operado de cáncer
![Don Omar, en el centro, durante una entrega de premios.](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gente/2024/08/01/don-omar-batalla-cancer-vivo-RQw4UPqxHfAoaeUnDGVT1rN-1200x840@diario_abc.jpg)
La historia de Don Omar es de esas que tanto cautivan en el mundo del espectáculo. Habla de un artista en la cresta de la ola, disfrutando y gastando al nivel de su popularidad, pero que un día se encuentra un revés del destino: le han diagnosticado un cáncer. Y ahora habla de cura, redención, nueva vida y el abrazo a Dios.
Todo esto lo acaba de contar en una entrevista con 'People', en la que habla de lo que sintió cuando le dieron la noticia y cómo está batallando contra un cáncer al tiempo que este ha cambiado su forma de ver la vida.
«Me estaba sintiendo muy enfermo, tenía mucha fiebre, mucho dolor de cuerpo y sentía que algo no estaba bien», confiesa el reguetonero puertorriqueño de 46 años después de una vida entregada a los fans, haciendo caso omiso a su cuerpo y dejándose guiar por un viejo dicho: «El show debe continuar».
Sin embargo, tuvo que parar. «Comencé a tener hemorragia interna que se estaba reflejando en mi orina. Estuve alrededor de dos o tres semanas superasustado. Me comencé a automedicar. Venía de hacer mucha actividad física, tengo un show de dos horas en tarima y llevan esfuerzo; se suda muchísimo. Pensaba que estaba deshidratado, lamentablemente no».
Entonces vino el diagnóstico fatal: cáncer del riñón. No lo esperaba. «Venía de celebrar la vida, de celebrar el triunfo, de celebrar los éxitos, de celebrar la música, y de momento me dijeron: 'Quizás te estás muriendo', y no lo sabía», recuerda.
Su ingreso urgente en el hospital
El 2 de mayo marcó su punto de no retorno después de un concierto en el que simplemente no pudo más. Hasta ese momento le había ocultado sus síntomas a su doctor y a su familia. El médico le ordenó su ingreso urgente en el hospital Orlando Health. «Ya no me llamaba Don Omar, ya no me llamaba William, tenía nombre de 'Roberto Martínez' porque ya el equipo sabía que algo no estaba bien dentro de mí», relata.
El 17 de junio reveló al mundo que su batalla contra el cáncer comenzaba. «Hoy sí, pero mañana no tendré cáncer. Las buenas intenciones son bien recibidas. Nos vemos pronto», escribió en Instagram junto a una foto portando el brazalete del hospital Orlando Health, dejando a sus seguidores en shock.
Al día siguiente llegaría una nueva revelación: «Hoy me levanté sin cáncer y agradecido. Gracias por sus buenos deseos, oraciones y miles de mensajes. Mi operación fue todo un éxito y ahora queda recuperarme». Se acababa de someter a una laparoscopia para extirparle el riñón izquierdo, donde tenía el tumor, un carcinoma en las células renales. «Lo que más agradezco hoy es estar vivo», confiesa ahora.
Un regreso a la fe
Don Omar cantaba en la iglesia en Puerto Rico y fue pastor antes de triunfar como reguetonero e iniciar una nueva vida como superestrella, con todos los tópicos asociados a tal condición. Pero esta crisis ha traído una novedad: ha fortalecido su fe.
«Lo dejamos de ver clínico y lo comenzamos a ver como el acto de un milagro, que es lo que fue para mí», reconoce. Y añade mientras eleva su dedo hacia el cielo: «Tomamos lo que estaba pasando como un aviso de emergencia, un aviso de 'Alguien' que me quiere muchísimo».
Junto a la divinidad, Don Omar agradece todo el apoyo recibido por fans y colegas de profesión. «Mis compañeros se desbordaron en atenciones, se preocuparon, se ocuparon, llamaron, me escribieron, todos. Daddy Yankee, Wisin, Yandel, mi hermano Tego Calderón, David Bisbal, todo el mundo», admite.
Ahora vive con un solo riñón, pero vive. Y lleno de agradecimiento. «Mi tumor medía dos milímetros, estaba en el punto de cáncer etapa uno, casi convirtiéndose en cáncer etapa dos. Lo que hubiese sucedido — si nada de esto pasaba— es que en un año mi tumor iba a crecer al tamaño de tres milímetros y después de tres milímetros es cáncer etapa tres y no hay vuelta atrás, no hay cura», narra.
El resumen final es el siguiente: «Hoy en día estoy libre de drogas, hoy en día no tomo alcohol. De las batallas más grandes que viví es no seguir permitiendo que la forma en la que crecí siguiera definiendo quién soy como adulto. Y si me preguntas de esas batallas, han sido más fuertes que esta».
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