El consejo del Príncipe Harry para lidiar con el duelo tras la muerte de su madre
El hijo menor del Rey Carlos III tenía tan solo 12 años cuando Diana de Gales falleció en un trágico accidente de coche
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El Príncipe Harry de Inglaterra (39 años) tenía tan solo 12 años cuando su madre, Diana de Gales falleció en un trágico accidente automovilístico en París el 31 de agosto de 1997. Desde entonces, han sido numerosas las ocasiones en las que el hijo menor del Rey Carlos III lo duro que se le hizo recuperarse de la muerte de su progenitora sin el apoyo de ninguno de sus allegados.
Harry confesó haber echado en falta algún tipo de tratamiento profesional para superar el trauma: «No tenía esa estructura de apoyo, esa red o ese asesoramiento experto para identificar lo que realmente me estaba pasando», dijo en la serie limitada de Netflix 'Heart of Invictus'. En el episodio llega a hablar incluso de una disociación que se vio obligado a hacer para no pasarlo mal confesando que nunca «fue realmente consciente» de sus emociones. «No tenía ninguna emoción, no podía llorar, no podía sentir. No lo sabía en ese momento», dijo en otra parte de la serie.
Ahora, el duque de Sussex ha hablado de nuevo sobre la muerte de su madre en una entrevista concedida el pasado mes de mayo a Nikki Scott, fundadora de la ONG británica 'Scotty's Little Soldiers', que se encarga de atender a aquellos niños y jóvenes cuyos padres han muerto mientras servían en las fuerzas armadas. «Nadie quiere estar en la posición en la que se ve obligado a hablar de algo de lo que no quiere hablar, especialmente cuando todos los mecanismos de defensa de la mente, el sistema nervioso y todo lo demás dicen: 'No vayas allí'», ha comenzado diciendo.
«Te convences a ti mismo de que la persona que has perdido quiere o necesita que tú estés triste durante el mayor tiempo posible para demostrarles que se les echa de menos. Pero entonces te das cuenta de que no, ellos deben querer que seas feliz», se ha sincerado el hermano del Príncipe Guillermo de Gales, asegurando que una de las cosas más difíciles tras la muerte de un padre es hablar sobre ello al principio: «Eso es lo más duro, especialmente para los niños, que piensan: 'No quiero hablar de ello porque me pondrá triste'. Pero te das cuenta de que si hablas de ello, y celebras su vida, entonces en realidad las cosas se vuelven más fáciles».
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