Beatriz Rico: «Soy un poco gata, perezosa, dormilona y a veces me pongo en 'modo avión'»
La actriz, con dos funciones teatrales en cartel, nos habla de su amor por Asturias, de la maternidad, de la importancia de escuchar a los demás
![Beatriz Rico lleva dos años de gira con la obra 'Palabras encadenadas'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gente/2022/08/07/DL_u515390_015-RqbwgFmHCye8yaX9YkFUoZN-1240x768@abc.jpg)
Si se estudiaran los signos zodiacales en la universidad, Beatriz Rico formaría parte del temario en la asignatura de Piscis: es hiperactiva, generosa, creativa, insegura, pero todo lo hace y lo vive con pasión. Y la transmite. Lleva dos años de gira con 'Palabras encadenadas', pero se ha despertado el día del estreno en el Teatro Bellas Artes de Madrid con un herpes labial: «Da igual el tiempo que pase, los nervios están ahí. Pero son buenos, de subir al escenario, de dar lo mejor para tus compañeros que van a verte». Son también los nervios innatos de cualquier pisciano que se precie: «Menos mal que en casa estoy rodeada de 'machos zen' que me ayudan a centrarme». Se refiere a su hijo, Marco, que tiene madera de coach: «Se sienta conmigo en la cama y empieza a razonar para que yo deje de dramatizar. Es muy reflexivo»; a su marido, Rubén, que es policía nacional: «Es un poco bohemio. Me da serenidad, me acompaña, me ayuda, es el contrapunto que necesito», y sus gatos, Tino y Asia, de los que no se separa cuando siente ansiedad: «Yo me medico con 'trankigatines», bromea. «La verdad es que soy un poco gata. Soy perezosa, dormilona y a veces me pongo en 'modo avión' para desconectar».
Pero esa desconexión es con el mundo exterior, porque su interior es una olla a presión. Su marido, que la conoce bien, le dejó un cuaderno y un bolígrafo para que aprovechara esas desconexiones y dejara negro sobre blanco lo que se le pasaba por la cabeza: «Me costó arrancar, pero un día me puse a escribir hasta que se me durmió la mano». Así nació su primera novela, 'De miss a más sin pasar por Albacete', del que ya anuncia su secuela: «No hay nada que me guste más que quedarme enganchada leyendo un libro. Y pensar que lo que escribo puede provocar el mismo efecto en otra persona es algo que me emociona».
Beatriz compagina el thriller de Jordi Galcerán con la comedia 'Antes muerta que convicta', el monólogo que ella misma ha escrito: «Hay fines de semana en los que hago la dos funciones, viajando de un lado a otro. Me encanta». Tiene ambos textos, ambos personajes, bien controlados: «Para mí es fácil, me sale de manera natural, aunque me da miedo quedarme en blanco un día. Lo que me resulta difícil es ser maestra, como mi madre. Y lo que me gustaría es aprender a cocinar como ella, pero no me sale».
A Beatriz lo que se sale es darse a lo demás. Colabora en seis ONGs y visita a los mayores en hospitales: «Soy parlanchina, pero también soy buena escuchando. Y los ancianos lo único que quieren es que les escuchen, sobre todo porque apenas reciben visitas. Yo llevo muy mal el tema de la muerte, siempre me ha angustiado, pero las personas mayores me han ayudado en el proceso de aceptación».
Y pensar que ella estuvo en sus comienzos de rodeada de niños: «Eso fue algo que me vino, algo que hizo alimentarme del entusiasmo infantil, pero lo de los mayores es algo que he elegido yo». Beatriz puede tardar en decidirse, pero si lo hace no hay vuelta atrás: «Me pasó lo mismo con la maternidad. Yo no quise renovar la tercera temporada de 'Un paso adelante' por mi hijo. La conciliación es para mí algo mental, lo que me dolía era la separación. Es algo de lo que no me arrepiento. Si tuviera que elegir entre ser madre o actriz, elijo ser madre. Por eso siento mucha admiración por las compañeras que siguen trabajando cuando tienen un bebé. Sé lo que duele, el sacrificio que realizan».
La foto: Bea la 'sirenita morena' del Cantábrico
Aunque las últimas vacaciones en familia han sido en destinos lejanos, como Bali o México, normalmente en septiembre, Beatriz no pasa un verano sin acercarse a su amada Asturias: «El cumpleaños de mi hijo es el 16 de agosto, una excusa ideal para estar con los nuestros, aunque intento hacer escapadas siempre que puedo. Echo de menos el mar, el clima, el acento, la comida de madre, sentirme en casa». Aunque nació en Avilés, se crió en Gijón: «De pequeña no imaginaba una tarde de domingo sin ir a la playa de San Lorenzo. De adolescente, paseaba con mi mejor amiga -que se llamaba también Beatriz; éramos Bea, la rubia y Bea, la morena- por el muro, embadurnadas de crema de zanahoria para que nos cundieran los cuatro rayitos de sol y siempre nos pillaba un chaparrón.
Recuerdo que nos refugiábamos en los soportales y al rato volvíamos a tumbarnos para ver si nos daba algo de color. Lo echo tanto de menos«. La foto es de este verano, cuando ha vuelto a sentir el frío del Cantábrico: »Me quejo de lo helada que está el agua, pero lo hago con morriña, porque es un mar bravo que me da la vida«. A Bea le asaltan los recuerdos y se pone melancólica: »Es curioso, a pesar de todo, soy de las que solo se va quedando con lo bueno«.
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