LO QUE ME APETECE
El gran disgusto de Carmen Thyssen
Nieves Herrero se siente decepcionada porque la viuda del barón Thyssen no le ha dado ningún tipo de explicación
Tita Cervera demandará a Nieves Herrero por la publicación de su libro
A la pobre Irene no la defienden ni los suyos. Su jefe Sánchez, tampoco. Carlos Alsina le preguntó por su polémica ministra, pero prefirió hablar de lo sincero que es y le retó a que le dijera en que había mentido a los españoles ... . El presentador paró a la tercera mentira por no hacer leña de un árbol que está a punto de caer, porque lo que sí está es quemado. Irene se ha intentado suicidar, pero rematarla, rematarla ha sido cosa de Yolanda. Dicen que pensaba renunciar, pero eso no se piensa, se plantea, pero no tuvo ni tiempo, ni ocasión, ni arrestos para ello. Imagino su carita sentada en su sillón de la sala del pasado Consejo de Ministros. Pero como dicen sus admiradores se va con una «pasta gansa» durante un par de años y luego ya la encontrarán un acomodo mucho más rutilante y pimpante, que estar al frente de la caja de un supermercado.
Yo me pregunto qué pensarán todas estas supuestas madres de la patria, ante los anuncios de lo que ha anunciado que va a llevar a cabo Isabel Díaz Ayuso al frente de la Comunidad de Madrid. Pero de eso ellas no saben nada.
La izquierda está feliz con lo de Extremadura. Para la izquierda acceder al poder es lo prioritario. Maria Guardiola se ha puesto exquisita y los de Vox excesivos, sin pensar que les puede salir el tiro por la culata. Si fuera yo extremeño y me obligaran a tener que votar otra vez sobre lo mismo, me entrarían ganas de vomitar.
Confieso que no es una campaña que me provoque morbo alguno y casi, casi ningún interés, porque intuyo, como Michavila, que todo el pescado está vendido.
Esta pasada semana he tenido ocasión de descubrir un elegante palacete convertido en un museo. Se trata del museo Fran Daurel, situado en Aravaca. Una exquisita pinacoteca con obras de Sorolla, Dali, Picasso, Casas o Nonell por citar sólo alguno de los nombres de los pintores, cuyas obras están colgadas en esa preciosa casa. En el jardín se celebró un cóctel para recibir a los invitados, llegados de fuera, para asistir a la boda de Santi, un nieto del coleccionista, empresario y escritor Francisco Daurella con Inés, hija del peletero y diseñador Miguel Marinero.
Una boda elegante con unos novios guapísimos, una organización impecable en un campo espectacular, miles de peonias en naranja y rosa adornaron capilla, mesas y rincones varios, una magnífica colección de bonsáis, unos coros soberbios, unos gaiteros asturianos muy impactantes, un coche nupcial tirado por caballos frisones, un tenor que se convirtió, en un instante imperceptible, en un cantante de rock, una impresionante discoteca decorada en negro y plata y, como sorpresa, la actuación del novio sobre un gran escenario acompañado por un cuerpo de baile al más puro estilo Elvis.
El regreso a Madrid, entre cipreses italianos y olivos centenarios, me hizo recordar, una vez más que, como el buen gusto de una naturaleza bien pensada, mejorada y perfectamente ordenada, no hay nada.
A la Baronesa Carmen Thyssen no le ha gustado el libro que, por su propia decisión y deseo, le encargó a Nieves Herrero. Dice la periodista que Tita se limitó a no atender ni a devolver las llamadas dándole una explicación personalmente. No sé si tendrá algo que ver cierto contrato a punto de ser firmado, relativo a una serie sobre la vida de este singular personaje y su apasionante vida.
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