Armengol quería ser diferente

En el interior de la Cámara, donde no se notó la ausencia de los ministros díscolos, la Presidenta del Congreso, dejó muy patente que, desde su inadecuada manera de moverse, corregida muchas veces por la profesionalidad de Helena Boyra, siempre al quite, y de su poco afortunada indumentaria, diseñada por su propio enemigo, además de sus insólitas bailarinas, más propias de una noche discotequera, con una especie de saco azulón con volantes salpicados de brillantina, ella quería ser diferente.

La buena señora pronunció una arenga política, plúmbea, pesada, cursi, con una imagen de paleta apartándose el pelo de su lado derecho con ciertos nervios y regalándonos citas de autores, poetas y escritores, no precisamente de primer orden, sin ningún interés y dirigiéndose siempre a la audiencia en masculino y femenino, sin enterarse de lo que ha dictado la Real Academia de la Lengua al respecto. Dudo que hubiera comprendido que estaba en la ceremonia de la Jura de la Constitución de la Heredera del Trono de España. Su republicanismo le impidió ejercer su cargo. Por supuesto que recordó al profesor Gregorio Peces-Barba, pero ignoró que Doña Leonor tiene un abuelo que es el Rey Don Juan Carlos de Borbón.

La Princesa de Asturias juró la Constitución, tranquila, segura y decidida con una imagen impecable, ante la mirada de satisfacción y complicidad de Su Majestad el Rey y la emoción de la Reina Letizia, que no ofrecía ese día su mejor aspecto con cierto aire ausente. Doña Leonor se preocupó de su hermana la Infanta Doña Sofía, desde el momento de descender del Rolls y de su madre, la Reina, a la que abrazó en el camino hacia la imposición del Gran Collar de la Orden de Carlos III.

Durante el largo besamanos, en el cual solo la Condesa de Bornos, Esperanza Aguirre, fue prácticamente la única que saludó a toda la Familia Real de una manera impecable y correcta, observé la necesidad de impartir algunas normas ante una ceremonia así, porque hubo una enorme cantidad de invitados, que al estrechar las reales manos, sufren una agitación, mezcla de emoción y nerviosismo, que les impide soltar la suya. También convendría que a las señoras que no saben hacer el saludo se abstengan de pegar un saltito a lo Pinito del Oro. Tampoco es necesario que Yolanda Díaz no se haya peinado ese día, que el padre Ángel no se abroche el botón superior de la camisa ajustándose la corbata y las camisetas con modernas leyendas porque no es el momento.

En las tribunas de invitados vi que Felipe González hablaba con Aznar, con Rajoy y con Solana. Zapatero parecía un verso suelto. Sánchez no paró de hablar con Armengol durante el besamanos.

El Rey Don Felipe defendió la Constitución. Pedro Sánchez mintió una vez más, cuando le ofreció la lealtad, el afecto y el respeto del Gobierno a la Princesa de Asturias. Sin pestañear, aunque el protocolo no le dio la oportunidad de sentarse al lado de Su Alteza, que pidió confianza a los españoles porque ella confía en España. 19 salvas proclamaron que ya tenemos una Princesa Heredera con la Constitución jurada.